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“TATA NOS ENSEÑO EL VALOR DE LA PALABRA”

LUCIANA SABATO CON SUS HIJOS: LA NIETA Y LOS BISNIETOS DE ERNESTO

Por Fabián Cataldo (Producción: Alejandro Luciani)

Después de la tercera carta (y de las tantas otras que continuó recibiendo), ella comprendió que debía asumir el compromiso. Ya no era una simple y simpática anécdota, se había convertido en una misión. Ernesto Sábato, por escrito, le recordaba una y otra vez a su nieta mayor que su casa de Santos Lugares debía convertirse en museo. Lo hacía por escrito... ¡y se lo hacía firmar! Así fue que Luciana Sábato (51) empezó a “moverse” con los trámites cuando su abuelo estaba por cumplir 100 años. “Preparé todos los planos para pedir una ayuda económica y así poner la casa en valor. Queríamos festejarle ese cumpleaños con la vivienda en mejor estado. Falleció el 30 de abril de 2011, le faltaba un mes y medio para cumplir los 100”, afirma la mujer que es arquitecta y docente en la UBA de Diseño de Interiores, refiriéndose a la casa que habitara el mítico escritor junto a su mujer Matilde (fallecida en 1998, a los 82 años). Allí, todos los sábados se realizan visitas a las 14:00 horas, guiadas por Guido (otro nieto de Sábato, de 46 años) y a las 15:00, realizadas por la propia Luciana. Su papá, Mario Sábato (76), a los trece años decidió comenzar a filmar a Ernesto: le gustaba grabarlo leyendo o escribiendo. Y esos videos son los que se proyectan en la casamuseo, que está ubicada en una calle cuyo nombre se cambió hace cuatro años: obviamente a la arteria se la rebautizó: “Ernesto Sábato”.

Además de Luciana y Guido, el autor de “El Túnel” tenía más nietos: Mercedes (49), Juan Sebastián (40), Marina (52) e Isabel

“Yo lo llamaba Tata y él me decía Lulita. Me regaló la primera bici y me consentía.”

(48). También tuvo seis bisnietos, entre los que están los hijos de Luciana, Ignacio (23), que estudia Ciencias de la Computación en la Facultad de Ciencias Exactas; y Juana (21), que sigue Diseño de Indumentaria. Ambos participan con su mamá de esta producción fotográfica de CARAS en la casamuseo de Santos Lugares, y no pueden ocultar el orgullo de pertenecer al linaje Sábato. “Cuando falleció Ernesto, en 2011, Ignacio tenía 13 y Juana, 11. Los últimos años de su bisabuelo no fueron muy buenos, estaba mal de salud. Ellos leyeron ‘El Túnel’, dos veces cada uno, y lo hicieron recién hace cinco años. Ahí se dieron cuenta del bisabuelo que tenían. Además me ven a mí como guía en el museo, contando tantas cosas. A mí, mi abuelo me dijo que esperara hasta los 18 años para leer ‘El Túnel’ y así fue. Después leí ‘Sobre Héroes y Tumbas’ y sus ensayos. Cuando empecé con las visitas guiadas, releí toda su obra y biografías para tener una base más sólida para las charlas con el público. A mi hijo especialmente, que está en Exactas, lo impacta lo que hacía Ernesto como científico. Mi hija destaca el legado que nos dejó, y como también es fotógrafa, le saca fotos a la casa porque considera que el lugar posee una energía muy especial”, dice Luciana, refiriéndose a sus dos hijos que completaron la secundaria en el Colegio Carlos Pellegrini.

Al momento de hablar de la relación que mantuvo con su abuelo, Luciana no puede evitar emocionarse. “Yo lo llamaba Tata y él me decía Lulita. Me regaló la primer bicicleta y me enseñó a andar. Me consentía mucho. Cando empecé Arquitectura me dijo que no trabajara: él me pagaba un sueldo para que pudiera avanzar con los estudios. Yo

tenía 40 años cuando mi abuelo falleció, ¡Lo disfruté mucho! De niña prácticamente vivía en su casa de Santos Lugares: estuve desde los seis meses hasta los cuatro años—recuerda la nieta de Sábato, que aporta varias vivencias más—. Yo tendría cinco años y me llevaba a tomar café a un bar de Cabildo y Juramento, porque yo vivía en Belgrano. Me sentaba en la barra y pedía dos cafés express: ¡Nunca una gaseosa, por ejemplo! (Risas). Así era todo con él: me llevaba a galerías de arte, y al taller del pintor Antonio Berni, porque eran muy amigos. Creo que él no disfrutó tanto de sus hijos, entonces la pasaba muy bien con los nietos. Viernes y sábados nos quedábamos a dormir en Santos Lugares, cada uno tenía su cuarto”, rememora y destaca que por esa casa que hoy es museo, desfilaron, entre otras personalidades, desde Mercedes Sosa, el ex presidente Ricardo Alfonsín, hasta el escritor Jorge Amado y el por entonces Príncipe de España, Juan Carlos (quien luego se convirtió en Rey).“A mi abuelo le encantaban recibir gente. Los sandwichitos de miga de jamón y queso, las tortitas negras y las medialunas de manteca no podían faltar. Era muy flaco, no comía en grandes cantidades, pero el pan le encantaba. Entre sus comidas preferidas estaban las batatas, el pastel de arvejas gratinado, los huevos con panceta, y como postre, un invento de él: ¡Se preparaba sandwiches de barras de chocolate amargo con pan francés!” (Risas), agrega.

Luciana Sabato guía a los visitantes del museo con una pasión indescriptible. El recorrido incluye espacios, paredes, ambientes, libros, sus pinturas (recordemos que también era un gran artista plástico), objetos, anécdotas… Todas experiencias y recuerdos que la acompañan desde chiquita. A ella no se lo contaron, ella lo vivió. “Siento la responsabilidad que se siga leyendo su obra, que las nuevas generaciones descubran su pensamiento—confiesa y luego acepta un juego imaginario, el que la desafía a pensar qué les diría Ernesto

“Sus bisnietos ya leyeron ‘El Túnel’ dos veces. A mí,

Tata me pidió que lo lea recién cuando cumpliera 18 años.”

ahora mismo si estuviera frente a ella y sus hijos, y qué le expresarían ellos al recordado escritor—. El nos diría que hagamos las cosas que nos gustan, y especialmente a mí me pediría que retome la pintura, porque me mandaba a talleres, me compraba telas y óleos… Y a mis hijos, que por su edad están buscando su profesión, insistiría en que si los apasiona algo, de eso van a poder vivir. Yo le diría a mi abuelo que lo quiero mucho, que extraño cuando era chiquita y me sacaba a pasear. Añoro poder tener una charla con él. El legado que me dejó es que el esfuerzo tiene su recompensa. Siento que heredé su transparencia y el respeto por el valor de la palabra”, concluye.

ARQUITECTURA & DECO

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2021-11-24T08:00:00.0000000Z

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