Citadino

Comida confortable con un twist, en clima de barrio. Pastelería para golosos, buenos vinos y café de primera.

La esquina de Atuel y José C. Paz, a metros del club “Piraña” y a un abismo de cualquiera de los Palermos, tiene un pasado ecléctico. Fue verdulería, y antes almacén, y mucho antes, la imprenta conocida como “la gráfica de Cacho”. De aquella época solo queda la fachada –testigo del viejo Parque Patricios– y la atmósfera de barrio que se cuela en el local mínimo, de ambientación retro, mesitas amarillas, sillas azules y ventanales que dejan ver la vida pasar. Citadino es un café con espacio para no más de 20 comensales, una cocina a la vista que despacha platos simples y con chispa, pastelería ad hoc y café del bueno, custodiado por la barista y tostadora Agustina Román, una de sus dueñas. Acá vienen sobre todo vecinos, jóvenes y no tanto, y algún que otro curioso que llega desde lontano hasta el sur de Buenos Aires gracias al boca a boca. No imaginen fuegos artificiales ni “experiencias” largas de esas que te dejan esperando a Godot o a los platos; tampoco guitarreos modernos y caros. Este lugar es un plan redondo para los que buscan comer rico y abundante, tomar vino y café ídem, pagar un precio humano y escaparse por un rato de los terrores metafísicos del estilo Dios existe, o físicos, como quién ganará las elecciones. Esta vez no pedí entradas: empanadas de carne picante y de hongos, buñuelos de espinaca y queso con alioli, platito de quesos con mermelada de morrones. P Preferí ir directo a los principales; una ensalada de g garbanzos crocantes y especiados, lechuga, radicchio, r garrapiñada de semillas de girasol, cebolla encurtida e (qué delicia cuando el vinagre no es un puñalada p en la garganta, sino un contraste ácido y sutil s en la boca) y una vinagreta bien calibrada. No N tuve la misma suerte con el banh- mi, pan ciabatta, c hongos frescos grillados, zanahoria y pepinos p encurtidos, maní, hierbas y veganesa de d soja. El sabor del sándwich resultó un poco plano, p tal vez le convendría un picor, o una salsa con c carácter. En cambio, devoré los linguini con albóndigas a de cerdo, tomate y alcaparras. La pasta t (de Divella), al dente; las albóndigas, tiernas y sabrosas, s me encantaron. En E tren de cerrar la comida con algo dulce, prueben p la pastelería, exhibida en una vitrina pequeña p que funciona como imán para golosos: torta t banoffee; chajá; de chocolate y frutos rojos; alfajores a de masa sablée. De la máquina Simonelli sale s el café para acompañarla. Valió la pena. Citadino. C Atuel 608. Parque Patricios, CABA. D De miércoles a domingo, de 9 a 19. Desayunos, meriend das, almuerzos, brunch. Viernes, cena a partir de las 20 (i (imprescindible reservar). @citadinoba