“TENGO ALMA DE JUSTICIERA”

DELFINA BURLANDO, EL ANGEL DE LOS BAEZ SOSA

Cuando sucedió el caso policial que hoy mantiene en vilo al país, el 18 de enero de 2020, Delfina Burlando (27) estaba de vacaciones en la playa con su hermana María (30), su padre y Barby Franco. Sacudida por la noticia, fue ella quien le planteó a Fernando Burlando cómo poder ayudar a esas dos personas, Silvino y Graciela Báez Sosa, devastadas ante el crimen de su hijo. De inmediato

se volvieron a Buenos Aires y se dirigieron a Dolores para involucrarse en una causa que hoy la tiene a “Delfi” como parte del staff de abogados que defienden al particular damnificado. “Mi papá no lo dudó”, recuerda quien ya se había recibido de abogada en la UNLP (Universidad Nacional de La Plata) y en ese entonces daba sus primeros pasos en la profesión. “A partir de ahí tuve mi participación como todos los integrantes del estudio, el caso fue tan conmovedor que todos interactuamos de alguna u otra manera”, precisó.

Cuando la causa por fin empezó su juicio en los Tribunales de Dolores, la heredera del letrado irrumpió en escena durante la segunda semana de audiencias. Su presencia no pasó desapercibida, ya que le imprimió una brisa de humanismo y sensibilidad a un recinto donde se desentrañaron episodios de marcada violencia: “Si, estuve en la sala detrás del doctor Burlando y de los doctores Fabián y Facundo Améndola. Los Baez Sosa son seres de luz. Estoy en un camino de aprendizaje y siento que éstos momentos me ayudan a crecer laboralmente. De chica acompañaba a mi papá en distintos juicios, él me llevaba para escuchar y aprender”, le confesó a CARAS dentro del despacho que ocupa en el prestigioso estudio de su padre en Puerto Madero. “Estoy super agradecida de tener esta oportunidad. Ahora me ves en mi despacho, pero cuando empecé pagué mi derecho de piso y me la pasé casi un año leyendo y trabajando en la cocina. Al principio costó, pero después me di cuenta que era lo que correspondía”.

—Usted siguió los pasos de su padre. ¿Cómo se manifestó su interés por el Derecho?

—Mi mamá (María Gabriela) y el resto de mi familia decían que me veían justiciera, no se si porque me peleaba o qué (risas). Tengo alma de justiciera, cuando papá me contaba sobre algunos casos siempre me interesó. Nunca tuve la presión de seguir sus pasos, tanto él como mamá me dieron libertad para decidir qué estudiar. Estudié en la

facultad, me recibí a los 23 años y comencé una maestría de Derecho Penal en la Universidasd de San Andrés. Al principio no tenés muy claro la rama que te gusta más, lo vas descubriendo con la práctica. —¿Cómo es hacerse camino a la sombra de su padre?

—El hecho de que sea muy mediático tiene sus pro y sus contras. El es muy exigente en su trabajo y le gusta la perfección, a veces trabajar en familia no es facil. En un momento le ofrecí colaborar con otros abogados del estudio para sentirme más distendida y poder preguntar cualquier cosa. Con el tiempo fui teniendo mis trabajos y mis propios clientes.

—¿Que conclusiones saca hasta el momento del juicio?

—La causa es un reflejo de que la sociedad de hoy en día está mal. Creo que si todo sale bien y hay condenas ejemplificadoras, al menos va a ayudar para que esa sociedad mejore un poco, algo vamos a avanzar.

—¿Qué le provoca ver a esos chicos tan jóvenes como acusados?

—El primer impacto fue duro, me provocó sentimientos encontrados. Lo que si me sorprendió es no ver departe de ellos un arrepentimiento sincero ni disculpas sentidas. Y no lo digo por ser fría, todo lo contrario, soy muy sensible. Y si estuviese en ese lugar me ahogaría en llantos por todas las familias a las que destrocé. Me entristece que personas tan chicas tengan que padecer algo como lo que pueden llegar a padecer.

“Como personas, estar cerca de ellos es muy gratificante. Lo que pasó nos demuestra que la sociedad está mal”.