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AGUINIS, BUELA LAMAS, MAFFÍA, TERRAGNO...................................87

Ernestina Pais: Cuatro intelectuales, cada uno desde una diferente ciudad del planeta, intercambiando ideas sobre la actualidad, obviamente con foco en la Argentina, pero con las diferentes perspectivas que les da el hecho de estar en tan diferentes latitudes. Desde Buenos Aires, Argentina, está el doctor Marcos Aguinis, un escritor que ha transitado una amplia formación internacional en literatura, medicina, psicoanálisis, arte e historia. Es el primer no español en recibir el Premio Planeta de España. En los últimos años todos sus títulos se han convertido en best sellers. Desde Buenos Aires, Argentina, el doctor Alberto Buela Lamas, filósofo y escritor existencialista, investigador de Aristóteles, es el principal creador y divulgador en Iberoamérica de la metapolítica. También ha realizado trabajos sobre América y su sentido, la teoría del disenso y la ética Aretaica o de las virtudes. También desde Buenos Aires, en este caso, la doctora Diana Maffia, doctora en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, doctora Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba, docente e investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la UBA. Desde 2012, dirige el Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Bienvenida. Y desde España, se encuentra el doctor Rodolfo Terragno, escritor, historiador, abogado, ex político, periodista y maestro de periodistas. Fue jefe de Gabinete, diputado y ministro. Su último cargo político fue el de embajador de Argentina ante la UNESCO. Es académico de número de la Academia Argentina de la Historia, del Instituto Nacional Sanmartiniano y presidente del Consejo Académico de la Universidad Siglo XXI.

Marcos Aguinis: Es muy interesante hablar de Corea del Centro en esta etapa. Es un país nuevo, evidentemente, pero

es producto de lo que está ocurriendo en el mundo. Tenemos el extraño privilegio de participar en un momento de la historia muy curioso, muy agitado, cargado de elementos que en otra época lo consideramos como extraordinario, como excepcionales. Fíjense ustedes que después de la extraordinaria y clásica relevancia griega en la antigüedad, se produjo un periodo de descanso hasta que saltamos, si se quiere, después a la época romana, al desarrollo del islam. Pero estamos hablando del siglo 7. Pasamos de varios siglos antes de Cristo, hasta el siglo 7 después de Cristo. Ahora nos toca en muy poco tiempo hacernos cargo de una situación extraordinariamente notable, diferente. Pareciera que las experiencias que hemos tenido con las dos guerras mundiales y las numerosas guerras que siguieron a la segunda, hayan sido suficientes o hayan sido excesivas, porque el mundo cambió mucho, hemos cambiado mucho, y no sabemos bien por dónde orientarnos. Por un lado, se ha producido un extraordinario avance de la ciencia, especialmente en el campo de la medicina y en el campo de la astronomía. Experiencias, avances notables e incluso, a pesar de las enfermedades y epidemias, el promedio de vida se ha alargado. Ahora ya no es extraño encontrarnos con personalidades de 80 años o más, cuando antes una persona de 40 o 50 años ya estaba terminada y no tenía ningún futuro adicional y todo esto lo estamos viviendo nosotros, sin saber bien cómo explicarlo o cómo manejarlo. Frente a esto, los seres humanos nos hemos convertido también en una suerte de virus de la corteza terrestre. A veces, cuando se describe al planeta terrestre, se lo compara con un huevo. Nosotros vivimos en la cáscara del huevo, qué hay adentro no lo sabemos bien, pero lo que sostiene al huevo, esa cáscara, esa enorme cáscara, está desplegada la humanidad, que tiene a su vez sus conflictos, sus rarezas, sus indagaciones de sí misma. Y todo esto nos lleva a que el desarrollo de la inteligencia humana sea realmente inabarcable o sea, quizá, algo que nos tiene que hacer avanzar hacia la humildad, porque sabemos mucho, pero no cuánto no

sabemos y hacia dónde va. De modo que en esta etapa en que estamos viviendo actualmente, tenemos una extraña obligación que es reconocer, por un lado, nuestros límites y, al mismo tiempo, admirarnos por el privilegio de vivir en esta etapa y tratar de que esta etapa sea buena, sea positiva para los que nos suceden a nosotros.

Alberto Buela Lamas: Ya que Marcos comenzó con el tema de nuestro tiempo, yo voy a seguir las huellas de él y voy a hablar de la teoría del disenso, de la que soy autor. Nosotros estamos sufriendo en esta época un pensamiento que es políticamente correcto, un pensamiento único que se transformó en pensamiento totalitario. Este pensamiento totalitario que no nos afecta físicamente, nos afecta en la conciencia, nos hace pensar a todos de la misma manera. Y yo lo encuentro esto, sobre todo en su proyección política, en la teoría del consenso. La teoría del consenso que nos viene a todo Occidente, al menos desde la escuela neo marxista de Frankfurt con Habermas y Apel y la Ética del Discurso. Entonces, ante este consenso universal, por lo menos para Occidente, proponemos la teoría del disenso, comenzar a pensar a partir de nosotros mismos. El disenso no es un pensamiento negativo, como dice Habermas. No, el disenso quiere decir “otro sentido”. Etimológicamente viene del griego, que es otro sentido, encontrarle otro sentido a lo que nos está ocurriendo y lo que padecemos. Entonces, el disenso en realidad es el mejor instrumento para profundizar sobre todo estas democracias aparentes que tenemos, democracias procedimentales, democracia que no son reales porque el pueblo no participa. Participa en los dos segundos del voto, nada más. Pero no participa. ¿Por qué? Porque los partidos políticos se han transformado en oligarquías partidarias. No necesito poner ejemplos, pero los partidos políticos dejaron de pertenecer a su origen, que es la sociedad civil, y se transformaron en aparatos del Estado. Es decir, se transformaron en empleados públicos que reciben los sueldos, los dineros del Estado, cuando los partidos políticos son creaciones de la comunidad, son

creaciones de la sociedad civil. Entonces, ¿el disenso qué es lo que plantea? Bueno, lo primero que hay que hacer es la preferencia de uno mismo. Usted decía recién en la presentación “pensadores argentinos”, lo primero es la preferencia de nosotros mismos, dejar de imitar, dejar de ser un espejo opaco que imita y encima imita mal porque imita, se imita a Europa y a lo que se piensa en Estados Unidos. Tenemos que dejar de imitar, esa es una tara que arrastramos desde hace años. El segundo punto es saber qué pensamos desde acá, desde nuestro clima, suelo y paisaje. Entonces este “desde acá” nos ubica a nosotros en algo que es fundamental, que es el ethos, ¿el ethos de quién? El ethos histórico del pueblo argentino, eso ya nos va salvando de nuestra propia subjetividad. Es decir, no es el disenso, porque soy contrera, no, yo disiento porque tengo otra visión del mundo que me la da el lugar, el enraizamiento que tengo yo en la existencia. Y a partir de ahí comienza con una tarea que me parece que es interesante, que es decir cuáles son las grandes categorías que condicionan la acción política de estos pensamientos, de este pensamiento y de este obrar prácticamente único. Bueno, entonces ahí, recién ahí, podemos llegar a lo que todos ambicionamos, que es la concordia interior, la paz y la paz interior.

Diana Maffia: Voy a inspirarme en las palabras de Marcos y de Alberto para pensar desde el feminismo, desde el pensamiento crítico que ha producido el movimiento de mujeres. Pensar cuál es el eje de la crisis que estamos viviendo, que tiene que ver con una ruptura de las recetas sociales, ya no son eficaces. Que tiene que ver también con algo que a veces se atribuye a una ruptura del pacto social, del contrato social. Se nos dice que hay una dificultad porque la sociedad ya no se siente representada por los políticos, por quienes tienen que administrar las cuestiones públicas, sino en todo caso suplantada, sustituida, porque no representan nuestros intereses y nuestros puntos de vista. El contrato social fue en parte la ruptura importante de pensar que la organización social era natural o se basaba en

la naturaleza, algo que Alberto Buela Lamas conoce muy bien porque era una idea aristotélica sobre la política. Era pensar que los sujetos acordaban entre sí reconocerse como sujetos de derecho, construyendo entonces una sociedad. Pero también que alguien iba a ser nombrado en un lugar de poder para controlar que ese pacto se cumpliera. Entonces tenemos un pacto social y también tenemos un pacto de poder. En ambos contratos las mujeres estuvimos ausentes, se consideró que no podíamos acordar derechos y tampoco podíamos representar en el poder los derechos, sino que éramos representadas. Ese contrato social tiene sentido como contrato de poder si todas las personas participamos en un diálogo con nuestros puntos de vista. Ahí entonces diría que la idea podría ser la de disenso, que está presentando Alberto Buela, pero también podría ser la idea de un contrato incluyente, de un contrato inclusivo, donde las diferencias no fueran la expulsión del contrato. Ahora, el sentido formal del contrato tiene que ver con que quien custodia el cumplimiento de las reglas tiene a la vez que cumplir las reglas, porque de otra manera habría corrupción, si la propia persona no cumple las reglas que se han puesto socialmente. También tiene que controlar que los demás sujetos cumplan el contrato, porque de otra manera habría anomia, si no hay forma de control. Y finalmente tendría que haber una sanción a quienes incumplen el contrato porque de otra manera habría impunidad. Yo creo que corrupción, anomia e impunidad son males de la época y son males que tienen que ver con esa ruptura formal. Pero además de la ruptura formal está esta más sustancial en que las mujeres hemos irrumpido en la política porque nos hicimos visibles en el espacio público, sobre todo a partir de la marcha Ni Una Menos, de cientos de miles de mujeres. Los políticos, los sindicalistas, las personas que de golpe vieron cientos de miles de mujeres en la calle, dijeron: “¿Quién las representa? ¿Quién las manda? ¿De dónde vienen? ¿Cómo se convocan?”. Bueno, esas redes de trabajo transversales, horizontales, esas formas de ejercicio del poder diversas que las

mujeres hemos ido cultivando en Argentina a partir del retorno de la democracia en los Encuentros Nacionales de Mujeres, que ya llevan 35 años, es decir, que se ha formado y se ha formulado una forma de construcción de acciones en común, que no implican olvidar las identidades ni olvidar las diferencias. El feminismo es extraordinariamente diverso y por lo tanto lo que proponemos es un ingreso a la vida pública, un ingreso respetuoso que implique no solamente acceder al lugar de poder, de un poder que ya está diseñado de antemano, sino acceder al espacio donde podamos, además, discutir las reglas. Y ese creo que es el desafío. Y ese es el sentimiento, muchas veces de hostilidad que sienten muchos sujetos de poder, que creen que hay algo que se está quebrando en su capacidad de tomar decisiones por el resto. Sí, se está quebrando porque estamos discutiendo las reglas y no simplemente la distribución del modo en que han decidido dividir la cosa pública.

Rodolfo Terragno: Voy a hablar del poder. Lo que quiero decir es que los presidentes o presidentas, los jefes o jefas de gobierno, son juzgados generalmente por lo que hacen y lo que teóricamente deberían hacer. Es decir, lo que hacen contra lo que teóricamente deberían hacer. Y esto supone que los gobernantes tienen un alto grado de libertad para optar y no es así. En realidad, los gobernantes tienen un margen muy estrecho, mucho menor de lo que se cree, y un análisis académico tiene que tener en cuenta cuáles son esos límites para realmente hacer un juicio acertado de la performance de un presidente o presidenta. Primero tiene que ver el estado en que se recibe el país. Un gobierno comienza con situaciones que pueden ser favorables o desfavorables, el pasado inmediato ha creado determinadas condiciones y eso, por supuesto, tiene que tenerse en cuenta. Luego está la situación internacional, la relación de todos los países con el mundo exterior es mayor también de lo que se piensa. A veces surge claramente cuando hay un hecho como el que ocurrió cuando la OPEP, en los años 70, decidió aumentar el petróleo y eso conmovió a toda la economía

mundial o la crisis financiera del 2008 de Estados Unidos. Pero realmente, siempre el mundo exterior influye y mucho, porque influye en los precios de las materias primas, de las cotizaciones bursátiles, la recesión en mercados a los que uno exporta, los tipos de cambio que se modifican. Todo eso tiene consecuencias políticas, económicas y sociales muy fuertes. Luego están las situaciones políticas del mapa mundial. Cuando se deshace la Unión Soviética, se crean o recrean nuevos países. Y cuando China entra en el mercado mundial, aparece un actor de 1400 millones de habitantes. Todo eso, por supuesto, tiene que afectar a cada uno de los países. Después tenemos las condiciones internas. Puede haber un gobierno unipartidario, un gobierno de alianza, un gobierno con disputas muy fuertes o con posibilidades de conciliar. Y también están las disputas internas dentro de las fuerzas gobernantes. Y por último, la cultura ambiente, el comportamiento social: las sociedades, ante un mismo problema, reaccionan de distinta manera, hay sociedades muy rebeldes y sociedades muy disciplinadas. Todo esto hace que el margen que tiene un presidente o presidenta sea muy estrecho. Entonces, ¿cómo hay que jugarlo? Hay que jugarlo por lo que hacen en la zona de libertad que tienen y por cómo enfrentan esas restricciones, cómo tratan de vencerlas, cómo tratan de reducirlas. Eso es lo que yo creo que en general no se evalúa y que académicamente hay que evaluar.

Pais: La pregunta de Marcos Aguinis para Alberto Buela Lamas: ¿Cómo puede lograrse que la filosofía oriente hacia un progreso sostenido de la cultura en Iberoamérica?

Buela Lamas: La filosofía tiene que sacarse de encima la ideología que presiona sobre ella desde hace al menos medio siglo. Este fue el motivo por el cual un filósofo en la política de la talla de Leo Strauss denunció que la filosofía política enseñada en el ámbito académico se había ideologizado y había que dejar de enseñarla. Se ideologizó por el marxismo y sus variantes y por el liberalismo progresista y sus variantes socialdemócratas, pues ambas posturas se manifiestan como ideológicas cuando

aplican la “falacia”, denominada “falacia” por Leo Strauss, la reductio ad hitlerum de aquellos que se le oponen. El progreso se puede lograr si hacemos filosofía sin más, como decía el mexicano Leopoldo Zea. Hay dos ideas que están en juego acá. El capitalismo liberal entendió el progreso como un proceso de acumulación. El socialismo marxista lo entendió como un mesianismo laico, con la construcción de la sociedad comunista de los productores asociados, que produjo 100 millones de muertos. Los filósofos antiguos, los filósofos en serio, decían que entendían el progreso como el paso de lo peor a lo mejor. Desde el punto de vista del pensar, donde se sitúa la filosofía, esto es, el conocer profundo, el progreso se desarrolla de dos maneras: en intensidad o en profundidad, nunca lineal ni horizontalmente. La profundidad del progreso nos indica el grado de interiorización existencial del sujeto, cuando yo lo incorporo en mi existencia. Y esto es el sentido genuino del progreso, la interiorización cada vez más intensa de las verdades que conocemos o, mejor aún, que barruntamos. El proceso de interiorización tiene grados sucesivos que contienen unos a otros, por eso se dice, y es válido para la filosofía, que en la vida espiritual y en la vida intelectual, el que no avanza, retrocede.

Pais: La pregunta de Marcos Aguinis para Diana Maffia: ¿Por qué ante la violación explícita de los derechos femeninos en Afganistán no se ha producido un levantamiento universal de las numerosas organizaciones feministas para conseguir un resultado concreto?

Maffia: Primero quiero decir que sí se ha producido un movimiento colectivo muy fuerte. Quizás hay un error al considerar que debíamos estar todas juntas en un mismo lugar. Como dije, el feminismo es un movimiento sumamente diverso. Y esa reacción que ha tenido el colectivo feminista no ha sido en una sola dirección. Esa reacción, ese movimiento, incluye también a las mujeres afganas. Pero lo que ocurre es que no ha tenido la difusión probablemente explícita en los medios concentrados de poder, porque es un tipo de feminismo muy crítico con los tali

banes, pero también muy crítico con quienes tuvieron durante décadas el poder en Afganistán y tampoco fueron sensibles a una inclusión en las reglas, insisto en esto, de la voz de las mujeres. Pero, claro, las mujeres habían logrado un estatus público más importante. Un ejemplo es el movimiento de la Asociación de Mujeres Juezas de España, que hizo una propuesta explícita de refugio para las mujeres juezas afganas, porque obviamente ya las mujeres no van a poder impartir justicia. Movimientos, por ejemplo, en la propia Argentina: la Fundación Amal propone un patrocinio comunitario de personas refugiadas para que de Afganistán puedan residir en la Argentina, puedan ser recibidas. El derecho a la educación también ha recibido una impronta fuerte. Hay que ver que la historia de Afganistán es una disputa anacrónica, bipolar, entre la Unión Soviética y Estados Unidos. Todavía es una historia marcada por esa grieta. Se difundieron inmediatamente, el propio movimiento de mujeres, la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán difundió las 29 prohibiciones del régimen talibán. Pero también desde esas mujeres afganistanas se insistió en que no hubiera por parte de Occidente un sentimiento de superioridad moral de tipo salvacionista diciendo: “Las vamos a salvar del Islam”, porque parte de lo que las mujeres islámicas piden es no tener con ellas pensamientos coloniales. Porque muchas de ellas eligen creer en el Islam, pero también eligen hacer una relectura crítica del Islam. Entonces quiero leer para concluir algo que dice Natalia Andújar, directora del Centro de Formación de Educación para el Islam y de la Red de Mujeres Musulmanas, dice: “Muchas feministas institucionales y mediáticas se han arrogado el derecho a decidir quién es feminista y quién no, cómo deben pensar las mujeres, cómo deben vestirse, cuál ha de ser su agenda política y cómo deben combatir las religiones para finalmente poder entrar en el templo feminista blanco burgués”. Bueno, ese feminismo blanco burgués del norte, no es el feminismo de todo el mundo, particularmente no es el de América Latina. Y entonces, cuando juzguemos a esas muje

res afganas, hagámoslo dándole la autonomía relacional que merecen para decidir su destino.

Pais: La pregunta de Marcos Aguinis para Rodolfo Terragno: ¿Puede resumir, Rodolfo, su amplia experiencia política de manera que ayude a comprender la confusa actualidad iberoamericana?

Terragno: No hay homogeneidad; el Brasil de Bolsonaro no es igual al Chile de Piñera, la Venezuela de Maduro no es igual a la Colombia de Duque. Pero buscando elementos que puedan servir como común denominador, primero, hace ya muchos años que no hay golpes militares, que no hay gobiernos militares o gobiernos populistas autoritarios legalizados por la votaciones. El otro elemento, que creo que es negativo, es que se está produciendo una desintegración de los espacios comunes. Hubo toda una tendencia en un momento, con el Mercosur, la Comunidad Andina, la Comunidad Centroamericana, el CARICOM, la idea de formar unidades económicas que a la vez eran unidades políticas y reconstituían en cierta forma la idea de una Latinoamérica más homogénea, más integrada, y ahora están desapareciendo, desintegrándose. Eso corresponde a una vuelta al proteccionismo en el mundo, pero creo que tiene un efecto negativo. Un efecto positivo, entonces, es la desaparición del militarismo, de los gobiernos militares. Y un aspecto negativo es la desintegración de los espacios económicos.

Pais: La pregunta de Alberto Buela Lamás para Diana Maffia: ¿Qué opinión le merece el juicio de Nancy Fraser, autora de “Manifiesto de un feminismo para el 99 por ciento”: “El neoliberalismo progresista de EE.UU. es una alianza de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQ), por un lado, y, por otro, ¿sectores de negocios de alta gama simbólica y sectores de servicios (Wall Street, Silicon Valley, Hollywood)? En esta alianza las fuerzas progresistas se han unido con las fuerzas del capitalismo cognitivo”?

Maffia: Nancy Fraser es una de las filosofas políticas más

importante de la izquierda feminista y estoy muy de acuerdo con lo que ella señala. Tanto el “Manifiesto para un feminismo para el 99 por ciento”, donde ella escribía la necesidad de que el feminismo llegara a sectores mucho más amplios que aquellas mujeres privilegiadas, como dije antes del feminismo blanco burgués, como en este manifiesto del neo liberalismo progresista, donde aparece como un oxímoron, una contradicción; lo que ella quiere señalar son las fallas de la izquierda diciendo que el feminismo no tiene por qué contentarse con ver que las mujeres están representadas en la cima de la sociedad que estas empresas representan, incluso multinacionales. Bueno, no les alcanza con escalar posiciones porque hay dentro del desbarajuste capitalista, problemas ecológicos, problemas sociales, problemas de cuidado, problemas de precariedad económica. Y esto hizo que el progresismo perdiera en Estados Unidos, que es lo que en principio le preocupó. Pero le preocupó también que en lugar de aceptar los términos en los que se presenta el dilema político entre que el Estado nos proteja y esa protección social depende de un tipo de vínculo económico capitalista, muchas veces neoliberal, o que nos emancipados y entonces cada cual se arregla como puede. Bueno, la idea es que no sea el dilema entre protección social y lo que ella llama “financiarización”. Es un término que alude a la importancia que el capital financiero internacional tiene para el funcionamiento económico, también en nuestro país. Me encanta que me haya hecho esta pregunta, Alberto, porque tiene mucho que ver también con algunos de los fracasos económicos y políticos en el país. La actividad financiera no solamente se expande, se globaliza, se apodera de todo, sino que también altera el modo en los cuales se ha organizado la sociedad, incluso en términos de mercado, pero también en términos sociales y, sobre todo, quiénes son los agentes que cuentan dentro de la sociedad. Entonces, lo que ella señala es que no tendríamos que pensar simplemente en cómo beneficiar a las empresas o cómo aumentar el valor de las acciones, sino partir de algo que, justamente,

toma de los feminismos latinoamericanos: la base de partida es una buena vida, la buena vida que era también un concepto aristotélico, ¿no es cierto, Alberto? La idea de vida buena y no solamente la idea de quién prospera económicamente con el capital financiero en el centro. Lo que las feministas hemos puesto en el centro es el cuidado, y ese cuidado precisamente va en la línea de Nancy Fraser.

Pais: La pregunta Alberto Buela Lamas para Rodolfo Terráneo: Sabiendo que usted es un erudito en San Martín, ¿nuestro máximo prócer fue masón, fue católico, ambas cosas o ninguna de ellas?

Terragno: Probablemente ambas, porque primero, si tuviera que señalar elementos concretos o bastante significativos que demuestran una vinculación de San Martín con la masonería, señalaría que cuando él gobernaba Perú, creía que tenía que haber en Perú un rey de una casa europea, porque si no la existencia del Perú independiente desaparecía; él mandó a buscar al príncipe de Saxe-Cobourg, que era Leopoldo, que después fue el primer presidente de Bélgica, el líder belga. San Martín estuvo en todo ese proceso de la independencia belga respecto de los Países Bajos. Pero, por otro lado, hay elementos muy fuertes en favor de la idea de un San Martín católico. Primero, que en el Código Militar del Ejército de los Andes, se decía que quien blasfemara el nombre de Dios, tendría que tener una mordaza durante ocho días, y si reincidía, “que un hierro candente le atravesara la lengua”, cosa que luego iba a ocurrir. Era una indicación de la fuerza que le quería dar a eso. La Virgen del Carmen fue la patrona del Ejército de Los Andes. Creo que las dos cosas. La masonería era una organización civil que luchaba contra el absolutismo y contra la Inquisición, y entonces era secreta, pero no era una religión e incluso admitía a la religión católica.

Pais: La pregunta de Alberto Buela Lamas para Marcos Aguinis: ¿Qué opinión tiene sobre la afirmación de Borges en cuanto a la impronta argentina? Borges ha sostenido que nosotros,

como los judíos que actúan dentro de la cultura occidental pero no se sienten atados a ninguna devoción por ella, podemos manejar los tópicos europeos sin supervisiones ni preconceptos y con irreverencia, y allí radica nuestra fuerza y nuestra ubicación en el mundo. Pregunta: ¿La irreverencia argentina, para muchos fanfarronería o egolatría, es lo mejor que podemos dar y dónde está anclada nuestra creatividad?

Aguinis: Borges ha sido un gran conocedor de la historia judía y la teología judía y de la ética judía y de la literatura judía. De modo que lo que afirma comparándonos es muy atendible, desde luego. Yo publiqué algunos libros en ese sentido, he escrito un libro que se llama “Argentina, un país de novela”, de novela, por supuesto, tiene muchos ingredientes imaginativos y falsos. Escribí otro libro que se llama “El atroz encanto de ser argentinos”, una gran contradicción, dolorosa contradicción. Después el libro anduvo tan bien que me pidieron otro tomo más y escribí un segundo tomo de “El atroz encanto…”. Y más adelante, como era insatisfactorio todo eso, escribí otro ya mucho más doloroso que se llama “¡Pobre patria mía! Ahí está demostrado lo que decías preguntándome sobre las contradicciones argentinas. Sí, los argentinos tenemos ese carácter de contradicción, de rebelión, y eso es positivo, desde luego. Lo que ocurre es que no siempre esa rebelión está bien dirigida. Las rebeliones que ahora estamos padeciendo llevan a la destrucción, a la miseria y al pobrismo. Las rebeliones deberían ser las que orienten hacia el progreso, hacia la hermandad, hacia el conocimiento. Eso es lo que nos está faltando.

Pais: La pregunta de Diana Maffia para Rodolfo Terragno: Usted imaginó el siglo XXI como proyecto varios años antes de que llegara. ¿Imaginaba el papel del Movimiento Internacional de Mujeres en este siglo? Escribió la biografía de una mujer poco conocida pero muy influyente en la historia argentina, María Josefa Morales de los Ríos. ¿Para usted, dónde debería buscarse el protagonismo de las mujeres en la historia?

Terragno: No, no me sorprendió. Yo había leído, cuando era

adolescente, una biografía de Emma Goldman y la historia del Women’s Rights de Gran Bretaña, donde incluso postulaban ya no sólo el voto, sino derechos muy importantes que en cierta manera todavía le están conculcados. Pero si uno toma el período reciente de Europa y de América, los gobernantes más fuertes han sido mujeres: Thatcher, Merkel, Indira Gandhi, Cristina Fernández de Kirchner, todas figuras muy, muy fuertes. Sí, pero sólo el 6 por ciento de los gobernantes del mundo son mujeres. Yo apoyé la ley de cupo, cuando era senador, y se decía que tenía que haber méritos, que no era cuestión de género, que tenía que haber méritos. Pero cuando hay una inercia, es muy difícil que esa inercia se pare si no hay un hecho artificial que hace que la corte. Por otro lado, si se trata de hacer una meritocracia, hay que analizar también los méritos que tendrían los hombres para ocupar los puestos que ocupan.

Pais: La pregunta de Diana Maffia para Marcos Aguinis: Las mujeres han sido históricamente apartadas de la educación y en nuestro país las primeras universitarias eligieron la carrera de medicina. ¿Por qué cree que ocurrió esa elección? Si le tocara hoy dirigir un programa de democratización de la cultura, ¿las tendría especialmente en cuenta como productoras de saberes o como receptoras? ¿Le parecería necesario hacer un programa igualitario?

Aguinis: No hay duda que yo apostaría a que la mujer sea receptora y creadora de cultura, pero por qué la mujer en la Argentina tardó tanto en actualizarse, en tener un protagonismo importante, y por qué eligió la carrera de Medicina. Esto se asocia con características de la feminidad y lo que se pensaba en aquella época: a la mujer se la asociaba más bien con la enfermera, con la madre. Entonces, por eso la medicina era su mejor espacio. En ese momento, era muy difícil que sea abogada, muy difícil que sea contadora o sea ingeniera. No se confiaría en ella. Pero la mujer como médica era confiable y por eso se destacó tanto en la medicina por sus aspectos tiernos, inteligentes, solidarios, de protección. Y esto justifica claramen

te porque la mujer en medicina se destacó tanto en la Argentina. Pero hoy en día eso ya ha sido superado de nuevo. Ya no solamente la medicina, sino todas las carreras son aptas para mujeres. Especialmente se destacan muchas en la tecnología, están tomando ventaja y eso es muy bueno.

Pais: La pregunta de Diana Maffia para Rodolfo Terragno: El título Corea del Centro sugiere un punto intermedio entre el capitalismo y el comunismo. ¿Puede haberlo? ¿Qué características tendría?

Terragno: Yo el punto del medio no lo veo como una situación estable. Es decir, así como es claramente definible Corea del Norte, más fácil, por supuesto, porque es un régimen totalitario, y Corea del Sur, que es capitalista; Corea del Centro no sería exactamente otro Estado, sino un Estado donde se cruzarían las dos tendencias. Desde luego que hay una tendencia, la de Corea del Norte, que es absolutamente detestable, es detestable, nos infantiliza, nos convierte en autómatas, en seres despreciables. Pero, en fin, existe y existe en todas partes. Existe en nuestro país también, como definía Montesquieu, hay gente que tiene el placer de ser gobernada y ser dominada. Por eso muchas veces encontramos con tanta facilidad la entrega al dictador, la adoración al dictador. Eso existe. O sea que en Corea del Centro existirían también tendencias a la dominación, al sometimiento. Pero también existiría la otra tendencia, al progreso, a la libertad y al cuestionamiento. Esa es la característica positiva de Corea del Centro como algo permanentemente dinámico, intercambiable.

Pais: La pregunta de Rodolfo Terragno para Alberto Buela Lamas: ¿En qué coincide y en qué difiere su pensamiento del pensamiento de Alain Badiou?

Buela Lamas: Coincido con Badiou en que el objeto propio de la metapolítica es el estudio de las grandes categorías contemporáneas que condicionan la acción política actual. Es una disciplina del presente, aunque puede usarse para explicar los fenómenos del pasado, en el caso de los historiadores como

usted. Y difiero en su comprensión, pues cito a Badiou: “La metapolítica se ocupa de aquello que en filosofía lleva la huella de una condición política que no es un objeto que habría que producir, sino sólo una contemporaneidad que produce efecto filosófico”. Es un poco oscuro, Badiou, me parece que oscurece las aguas para que parezcan más profundas. “Es decir, el término metapolítica hace referencia al dispositivo que puede dar cuenta de los efectos generados hacia el interior de la filosofía a partir de instancias políticas. En este sentido, se trata de un saber que supone nuevas formas de pensar la filosofía como producto del acontecer político”. Nosotros sostenemos, por el contrario, que la metapolítica no es una disputa en el interior de la filosofía, sino es una disputa por los condicionamientos que padece la política. En una palabra, se trata de pensar la política como un acontecer que ha sido producido por las distintas ideologías. La metapolítica no es otra cosa que ruptura con la opinión, como lo era la filosofía para Platón, y que además va contra la criptopolítica, la de los lobbys, los grupos de presión y los intereses ideológicos. Ya que hable de ruptura con la opinión, le muestro este libro mío que acaba de salir, “Pensamiento de ruptura”, que usted lo puede comprar, Terragno, por Amazon.

Pais: La pregunta de Rodolfo Terragno para Diana Mafia: ¿Qué han hecho hasta ahora el poder político y la justicia argentina para contrarrestar la violencia de género; lo positivo y lo negativo, lo logrado y lo por lograr?

Maffia: Cuando hablamos de violencia de género, nos referimos a un tipo de violencia que no es interpersonal, sino que es el trasfondo estructural de las relaciones desiguales de género, en el cual sistemáticamente las mujeres son víctimas, incluso de formas extremas de violencia. Y esta forma estructural se ha tardado mucho en considerarse como un problema político en el que el Estado tiene que intervenir. Yo mencioné al comienzo la marcha Ni Una Menos, que es la que hizo políticamente visible el feminismo, y ahí se reclamaba fundamentalmente al Esta

do una deuda muy importante en producir datos estadísticos sobre violencia hacia las mujeres. Sin esos datos es imposible tener respuestas eficaces, ni siquiera en la Justicia donde, por un lado, operan muchísimos prejuicios y muchísimos estereotipos. Un mes después de la marcha, como respuesta, la Corte Suprema de Justicia creó el Registro Público de Femicidios y ahí se ve que un 65 por ciento de femicidios, en 2020, ocurrieron en las viviendas de la víctima, y el 23 por ciento, en lugares públicos. Quiere decir que la mayoría de los casos ocurrieron en las casas. Las casas no son el lugar más seguro para las mujeres y además la mayoría, en manos de su pareja y expareja. La familia no siempre es el lugar de protección y de afecto, ni para las mujeres, ni para los niños y las niñas. Los expertos que se consultaron en la pandemia no tuvieron en cuenta esta violencia para decretar el aislamiento y entonces eso aumentó enormemente la violencia doméstica intrafamiliar. ¿Avances? Medir las condiciones de desigualdad, la violencia estructural de género medida como brecha laboral, la asignación de tareas de cuidado, uso del tiempo, violencias institucionales. El desafío, creo yo, es considerar que ese lugar que se nos ha dado las mujeres, que es el lugar de cuidado, se transforme en la obligación política y el centro de las intervenciones del Estado. El cuidado debe ser desfeminizado, porque no es obligación de las mujeres; desprivatizado, porque no es algo que debe ocurrir en la vida privada de cada quien sino que debe ser público; y desmercantilizado, porque no puede depender de que cada cual pueda pagar la tercerización del trabajo de cuidado.

08-10-2021

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