A la vejez, viruela y cuernos
2017-03-22T07:00:00.0000000Z
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Editorial Perfil

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Vintage
En esta historia no falta nada. Está el infiel de 75 años, la esposa de 56, la otra de 20 y tantos, la suegra, las ex, los hijos y, como si fuera poco, ¡la televisión! Y por allí, así como por los medios gráficos, se han dicho tantas cosas que sería imposible reproducirlas a todas, sobre todo porque el abanico de calificativos es tan amplio que necesitaríamos un libro y medio más. Pero además, porque, como sucede en la vida de todos, y como tantas veces leímos en la parábola del rey o el anillo del difunto Julio Grondona, “esto también pasará” o “todo pasa”. Y los que ayer se mataban hoy pueden volver a trabajar juntos. Es muy difícil no haber escuchado, aunque sea al pasar, qué sucedió entre Carmen Barbieri y Santiago Bal, al menos que uno haya estado en coma o en un iglú en Groenlandia, porque absolutamente todos los medios gráficos, de tevé, radiales y de internet cubrieron el escándalo. Pero se hace necesario contar ciertos detalles para entenderlo mejor y refrescar la memoria. La hoy capocómica y el actor y director estuvieron juntos 25 años, desde 1986 a 2011, y tienen un hijo en común, Federico Bal, hoy también famoso y mediático. Más allá de los antecedentes personales de cada integrante de este matrimonio (ninguno fue un santo y ambos tienen cuernos varios en el placar), la vida en común transcurrió sin escándalos de ese tipo, al menos que yo recuerde. Pero en el año 2011 tuvieron uno que compensó tanta paz. Y como diría la abuela (la mía, al menos), fue para alquilar balcones. Porque el hombre, que entonces tenía 75, engañó a Carmen con una felina mujer que acusaba 21 (permítanme que lo ponga en duda), pero que, año más, año menos, ¡podría ser su nieta! Talentosísima bailarina de tango y con academia propia, la joven, Ayelén Paleo, un día tiró la chancleta, o mejor dicho los zapatos stilettos con pulsera y se fue para la revista. Y, desnudo va, desnudo viene en varias publicaciones para hombres, llegó a la obra “Bravísima” protagonizada por Carmen y Santiago, que él dirigía. O sea, si para una actriz hay algo peor a que le metan los cuernos, eso es que se los metan ¡delante de sus narices y con una del elenco! Lo cierto es que Carmen descubrió el engaño y siempre dijo que fue por un mail que su marido le mandó a la bailarina. Y aquí lo repoduzco íntegro porque no tiene desperdicio y porque si hay alguien novato y con ganas de engañar a su pareja tiene que saber que ¡no se puede mandar mails! Aquí, el texto de Bal a Paleo que en su momento se leyó en “Intrusos”, al cual me tomé el atrevimiento de corregir ante algunos errores de puntuación o de ortografía, y de calarle aclaraciones en otra tipografía para que se entienda: “Hola amor: Siento empezar así pero estoy muy triste, la estoy pasando mal, muy mal, sin vos, lo único que le daba un poco de alegría y felicidad a mi vida. Te necesito, me cuesta mucho tenerte por momentos tan cerca sin poder hablarte siquiera. Hoy estuvo (por razones de tiempo) a punto de sacarte el tango y el sketch para dárselo a alguna de las chicas con más cartel (obviamente, habla de Carmen). Me tuve que jugar al mango, tratando de no venderme, diciendo que sos la mejor en tango y que el sketch lo escribí para vos. ‘Si se lo sacas me voy y con mis libros: buscate otro autor y director’ (le dijo él a Carmen). Se la bancó. Pero la cosa es terrible: todos los días otro cachetazo. Alguna hija de puta sigue mandándole mensajes jodidos y todos los días la ligo. ¿Hasta cuándo? Por más que insiste no logró sacarme nada. Ya tiene varias candidatas (bajo sospecha de ser la otra), empezó por vos, luego Paola Miranda, ahora Andrea Ghidone. Solo me estimula saber que buscábamos un modo de hacerte popular y sin proponerlo lo logramos. Ojalá te resulte. Amor, te mando con Casandra (asistente de Bal) lo que falta para los pasajes y cualquier cosa que necesites decímelo por ella o Julieta (Julieta Bal, la hija de Santiago y Silvia Pérez, que negó ser cómplice de la historia pero admitió que sabía de esa relación), dos personas con quienes puedo contar. Al terminar la gira estaré solo toda una semana, espero que podamos estar juntos. Por el momento, no soy más que un idiota que sueña con vos, recuerda tu olor y ama tu amor. Tuyo: yo. Si vas a contestarme y/o borrarlo hacelo ya.” Bueno, como dicen los yankees, “no comments”, que el árbol está caído y no hace falta más leña. ¿Y Paleo? Ahí anduvo por años haciendo mutis por el foro, hasta que en ese mismo 2014, salió a hablar. Y si el mail no tenía desperdicio, sus palabras, menos. A esta altura, ya nos grabábamos los programas de chimentos para no perdernos la segunda parte de esa novela de engaños y traiciones que en 2011 nos había dejado con más preguntas que respuestas y con final abierto. Alberto Migré y Quique Estevanez, dos porotos... Luego de que se conocieran los mails y charlas privadas entre Carmen y Santiago que daban por hecho que Paleo fue la amante, ella salió a contar su versión en “Intrusos”, el ciclo de América. ¿Dónde si no? Aquí, sus reflexiones: “Él me decía que estaba enamorado. No sé si estaba caliente en verdad. Nos encontramos tres o cuatro veces en Manhattan”, dijo refiriéndose no a la ciudad, sino el café de Belgrano. “Era los jueves porque yo iba a hacer pole dance y me quedaba cerca y él pedía que vaya. Tomábamos algo, me contaba un montón de cosas, del laburo y de su vida privada. Tenía miedo de decirle que no. Era nueva y él era mi jefe. Me daba consejos y a mí me servían. Ya en un tercer café me habló de otras cosas”. Entiéndase: le tiró los galgos, que por entonces aún podían correr carreras, y el zoológico entero, blanqueándole que con ella, él quería alguito más... “En el teatro me llamaba al camarín y me preguntaba cómo me había ido. Me estaba seduciendo, yo me doy cuenta de esas cosas”, dijo al mejor estilo naif de la “Hola, Mami” de Luisa Albinoni en el programa “La peluquería de Don Mateo”. “Yo lo veía como un hombre solo, carente de afecto. Me dijo que se quería ir a París conmigo. Y yo en vez de decirle que no, le decía: ‘bueno, lo vemos. Ese fue mi error”. Lo que sí remarcó Ayelén fue que jamás tuvo relaciones sexuales con Santiago y que tampoco fue a la casa que la pareja tenía en Ingeniero Mashwitz: “Cuando escuché lo de Maschwitz pensé que era un país”, agregó, dejando una frase para la historia casi superior a la de Susana y su dinosaurio vivo o a la de Karina Olga Jelinek y su “las chilenas son casi latinas”. Paleo también aclaró el tema de los supuestos pagos con regalos y los pasajes aéreos que gozaba como privilegio en las giras con la revista y que Mariano Bal (el hijo mayor de Santiago, de su primer matrimonio) confirmó. “Jamás me dio dinero ni regalos. Sólo me dio un perfume y flores por el día de mi cumpleaños. Y sobre los pasajes, le comenté una vez que viajé muy mal en un micro, con la ventana rota y me dijo que en el nombre de la compañía el próximo viaje lo haría en avión, nada más. El resto de los pasajes me los pagaba yo. Sí, lo usé a Santiago y pido disculpas. Yo lo escuchaba y trataba de sacar algún beneficio, como correcciones en los cuadros, promoción en revistas. Pero nada más, si hubiera sabido que eso iba a generar todo este revuelo no hacía nada. No soy mala mina. Me echan la culpa de todo. Por mí no se terminó su matrimonio, señora. Ellos mismos lo cuentan que dormían separados.... Ya ni me interesa”. , terminaba Ayelén. ¿Y los sobres que recibía de Casandra? Para eso, la vedette también tenía una explicación... “¿Sabés qué había adentro? Poemas escritos de su puño y letra, no eran dólares como se decía”. Bueno, basta para mí, basta para todos... Sólo voy a ponerle el broche de oro que amerita esta confesión. Ayelén, dolida y compungida, mira a cámara diciendo: “me duele que me traten de prostituta”. ¡Cerrame la once...! Pero calma que esto no termina. ¿Qué falta en una historia de cuernos de manual? La confesión del infiel. Y un día llegó, primero a través de un audio que su exmujer grabó sabiendo que le serviría de prueba (¡bien ahí, Carmencita!) y luego, recién en 2016, de boca de él, en vivo y en directo. Pero vayamos por parte... En abril de 2014, Carmen presentó el audio grabado por ella un año y medio antes, en el que le hizo confesar a su ex su affaire con Ayelén. La charla dura cerca de 49 minutos, aunque la grabación completa no la dio a conocer para cuidar a Fede Bal y otras personas mencionadas. En el audio, Carmen le recrimina que haya elegido una mujer del elenco. “¿Pensabas que no me iba a dar cuenta? Me tratás de idiota”. Y él responde: “No sé qué pensaba… ¿Cómo te voy a tratar de idiota? Fue una locura, me mandé una locura“. Y sigue Carmen: “¿Es verdad que le pagabas dos horas semanales, como me escribiste en un mail que decía ‘soy un viejo y tuve que pagar dos horas semanales’?”, inquirió, y Bal explicó: “yo no he dicho una cosa así. El pago no era de dinero. El pago era darle la promoción. Un viejo choto que le da un poco de notoriedad”, admitió. “¿Pero no viste que la notoriedad era hablando mal de mí? Cuando empezaste a ver que ella se sentó y se cagaba en mí, ¿no te dio pena de mí? ¿Nunca te dio lástima de mí? ¿No te doy lástima yo?”, termina la capocómica en el polémico audio que, a esa altura, uno ya querría escuchar completito. Hubo que esperar cinco años para que el infiel, ya con ocho décadas encima, confesara en vivo y en directo. Evidentemente, tantos años dominando el arte del cuerno lo hicieron un obsesivo compulsivo del “negá, siempre negá”. Pero en octubre de 2016, en el programa “Infama” de América, Santiago se dio por vencido. Ya con tanta agua corrida bajo el puente, habiéndose reencontrado con Carmen por ser ambos padres de Fede y por temas comerciales, y con ella, al cierre de este libro convocándolo a Santiago para ser parte de su próxima obra, el director lo dijo por primera vez. Aquí, parte del diálogo que Santiago mantuvo en el ciclo con el periodista Rafa Juli. –¿Con Carmen se separaron por una confusión, por un desliz suyo, falta de comunicación...? – Hoy lo puedo decir, fue una infidelidad de mi parte. Hoy lo puedo decir porque ya lo hablé con Carmen. Nada más. –¿Con quién? – No, no. Eso no. – Cuando lo encuentran en esa infidelidad, más allá de la reacción de Carmen, ¿cómo reacciona usted? – Mis hijos, Federico y Mariano, me dijeron, ‘vámonos, mejor. Que no te encuentre cuando llegue’. Estábamos en mi casa de Belgrano, donde vive Carmen actualmente. Agarraron cuatro cosas y me llevaron a una casa que nosotros teníamos afuera, en Ingeniero Maschwitz. Pero a los dos días, me manda a una empleada que teníamos, a la que incluso le habíamos comprado un coche porque vivía en Maschwitz, para que atienda nuestra casa de Belgrano, con todas mis cosas. Mis valijas, mis computadoras, mi ropa... todo. Me sacó todo lo de mi casa. –¿Ella se entera por un mail? – No me acuerdo. Sí, creo que por un mail. –¿Carmen fue el amor de su vida? – Sí, decidimamente sí. He tenido cinco parejas y algunos éxitos personales, pero con nadie viví 25 años. Con ella pasé 25 años y tuvimos este hijo. Por otro lado, el actor también se referió a las declaraciones de su exmujer, quien confesó haberle pegado una trompada tiempo atrás, que “le aflojó dos dientes”: “Un diente fue muy fácil de poner porque se atornilla, el otro fue terrible. Estuve hasta hace muy poco tiempo sin un diente en el costado porque ese voló con raíz y todo. Hubo que hacer una operación más complicada, de 35 mil mangos para darte una idea. ¿Si tengo plata? No, qué voy a tener. Es un arreglo que hizo mi hijo Mariano para que dé posibilidades para pagarlo. Yo ahora vivo de una jubilación y una pensión, ese es todo mi ingreso. El departamente en el que estoy viviendo es de Carmen”, finalizó. Vale destacar que quien habla estuvo casado con la actriz Thelma del Río hasta que le fue infiel con Silvia Pérez. Luego, separado de Silvia y enfermo de cáncer, volvió con Thelma, que lo cuidó y llevó a su casa para mantenerlo económicamente y acompañarlo en su tratamiento. Bal decía por ese entonces que con Thelma había vuelto a su “verdadero amor”, éero íerminó siéndole nuevameníe infiel, esía vez con Carmen Barbieri, una mujer que íambién cuidó de él día y noche duraníe un éeríodo en el que la salud del acíor fue muy, muy delicada. Como dije al principio, en esta historia no faltó nada (¡ni siquiera una suegra, la mamá de Carmen, diciendo que muchas veces tuvo ganas de matar a Santiago!), y las frases y expresiones iban cambiando con el correr de los días y los años. Las primeras declaraciones de Carmen cuando explotó el escándalo eran de este tenor: “Santiago está enamorado de Ayelén. Soy feliz por él. Que una persona a los 75 años pueda conocer de nuevo lo que es el amor me pone muy feliz aunque puertas adentro no la paso bien y lloro (...). No soy la primera mujer a la que engañan. Ante el amor no puedo hacer nada”, decía en 2011, antes de meterse en el entonces difícil terreno de los 30.000 dólares que faltarían en las cuentas de la obra, y que algunos atribuían a los regalos que Santiago Bal le habría hecho a Paleo. “Hay un déficit que estamos revisando con mi contador. Yo creo que, sobre esto, Santiago debería salir a hablar. La sociedad artística, sin embargo, continúa: Vamos a seguir con la gira tal cual está. Nos falta un mes, y el próximo año, con ‘Barbierísima’, se está hablando con el productor Javier Faroni cómo seguir. No soy la primera mujer en ser cornuda. Esa es la verdad. Santiago se merece vivir los últimos años que le quedan, que ojalá sean muchos, feliz e ilusionado, y sentirse joven otra vez”, concluía Carmen con ironía obvia, después de que su ex, por si faltaba algo, sacara ¡un libro contando detalles de su vida en común! Después, Carmen agregaría: “Lo peor que me pasó en mi vida se llama Santiago Bal, un hombre que me vendió un personaje durante 25 años. Hoy veo un hombre del que no me enamoré, y yo soy la culpable. En el libro están sus mujeres y sus amantes. Él me contó todo de su infidelidad. Él dio el nombre de Ayelén Paleo. Me contó a mí que estuvo con ella. Él se sentó y me dijo que me engañaba con Paleo. Lo que dice Santiago de mí no es verdad. A Santiago yo lo hacía reír cuando tuvo cáncer. Hasta una nariz de payaso me ponía (...). Si yo contara nuestras intimidades quedaría muy mal. Es de una bajeza muy grande lo que hizo. Si hablara de la familia Bal como él habla de la mía, sería muy duro. Yo puedo contar quiénes son los Bal. Son muy infieles (...). Que se cuiden todos los Bal que tengo nombres y apellidos, con quién sale cada uno. Si los Bal quieren verme triste y amargada, lo lamento por ellos, pero estoy bien”, declaraba Carmen mientras todos los periodistas la escuchábamos y decíamos “sí, Carmen, ¡contá, contá!”. Pero ella no, ella siguió con Santiago, dándole para que tenga y guarde. “Hubo muchas cosas imperdonables de Santiago. A mí no me amó, me necesitó. Él ve en el otro un instrumento. Santiago se enamora de la gente joven. No le gusta el olor a vieja, una vez me dijo eso a mí”. Si ustedes se están preguntando cómo nació ese amor entre Carmen y Santiago, aquí va la historia. Corría el año 1986. Carmen Barbieri estaba sola y lloraba la muerte de su padre, el genial Alfredo Barbeiri. Bal, en tanto, estaba casado con Thelma del Río (con quien había vuelto tras su pareja con Silvia Pérez). El primer encuentro de ambos fue sobre las tablas, en Carlos Paz. Él tenía 51 años y ella, 32. Él era cabeza de compañía y ella, una aspirante a vedette con un papel chiquito cuyo acting era todas las noches entregarle un sobre en escena a Bal. Y cuentan que en el mismo había mensajitos del tipo “me estás empezando a gustar”. Sobre el final de la temporada, ya estaban juntos. Los rumores comenzaron, ellos los desmintieron como siempre hacen los famosos, y Carmen comenzó a surgir, y a ser tapa de revistas de la mano de esos rumores, como cuando hizo una impactante producción en revista Libre. En aquella nota, el copete decía: “Él siempre ha sido un donjuán exitoso. Ella busca sustituir un padre cuya reciente pérdida la llevó a una profunda depresión. Juegan escenas de amor sobre el escenario que pueden haber influido en la relación, hasta ahora amistosa. Falta saber cómo reaccionará la esposa del actor y si esto durará sólo un verano”. Fue mucho más que un amor de verano: duró 25 años y terminó casi como empezó..., con un terrible par de cuernos.
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