Cuernos para la hinchada

2017-03-22T07:00:00.0000000Z

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Editorial Perfil

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Vintage

Bella, deseada, espléndida, esculpida, fina, la modelo Nicole Neumann protagonizó un cuerno de antología para el archivo feminista que la llevó a la tapa de todos los diarios y revistas. No sólo engañó a su marido legal, el modelo y cantante Nacho Herrero (aunque después diría que ya estaban separados de hecho...) sino que lo hizo con un futbolista de primera línea a quien conoció realizando una producción fotográfica para la tapa de revista Hombre, en el marco del Mundial de Alemania 2006. Fabián “el Poroto” Cubero murió al verla y, de cholulo nomás, después de la producción le pidió a la diosa sacarse fotos con ella para su álbum personal. La atracción fue mutua y, aunque trataron de ocultarlo mientras la bella “tramitaba su divorcio”, no pudieron y terminaron pescados in fraganti el 21 de octubre de 2006 en la chacra de Nicole, ella en topless, él con un boxer de lycra blanco, besándose, mimándose y jugando con las veinte mascotas de ella. La ola de chistes que hubo en la época con el tema de los perros de Nicole fue grande ya que no fue el mejor momento futbolísitco del hombre de Vélez Sarsfield a quien, evidentemente, no le habían cortado las piernas pero lo venían dejando sin ellas de tanta actividad amorosa, haciendo que lo expulsaran dos veces de la cancha en menos de un mes. Obviamente, no era el primer encuentro después de aquella tapa, pero sí el que confirmó el secreto a voces gracias a la habilidad de la prensa. Nicole no llegó a este romance siendo virgen de don Cornelio. La diosa jura que a ella también la engañaron, y sin dar nombres, dio a entender que el encargado de ponerle la marca en la frente fue el antecesor de Herrero, pero lo cierto es que hubo de ambos lados. En enero de 2004, Nicole protagonizaba el primer gran romance del verano cuando, habiendo llegado a Punta del Este con Matías Liberman, quien hasta entonces era su novio desde hacía cuatro años y también su manager, se pelearon y él se volvió a Buenos Aires. A los pocos días, la modelo conoció a Ignacio Herrero, y una playa solitaria fue el escenario de una pasión repentina que, por supuesto, llegó a las páginas de todas las revistas. Después hubo que volver a Buenos Aires, dar explicaciones a Liberman (a quien, dicho sea de paso, la modelo había dejado en dos oportunidades para volver a los brazos de su anterior novio, el relacionista público Adrián “el Facha” Barbini). Enamoradiza, audaz y finalmente confesa infiel, Nicole plantó bandera en la quinta de Poroto, con quien armó una familia y hoy, más allá de alguna pequeña crisis y “cositas, como tienen todas las parejas”, como dijo ella en octubre de 2016, disfrutan de tres hijas tan hermosas como la madre. “He sido infiel y lo asumo. Y también me han sido infiel a mí, pero no necesariamente en mi matrimonio. Son cosas que tenía que vivir antes de que llegue el momento de tener un hijo y querer formar una familia. Viví todo lo que quise vivir”, dijo Neumann, dando por teminado el asunto del cuerno, sus orígenes y sus consecuencias. Por supuesto, Cubero también dejó una víctima herida en el camino porque él estaba de novio desde hacía casi ocho años cuando Neumann irrumpió en su vida. Y la pobre novia engañada, llamada Sofía, contaría más tarde ¹ que, efectivamente, fue después de aquella tapa que ellos habían decidido cortar la relación a pedido del futbolista, que dijo estar “confundido”, o sea, el típico y legendario “no sos vos, soy yo”; pero que ella intuía que esa confusión tenía forma de mujer, porque después de las fotos de H, Sofía se fue con Cubero a Bariloche y él ya entonces no era el mismo. Las sospechas de la joven, entonces profesora de flamenco, se harían realidad cuando, ya distanciados, ella pasó con una amiga por el departamento que había compartido durante un año de convivencia con el futbolista para terminar de sacar objetos personales y no pudo abrir porque estaba la llave puesta. aesde adeníro, Cubero griíó “¡ya voy!”, abrió la mirilla (¡grave error, las mujeres tenemos vista de lince!) para pedirle que volviera en media hora (¡otro error, le dejó la sospecha picando, servida en bandeja!) y ella, que a través del orificio de la puerta pudo ver la sombra de una mujer rubia, aceptó, pero ¡era obvio que regresaría en diez minutos! Y así, se encontraron todos en el hall del edificio. “Cuando los descubrí, ella tenía la misma cara de póker de siempre”, dijo la entonces cornuda señorita con una claridad absoluta para describir la expresión de la modelo. La misma que usó siempre Nicole para enfrentar a la prensa cada vez que le preguntaban si era cierto que salía con el volante de Vélez.. 1. Revista Gente, 19 de septiembre de 2006 32 Cuernos - Marcela Tarrio

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