Un cuerno para la estampita

2017-03-22T07:00:00.0000000Z

2017-03-22T07:00:00.0000000Z

Editorial Perfil

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/281784218920724

Vintage

Un libro entero se podría escribir con la historia de Nito Artaza y Cecilia Milone, pero no hace falta, porque casi todo, finalmente, quedó expuesto por boca de los propios protagonistas, que de tantos años de silencio y mentiras, un día decidieron no dejar de hablar más. Y la verdad, lo bien que hace Cecilia, porque está claro que ahora manda ella y si dice que hay que ir a un programa, se va. Para adentrarme en esta historia, elijo transcribir mi editorial de revista Semanario, de enero de 2016, titulada “Las amantes ya tienen su santa”. “Los miro y no lo puedo creer. Y sé que muchos se siguen preguntando si es sólo prensa o una realidad digna de un culebrón. Si miramos para atrás y recordamos que él llegó a hacerle un juicio a ella, o que él estuvo cuatro años de novio con una bomba sexy –un poco hueca, pero sexy al fin– mientras ella nunca más presentó un novio oficial; o que hubo varios encuentros entre ambos que casi terminan en la sección policiales de los diarios, lo que menos podemos creer es que hoy estén juntos arriba de un escenario y gritando a los cuatro vientos que son pareja. Ese sapo, uno sólo se lo traga con la pluma del recordado Migré… Sin embargo, allí está Cecilia Milone, radiante, eufórica, de la mano del hombre que amó, ama y, al parecer, amará toda la vida, Nito Artaza. El mismo que, de la mano de quien fuera su esposa, Cecilia Oviedo, la llevó a Tribunales por haber dicho que estaba recibiendo amenazas tras revelar intimidades de la relación prohibida que habían mantenido. Sí, porque si no lo recuerdan, la relación de Milone y Nito fue de amantes, y salió a la luz por la boca de la cantante, que en 2007, sientiéndose humillada por el correntino, salió a gritar “tuve una relación de más de seis años con Nito”. Hoy, la amante eterna es la pareja del también político y, erguida con el estandarte, disfruta la victoria. Y esa bandera, mujeres, no se mancha. Tras una larga espera, con paciencia china, Cecilia cumplió el sueño de toda mujer que haya estado o esté en su lugar: ser, de una vez por todas, la única, la oficial. Nito y Cecilia se conocieron en 1999, arriba de un escenario, y años después, cuando el hoy senador radical se distanció por segunda vez de Oviedo – madre de su hijo Leandro y tocaya de la amante, un truco genial, caballeros, para no equivocarse con los nombres–, empezó el primer capítulo de su historia con la actriz. La relación comenzó oculta y siguió así. El blanqueo jamás llegó e, incluso, Nito volvió con Oviedo, una y otra vez, y en cada intervalo, como el sol, la otra Cecilia siempre estaba… Hasta que en 2007, Milone explotó la bomba. Artaza, que acababa de volver con Oviedo, prefirió el silencio, pero su mujer habló, y dejó una frase para la historia cuando le dijo:“i’m sorry for you, querida”. A finales de 2015, él rompió con su novia de turno, Silvina Scheffler, convocó a Milone para la obra “Segunda Vuelta”, y la pareja se unió en la vida y la ficción. Y todos sospechamos… Pero ¿saben qué?, yo le creo a Cecilia. Se la ve radiante, como sólo podría estar Penélope ante la llegada de su Ulises después de tejer y destejer por años. Ella dijo con una convicción absoluta: ‘Yo no estaba esperando. Yo estaba en mi posición. Yo siempre supe que él era para mí y yo para él y que un día íbamos a estar juntos’, y aunque yo no logro entender un amor capaz de soportar tantas humillaciones, la comprendo. Nadie sabe qué podrá pasar mañana, sobre todo teniendo en cuenta los vaivenes emocionales de Nito, pero a Cecilia, nadie le saca lo logrado. Señoras amantes, marche ya una estampita con el bello rostro de Milone. Que Santa Cecilia las identifique y las guíe. Desde acá, mi más sentido aplauso y admiración”. Eso escribía yo a principios de 2016, cuando Cecilia y Nito andaban juntos por la tele y las revistas mostrando que esta vez iban “en blanco” y que es para siempre. A la fecha de publicación de este libro, seguían juntos, y continuaban dando notas, quizás recuperando el tiempo de exposición perdido. Y yo sigo pensando igual: que Cecilia lo logró, que más allá de los errores que haya cometido por amor, se lo merece y que es el paradigma de la amaníe redignificada que le da una esperanciía a íanía íercera desesperanzada que anda por ahí, con la resignación de pensar que va a ser “la oíra” in aeíernum.

es-ar