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“ASUMO RIESGOS Y AMO LOS DESAFIOS”

ANALIA MAIORANA CON CAMINO PROPIO

Por Diego Esteves

Independencia, desafíos y afectos son las palabras que mejor definen a Analía Maiorana (42). Siempre supo, por instinto, lo que quería cuando de casi adolescente comenzó a trabajar como modelo. Para ella, la independencia era importante para poder avanzar en los distintos momentos de su vida. Y eso la animó a jugarse a fondo por lo que cree. “Mi propósito de vida siempre fue tener un camino propio”, dice la entrepreneur y esposa del exvicejefe de Gobierno porteño y actual precandidato a diputado nacional, Diego Santilli (54). Siendo modelo vivió en el exterior, aprendió a defender sus contratos, a decir que “no” si era necesario. Más tarde se convirtió en empresaria y cara de su marca de trajes de baño por 14 años, y luego de su propio perfume, “Ana”. Aunque un capítulo insoslayable de su historia fue haber sido mamá a los 25 años. Todo lo logró convencida y segura porque era en lo que creía y apostaba. Eso es algo que transmitió a sus dos hijas Lola ( 22) y Malena (18). En el último año, como le ocurrió a muchos, la pandemia fue una bisagra en su vida, la atravesó sin pedir permiso pero no la tomó desprevenida. —¿Es la misma mujer que antes de la pandemia? ¿Estuvo en modo pausa o se activó de una manera inesperada?

—En absoluto, soy la misma. Nunca estuve en modo pausa, eso no es lo mío. Siempre me enfrenté a los diferentes desafíos que tuve que sortear. Una de las cosas que creo que todos aprendimos en la pandemia fue a vivir en forma consciente, cómo aprovechar el tiempo, cómo vivirlo con intensidad, con todos los sentidos alertas; sin prisa ni locura. También rescato el sentido del humor; no sólo para pasar esta pandemia sino también para nuestras vidas. A mí el humor me

saca de lugares que a veces no me son fáciles de sobrellevar. Ser optimistas nos deja avanzar y nos saca el desánimo.

—¿En este tiempo de pandemia sumó alguna actividad?

—Estoy completando mi formación de coaching y liderazgo. Comencé hace algunos años en el IAE (Universidad Austral) y, en 2020, comencé a cursar en el exterior. Es una carrera que siempre me apasionó, tenía la certificación de neuroliderazgo y decidí continuar formándome en mi país, en la Universidad Di Tella. Desde el coaching buscamos, primero, ser conscientes de nosotros mismos y del mundo que generamos. Podemos entrar en espacios de reflexión y evaluación; sentir y conectar con cada ciclo que empieza y termina. También aprender sobre todo de la escucha, generar confianza y coherencia en nuestros actos. Hace que uno tenga y genere credibilidad. Fundamentalmente ayuda a que el otro descubra sus propias herramientas, y así poder concretar sus sueños, proyectos, desafíos y metas tanto en lo laboral como en la personal.

—¿Fue convocada como oradora en el Congreso Internacional de Coaching?

—Sí, es un honor poder hacerlo. Mi tema será “La Sociedad de la Empatía”, habilidad fundamental para entender necesidades, sentimientos y problemas de los demás. Siempre poniéndose en el lugar del otro y de esa manera, responder a sus reacciones emocionales. Claro que para que esto suceda debe existir una escucha activa, desarrollar la comprensión y fundamentalmente ser un gran observador

—¿Cómo gestiona sus tiempos? Porque estar casada con un político en actividad y en campaña no es algo fácil...

—Cuando construimos una familia ensamblada como la nuestra, nada es fácil. Muchas parejas argentinas saben bien de lo que hablo. Los dos tenemos muchas ocupaciones, pero nos dedicamos a temas que nos apasionan. Somos una pareja que tiene motivaciones individuales y eso nos potencia aún más. Diego es un político nato, vive y respira política, y siempre está muy activo, atento a todo. Por

“El coaching hace que uno tenga y genere credibilidad; y ayuda a descubir herramientas propias para concretar sueños y proyectos.”

mi parte, manejo “una pyme”, mi familia… (risas). ¡Somos siete! Soy madre, organizo la familia, horarios, la casa, los requerimientos de cada integrante y creo firmemente que cuando uno hace lo que le gusta, todos ganan. Y esa alegría se contagia y funciona como resultado de una mejor calidad de vida. Cada logro individual lo vivimos con mucha felicidad, como en toda familia.

—¿Cómo fue para usted atravesar el COVID?

—Sentí que era un virus totalmente desconocido. Lo pasé totalmente aislada, sola. Tuve fiebre, cansancio, tos, perdí olfato y gusto, y un cansancio físico brutal. Son horas donde estás con vos misma, sin interrupciones. Pasás momentos de incertidumbre total y por eso, las emociones están a flor de piel. Mi gran desafío fue priorizar el equilibrio y estar en eje.

—¿Y pasó algún momento doloroso con este virus?

—Sí, despedí a un ser muy querido, mi tía Stella, de 70 años. Obviamente sin poder verla. Ella era pura sangre Maiorana. Fueron momentos de mucho estrés, con mis primos viniendo de España. También fue un tiempo de introspección de mi propia vida, de volver a sentir y tener conciencia de lo frágiles que somos como seres humanos. Eso me hizo ver cuán importante es reafirmar nuestras prioridades en la vida. Y sobre todo, extrañar la presencia de mi tía.

—¿Cuáles cree que son las bases para superar una situación como ésta, no sólo en la Argentina sino en el mundo?

—Para mí la conversación es el único camino para crecer, para entender. El que mejor conecta con el otro y comunica con transparencia tiene el triunfo asegurado en cualquier área de su vida.

—Fue modelo, es empresaria, desarrolló una marca propia de trajes de baño que fue muy exitosa por más de 14 años, lanzó su perfume “Ana”, y ahora está formándose en coaching y liderazgo.Además maneja esa “pyme” que es su familia. ¿No se abruma con demasiados frentes abiertos a la vez?

—Jamás. Todas las etapas de mi vida las hice con conciencia, pasión y con

objetivos claros. Creo que empezar a trabajar de muy chica como modelo fue una gran escuela. Soy de la generación de los ´90, aprendí muy pronto diferentes desafíos de la vida como, por ejemplo, vivir sola en el exterior por trabajo, adaptarme muy rápido a nuevas ciudades y costumbres, y a defenderme siempre sola con los contratos y mis honorarios. En mi caso, la exposición tampoco es fácil, me gusta disfrutar de mi privacidad y preservar mi vida personal. Todo lo trato de potenciar a mi favor. Otro desafío fue ser empresaria y diseñadora: a los 25 años me convertí en mamá y ya tenía mi propia empresa y hasta era la imagen de mi marca. Hice radio y televisión porque me encanta comunicar. Todo lo hice paso a paso y con claridad de lo que quería como resultado. Y formé una familia que es mi pilar, mis hijas son mi gran motor

—Pareciera que algo de todo eso lo heredaron sus dos hijas, ¿no?

—Lola se convirtió en “it girl”, creó una línea de remeras y buzos DE-TALLE con frases positivas en búsqueda de incluir y dar un mensaje de alegría y esperanza. Reconozco que es una gran emprendedora: cuando el mundo frenó y empezamos con la pandemia paralelamente decidió lanzar su línea. Y como imagen en redes eligió a su hermana Malena.

—Una hija modelo y otra emprendedora, ¿El gen Maiorana?

—Creo que todo se construye con el ejemplo. Los hijos imitan acciones, no palabras. Creo que Lola es un claro ejemplo de eso. Sin ayuda y en plena pandemia se animó, y eso lo valoro más como mamá . Más allá de este emprendimiento estudia Relaciones Públicas e Institucionales en la UCES. Además, como hermanas se ayudan y potencian. Por eso Malena la acompañó desde ese lugar, jugando a ser modelo. Malena está estudiando Medicina en la UBA y es una emprendedora social.

—¿Cómo lleva la pandemia su mamá (Norma Foglia)?

—No es nada fácil, sobre todo porque siempre fue muy activa e independiente. Por más de 35 años trabajó en una empresa americana, hacía cursos de historia y de arte, y desde hace más de 15 años que estudia teatro. Es

“Creo firmemente que cuando uno hace lo que le gusta, todos ganan. En la familia, cada logro individual lo vivimos con felicidad.”

re-abuela. Y de golpe todo cambió: no puede ver a su grupo de amigas, ya no se visitan, ya no salen. Una como hija y con mi hermano, Fernando, que es de fierro, logramos que el día a día pueda ser un poquito mejor. Reconozco que para la generación de mi mamá esto es muy duro. Por suerte ella es una mujer muy coherente y prioriza su salud.

—Como empresaria, ¿Cree en el trabajo en equipo o le cuesta delegar?

—Como empresaria y como persona soy una mujer con fuertes convicciones. Y me encanta trabajar en equipo, teniendo bien en claro el rol que cada uno va a desempeñar. El “sálvese quien pueda o vamos viendo” no va más. Al menos para mí. En un equipo todos deben tirar para el mismo lado, y por supuesto, debe haber un líder. Ese papel es fundamental: es el estratega y quien descubre las habilidades de cada integrante.

—¿Cómo se imagina la vida poscovid?

—Con la esperanza de estar todos vacunados como nos lo merecemos. Creo que para llegar a esto nunca hay que dejar el sentido de la fe, aprender a encontrar la forma de ser felices. Los argentinos tenemos muchas responsabilidades, pero también la necesidad de tener una inyección de confianza. Tuvimos que aprender a negociar, ceder, pedir, imponer nuestros nuevos espacios. En la pandemia nos amigamos con el silencio, sobre todo para conectar con nosotros mismos y así poder cuidar y ayudar a los seres que amamos. Todos necesitamos apoyo sin distinción. Hay que seguir cuidándose porque con este virus no se juega.

—Para cerrar hablemos de ese “nuevo integrante” de la familia, Bartolo (perro de raza Bichón Habanero)?

—Fuimos a buscarlo como sorpresa con Malena a Ciudad Evita, donde nació. Sus papás eran cubanos, de donde es la raza. ¡La alegría que trajo a la casa! Siento que me volví a enamorar (risas). Es el más mimado y el saltarín de la familia.

CARAS

es-ar

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