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Alcohol: el enemigo silencioso

Aceptado socialmente y muy ligado a un estilo de vida descontracturado, la ingesta de alcohol está creciendo de manera exponencial. Los riesgos para la salud y el vacío emocional que puede generar.

TEXTO: JUANA AGUIRRE. FOTO: CEDOC

un trastorno de salud mental en algún momento de su vida y los más habituales fueron los de ansiedad, con un 16,4% (dentro de ellos, las fobias específicas se llevaron el mayor porcentaje, 6,8%), los del estado de ánimo, con un 12,3% (donde lideró el trastorno depresivo mayor, con 8,7%); y los de abuso de sustancias, con un 10,4%. Según ese trabajo, la edad promedio de inicio de los trastornos es a los 20 años y las mujeres mostraron un 85% más de probabilidades que los hombres de padecer trastornos de ansiedad. Ya en aquel momento, los profesionales estimaban que para 2020 la depresión sería uno de los trastornos más frecuentes en la población en general. Lo que nadie sabía es que justamente ese año quedaría marcado en la historia como “el año de la pandemia” y que se acentuarían en forma dramática todas las tendencias negativas. “La pandemia de covid-19 ha generado una crisis mundial de salud mental que afecta a millones de personas, alimentando el estrés a corto y largo plazo. Se calcula que el incremento de los trastornos de ansiedad y depresión ha sido de más del 25% durante el primer año de la pandemia”, afirma Silvina Sosa. El Dr. Juan Carlos Stagnaro, psiquiatra que estuvo al frente de aquella investigación de 2018, dice que, aunque todavía no se repitió otro estudio epidemiológico similar, “los especialistas tenemos la impresión de que, por la demanda clínica y algunas estadísticas parciales y/o regionales, nuestro país no estuvo exento de sufrir estas consecuencias sanitarias, sino todo lo contrario, en especial en los estamentos más vulnerables de la población”.

De hecho, de acuerdo a la Encuesta Ciencia, Creencias y Sociedad, CEIL CONICET, que realizó la socióloga e investigadora Gabriela Irrazábal en 2021, todos los índices se modificaron de manera alarmante. En ese estudio, se les preguntó a 4537 personas cómo se sentían y qué problemas de salud habían tenido: la mitad dijo haber sufrido trastornos de ansiedad y un 36,8%, depresión. Además, un 14% declaró padecer afecciones psiquiátricas. Irrazábal hizo otra investigación centrada en las consecuencias de la pandemia en las mujeres. De 2453 encuestadas, un 52% sufrió algún trastorno de ansiedad; el 37,3%, depresión; y el 16,4%, cuadros psiquiátricos. Ahora bien, si en medio de la pandemia, los servicios de atención psicológica estaban sobrepasados por la alta demanda; hoy, que la amenaza masiva y letal que suponía el covid-19 va quedando atrás, ¿seguimos registrando la importancia de lo que nos pasó y nos pasa a nivel emocional o volvimos a “subirnos al tren” sin tener en cuenta que tal vez faltan algunos durmientes o se desajustaron los rieles y podemos descarrilar? Fernández Mouján cree que aunque muchas personas mantienen una actitud reflexiva que apunta a crear caminos nuevos, es poco lo que aprendimos de la pandemia como sociedad: “La reacción que se impone es la de volver a la “normalidad”. No solo desde las personas en sí, sino también desde las instituciones, las empresas y los gobiernos. ¿Dónde quedaron todos los cuestionamientos, todas las reflexiones que habíamos empezado a transitar?”, lamenta.

Nuevos desafíos

Somos en el mundo y eso nos deja lidiando, entre muchas otras cosas, con crisis económicas, una pobre proyección del futuro, la sobreestimulación y sobreoferta de la vida acelerada de las grandes ciudades, la violencia estructural, la híper tecnologización, el sedentarismo, las dificultades para comunicarnos genuinamente con los otros, y un montón de etcéteras que complotan contra la salud mental. “Todo eso es determinante en seres vivos como nosotros, que tenemos una cultura que nos atraviesa y a través de la cual interpretamos la realidad, la creamos y recreamos. Es demasiado complicado enfrentarse todo el tiempo a frustraciones, al miedo, a sentir el agua al cuello y a situaciones de alto estrés. Diría que enfermarse, desde este punto de vista, es casi una demostración de salud. Tal vez una forma de rebeldía reprimida”, reflexiona Fernández Mouján y plantea que todos estos cuadros también pueden pensarse como “enfermedades sociales” y con un componente biológico. “No es casual que hoy las adicciones estén ligadas a cualquier tipo de estímulo, no solamente a sustancias; ni la ansiedad o la inquietud, cuando lo habitual es el bombardeo de imágenes y mensajes (¡que encima muchas veces son

Uno de cada tres

habitantes de Argentina presentó

trastorno

un de salud mental en algún momento de su vida y los más habituales fueron

ansiedad. los de

falsos!). Tampoco es casual la depresión, cuando no se encuentra tranquilidad ni se puede lograr el “éxito”, ni siquiera lográndolo. Me gusta pensar y enfocar todo padecimiento humano como una forma posible que la persona encuentra para “ir siendo”. O sea, hoy puedo existir de esta manera, que ojalá no sea la única ni la última, pero es mi “ser-en-el-mundo” actual”, afirma. Tal vez, en medio de la hostilidad externa reinante, la opción no sea someterse a ella o combatirla cual Quijote a los molinos de viento sino asumir que vivir es con ella y buscar estrategias propias y conjuntas para movernos hacia un mayor bienestar interno.

Época de cuidados

De acuerdo con Corral, estaremos más cerca de protegernos y prevenirnos de posibles trastornos mentales si apuntamos a que la vida cotidiana esté en un balance lo más armónico posible entre las obligaciones y responsabilidades y el tiempo de recreación y esparcimiento. “Los buenos hábitos en cuanto a la alimentación y mantenernos físicamente activos también son clave, así como desarrollar y mantener buenas relaciones con los demás”, dice. Fernández Mouján bromea con que no hay vacuna ni pastillita mágica, pero acuerda con que se puede prevenir intentando dar espacio a lo que necesitamos en cada momento vital. Y pone el eje en la niñez porque es, dice, cuando somos más frágiles. En ese sentido, detalla la importancia de tener y dar tiempo y espacio para jugar, mantener una comunicación explícita, favorecer los momentos de “hacer nada”, y compartir tiempo. “Nada de esto va a garantizar que no existan las afecciones mentales pero, al menos, prepararemos el terreno para que pueda haber buenas defensas. Hay que cuidar a los chicos y las chicas desde que nacen, y cuidarles significa dejarles ser lo que son, dándoles lo que necesitan”, sostiene.

Si alguien que querés atraviesa un momento emocional complejo, probablemente experimentes impotencia, angustia y desconcierto. Tené en cuenta que lo primero es estar disponible para el otro, escuchar sin prejuzgar y tratar de entender. ”Si pensamos en grupos familiares preocupados por uno de sus miembros, un primer paso puede ser que la familia pida ayuda en vez de forzar a hacerlo a quien está en medio del padecimiento. Es importante sacarse de encima tanto el prejuicio de que no podemos hacer nada, porque siempre podemos, aunque no seamos profesionales de la psicología, la psiquiatría o similares; como el de que la mejor manera de acompañar es “hacer algo”, porque a veces sólo se trata de estar disponible”, concluye Fernández Mouján. La licenciada Silvina Sosa cuenta que la Organización Mundial de la Salud elaboró una guía con herramientas para manejar el estrés y hacer frente a la adversidad. Se llama En tiempos de estrés, haz lo que importa y puede ser útil tanto para transitar un momento personal complicado como para estar mejor preparados a la hora de acompañar a quien lo esté viviendo.

La imagen es recurrente. Gente que brinda, divertida, en una fiesta, en una terraza con lucecitas tenues o a orillas del mar. Están felices y, para celebrar, parecería que necesitan tener una copa de vino o un trago en la mano. Así, la foto es perfecta.

Escenas que abundan en los medios de comunicación y en las redes sociales no llaman la atención, aunque se contraponen con otras secuencias, que también nos invaden, sobre productos, consejos y tips para llevar adelante una vida saludable.

Más allá de las contradicciones, se encendieron las alertas y los especialistas advierten que el consumo de alcohol se fue incrementando paulatinamente en los últimos años, a edades cada vez más precoces y con el peligro de que sea asociado a un estilo de vida descontracturado, canchero, al que hay que subirse “para pertenecer”. “Que el consumo de alcohol sea visto como cool no significa que acompañe el hábito de una vida saludable”, explica el Dr. Omar Prieto, médico cardiólogo, secretario técnico del Consejo de Aspectos Psicosociales en Cardiología de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC). Al tiempo que advierte que la compañía de una bebida alcohólica en la vida cotidiana “tiene impacto directo sobre muchos de los objetivos que habitualmente intentamos combatir como, por ejemplo, el aumento de peso o los niveles de azúcar en sangre”.

En Argentina, la edad de inicio de consumo de alcohol es a los 13 años y las enfermedades vinculadas a su ingesta generan

8 mil muertes al año.

Maldita pandemia

Las cifras son contundentes e inquietantes: en Argentina, la edad de inicio de consumo de alcohol es a los 13 años y las enfermedades vinculadas a su ingesta generan 8 mil fallecimientos al año.

En este punto, no podemos obviar la incidencia que tuvo el aislamiento a causa del covid-19 en relación a la disparada ascendente del consumo de alcohol. Al punto que la Organización Panamericana de la Salud lo ha remarcado como preocupante en la región -40% mayor que la media mundial- y desplegó lineamientos y objetivos a conseguir en los países de América.

Preocupados por estos parámetros, los especialistas advierten sobre los riesgos que los excesos pueden provocar a nivel personal y social. Desde accidentes de tránsito o episodios de violencia por falta de impulsos inhibitorios hasta coma etílico. El consumo descontrolado, a largo plazo, favorecerá la aparición o complicación de enfermedades crónicas, como la cirrosis hepática, ciertos tipos de tumores, demencia, depresión o ansiedad. Además, afecta la salud del corazón, incrementa la presión arterial y el riesgo de sufrir ACV.

Llamativa, pero no accidentalmente porque esta problemática pega en varios países, la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) lanzó una campaña el pasado enero llamada “Enero Seco” -ó “Dry January”- que propuso no consumir bebidas con alcohol por un período de al menos 30 días. ¿El objetivo? Impulsar la concepción de una vida saludable, evitando las bebidas alcohólicas, para beneficiar la disminución de peso, el control de los niveles de azúcar en sangre, optimizar la concentración, estabilizar y mejorar la calidad del sueño, fortalecer la calidad de la piel y brindar un descanso a la función del hígado.

Una copa al día

Desde hace un tiempo, se popularizó el concepto de que una o dos copas de vino al día disminuirían la probabilidad de enfermedad coronaria previniendo infartos. Esto, gracias a los beneficios que generan sus compuestos fenólicos y a que, además, incrementaría el colesterol HDL, o colesterol bueno.

“Es frecuente decir que hasta dos copas de vino por día en el hombre y una en la mujer no serían perjudiciales para la salud, siempre que no haya alguna enfermedad concomitante que desaconseje su ingesta. De todos modos, es pertinente que cada persona converse este tipo de cuestiones con su médico de cabecera, para recibir una indicación personalizada que tendrá en cuenta aspectos como el estado de salud general, cardiovascular y mental, antecedentes familiares, edad, peso corporal, si se conduce un auto en forma cotidiana, por mencionar algunos”, sostuvo el Dr. Fitz Maurice, cardiólogo y especialista en arritmias.

Lo instantáneo manda

En tiempos de inmediatez como los que atravesamos, parecería que buscar alivios o parches emocionales igual de instantáneos tendría bastante que ver con el consumo de alcohol en exceso.

Y así lo confirma el psicólogo Alejandro Schujman, especialista en familias y adolescentes, cuando sostiene que “vivimos en tiempos de satisfacción inmediata y los canales por excelencia son las pantallas, que garantizan las hormonas del placer a través de los likes y el feedback de la gente; la hipererotizacion que las redes y las apps de encuentros propician y, por otro lado, el consumo de alcohol y sustancias”.

Parafraseando al sociólogo polaco Zygmunt Bauman, Shcujman coincide en que atravesamos tiempos de amores y relaciones líquidas. “Hay mucho de la búsqueda de lo inmediato, del autoerotismo, para sentir placer con el alcohol. Es como el boom actual y la explosión de los aparatos de autosastisfacción erótica, los juguetes sexuales, mucho más en las mujeres que en los hombres. Creo que va en la misma línea. Cierta búsqueda del hedonismo, independientemente de la presencia de otro”.

Según Schujman, esa búsqueda de la satisfacción en lo inmediato a través de sustancias o juguetes sexuales “es inversamente proporcional a lo difícil que es vincularse saludablemente con otro y buscar satisfacción por ahí”. Por eso, si bien el consumo de alcohol es socialmente aceptado y promocionado en publicidades y redes sociales, es importante desnaturalizar estas conductas. “Estar atentos a estos comportamientos nocivos que favorecen más de 200 complicaciones de salud, incluyendo varios aspectos de la salud mental en las personas que lo consumen”, explica la Lic. Mariana Gracia, psicóloga, colaboradora del Consejo de Aspectos Psicosociales en Cardiología de la SAC.

El consumo de alcohol produce en el cerebro un aumento rápido de endorfinas que nos brindan una sensación de bienestar y, probablemente, en primera instancia nos muestren socialmente más enérgicos y divertidos. Para el Dr. Prieto, el problema contradictorio es que “este estado es transitorio y hasta inclusive -por reacciones contrapuestas- puede ocasionar emociones inversas, ya que alcohol también es el encargado de incrementar los niveles de dinorfinas, sustancias que cumplen función inversa a las endorfinas”.

Es momento, entones, para pensar si todo lo que se ve o muestra como cool es saludable. Seamos más asertivos y consultemos, siempre, a nuestro médico de cabecera.

La Organización Panamericana de la Salud remarcó el consumo de alcohol como preocupante en la región: 40% mayor que la media mundial.

Informe

es-ar

2023-05-09T07:00:00.0000000Z

2023-05-09T07:00:00.0000000Z

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