Los cuernos no se manchan
2017-03-22T07:00:00.0000000Z
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Editorial Perfil

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Vintage
Llegamos a Diego Armando Maradona. Y no quedan tantas páginas como para dar rienda suelta a sus relaciones infieles, ni podría hacerlo porque nadie en este mundo, ni él mismo, sabe con cuántas mujeres anduvo a la vez; pero no podía estar ausente en este libro. Maradona excede cualquier marco formal, de modo que más allá de que sea un futbolista, el mejor de todos los tiempos, integró e integra la farándula per sé (¡hasta tuvo un programa de tevé propio!) y por sus aledaños. Y está más tiempo en los programas de chimentos por sus romances que cualquier actor protagonista de telenovela. Así que, sigamos... Nunca voy a olvidar una frase que dijo su hoy exmujer, Claudia Villafañe, la madre de Dalma y Gianinna, en una entrevista que Susana le hizo en su programa hace muchos años, en la que ella habló de lo que era vivir con un hombre infiel, y cerró con una frase que decía algo así como “... pero él siempre aterriza en el mismo aeropuerto”. Superación e ironía a la máxima potencia, y a la vez, provocación inteligente. Porque si hay algo que Claudia siempre fue es inteligente y, sobre todo, aguantadora, dos cualidades indispensables para manejar a hombres difíciles..., y que alguien diga si hay algo más difícil que ser Diego Maradona... Imposible hablar de los cuernos que Diego ha puesto sin nombrar a Claudia, por años, líder del ranking de cornudas argentinas y a la vez, una mujer admirada y admirable por donde se la mire. Nobleza obliga, digamos que Diego, que pudo haberse casado con miles, se casó con ella, la novia de su adolescencia, la que lo amó desde cuando él no era nadie. Lo amó cuando no era ni la sombra de lo grande que fue, y conocíó sus más absolutas miserias como nadie en la faz de la Tierra quizás las conozca. Lo que sucedió después, es otra historia y otro libro. “Cuanto más conozco a tal o cual, más quiero a ‘la Claudia’”, solíamos decir en las redacciones, así, con el artículo “la” al lado de su nombre, como la había inmortalizado Diego, entre otros apodos, como “la bruja”. Eso decíamos a medida que las mil y una aventuras del padre de sus hijas se sucedían sin solución de continuidad. Y a medida que al Diez le iban brotando hijos por aquí y por allá sin que él quisiera reconocerlos, algo que siempre marcó la grieta que separaba al genial deportista del hombre. Nunca se dijo tantas veces aquello de “una cosa es el futbolista y otra, la persona” como en el caso de Diego, pero, afortunadamente, los años lo hicieron más sabio también de aquel lado de la grieta, y no sólo reconocíó a su hijo italiano, Diego Maradona Jr., que si bien tuvo el apellido por la ley debió esperar 30 años para tenerlo por el cariño, sino también a Jana, cuya madre es Valeria Sabalain, quien, como la italiana Cristiana Sinagra, madre del joven que en 2016 participó del Bailando de Marcelo Tinelli en El Trece, fue una de las tantas aventuras del futbolista. Sabalain conoció al Diez en 1995, en un establecimiento donde trabajaba como barwoman. La mujer dio a luz a Jana y recién entabló una demanda judicial contra el padre de su hija cuando la nena cumplió 12 años. Y se la ganó. Pero el reconocimiento que todo hijo busca de un padre, el del cara a cara, el del amor, recién llegaría el 23 de agosto de 2014 cuando Jana, ya con 19 años, se encontró con Diego en un gimnasio y allí comenzaron una verdadera relación de padre e hija. Así, a medida que los dos hijos extramatrimoniales se conocían (habría otro, un sexto hijo de Maradona, varón, que aún no fue reconocido ¹ ), los cuernos de Claudia, que ya no tenía lugar en su frente para más, cobrabran un tono fluorescente. Porque que tu marido te cornee es terrible, es duro, es un golpe a tu ego y, si sos floja de papeles en tu personalidad, a tu autoestima; pero que esos cuernos encima den frutos, es una marca que ni Cicatricure ni el mejor de los cirujanos puede borrar, ya sean cuernitos de una noche o de un gran amor. Quizás he aquí el quid de la cuestión que tanto nos tuvo en vilo al preguntarnos por qué tanta necedad de Diego al negarse a reconocer a su hijo italiano y a Jana, cuando en ambos casos la Justicia había confirmado la filiación. Para reflejar la vida de Claudia junto a Diego, me permito hacer una disgresión en tanto cuerno y recordar lo que ella le decía al juez, en 2015, mediante un escrito, en plena guerra judicial con su ahora exmarido, que la acusó de ladrona. Claudia dijo que vivió “un verdadero calvario” junto a quien entonces era su esposo, y declaró que el exfutbolista entró en una espiral de drogas, infidelidad y “bochorno y escarnio” que “arrastró todo lo bueno que había a su paso”. En plena guerra legal entre ambos por la supuesta retención de Villafañe de más de 450 objetos que el exfutbolista reclama como propios, la declaración escrita de Claudia en Tribunales ante la jueza Karina Zucconi llegó a la televisión, ya que el programa de América “Secretos verdaderos” difundió su contenido. “Le di mi vida y él me expone judicialmente. Mi error fue no poner condiciones el día que él empezó barranca abajo. Nunca se detuvo y arrastró todo lo bueno que había a su paso”, sostuvo Claudia, además de señalar que la suya “es la historia de una mujer que acompañó en los momentos más terribles, humillantes y dolorosos que una pareja puede soportar”. “Yo, Claudia Villafañe, nunca me corrí del camino cuando el demonio de la droga se metió en su vida, en mi familia. Nunca me cambié de vereda cuando el bochorno y el escarnio golpearon a la puerta de mi casa y se rieron en mi cara y en la de mis hijas por culpa de las actitudes de mi marido” (…) “Ni hablar de los escándalos mediáticos o de la infidelidad que aguanté estoicamente por mis hijas. Viví junto a este hombre un verdadero calvario que no terminó en tragedia gracias a lo que estuve dispuesta a dar y a lo que pude contener”, fueron algunas de las frases de Claudia en la Justicia. Claudia y Diego se divorciaron definitivamente en el año 2013, cuando firmaron la disolución conyugal, aunque ella presentó la demanda de divorcio en 2003. Desde entonces, hubo dos mujeres con permanencia en la vida del astro. Las dos rubias; las dos, tremendas... A la primera, una ex profesora de gimnasia de Fiorito, a la que conoció en un salón de fiestas durante un casamiento, la engañó con la segunda (una joven y bonita jugadora de fútbol, promotora y otras ocupaciones varias); y a la segunda, con la primera, como para no ir más lejos, que entre Dubai y Buenos Aires el trío ya era un juntadero de millas. Ahora bien, la primera corre con ventaja porque tuvo un hijo con el Diez, Dieguito Fernando, también ninguneado por su padre en primera instancia y, después, reconocido ante el mundo en pleno Mundial Brasil 2014, por obra y arte de esas conductas maradonianas que, cuando se mezclan con amores y polleras, uno nunca termina de comprender, aunque quiera explicarlas con el mismo realismo mágico con el que le encontramos alguna explicación a sus genialidades adentro de una cancha. Pero la vida, lamentablemente, es pura realidad... ¡Lo que no se dijeron estas dos! Verónica, ya casi desterrada de Dubai y queriendo ser algo en Buenos Aires (vedette, cantante, bailarina, participante del Bailando, cualquier cosa pero entrar al mundo de la farándula a como dé lugar), jura y perjura que cuando Diego iba a visitar a su hijito a su casa, aún estando en pareja con Rocío Oliva (al cierre de este libro, “la actual” del Diez), se quedaba toda la noche “charlando” con ella (en ese momento, sonrisa pícara a la cámara para que todos interpreten por “charlar” lo que el mundo interpretaría cuando se encomilla la palabra...). Y Oliva, por su parte, fue la rubia jugadora de fútbol con la que Diego engañó a Ojeda estando en La Feliz. “Diego fue a Mar del Plata a hacer una presentación del showbol, yo estaba hospedada con mi familia. Ella, Oliva, fue al hotel donde estaba Diego con los jugadores a sacarse una foto y meterse prácticamente en las sábanas de él. Fue así, ¿de qué se asombran? ¡A ver, fue así! Rocío va al lobby del hotel y pide conocerlo a Diego. Después del partido me volví con mi camioneta y él en avión privado”, contaba Ojeda en el programa “Infama”, en enero de 2016, recordando viejos tiempos y sacando antiguos trapos sucios al sol. Y a esta altura, para bien de Rocío, es preferible creerle a su rival, Ojeda, que a la tía o primas de Oliva, que lo más suave que le dijeron en tevé fue “prostituta VIP”. Si no tienen nada mejor que hacer, les recomiendo ver en Youtube al programa “Intrusos” de julio de 2013 en el que ambas le dieron para que tenga y guarde a la rubia, dejando a la nueva novia de Maradona como un gato más en su vida. Sea cual fuera la verdad, no es lo que nos importa aquí y ahora, Acá estamos hablando de cuernos y lo cierto es que ambas, Rocío Oliva y Verónica Ojeda, se pueden dar la mano en ese punto. Igual, cabe aclarar que la misma Rocío con la que al cierre de este libro Maradona miraba la Copa Davis en Croacia, volvía a Dubai, y vivía manso y tranquilo recuperando el tiempo perdido junto a su hijo italiano, es la que años atrás él denunció de ladrona en Dubai, la mandó a detener por Interpol en Ezeiza y le hizo devolver hasta las eses que se comía. Y la que gritó a los cuatro vientos que él la golpeaba, mostrando los moretones y videos a las revistas... “No voy a hablar de mi relación con esta chica. Hace tres meses que está de vacaciones en la Argentina y le di la posibilidad de que me devuelva las cosas… Yo le regalé auto, joyas, relojes, porque la quise hacer mi reina. No le estoy pidiendo lo que le regalé. Devolvió el 50 por ciento de las cosas que se llevó de Dubai sin decirme nada a mí y hoy, recorro mi casa y cada vez me faltan más cosas. (…) Yo hoy siento un gran amor por Rocío, pero es más fuerte el hecho de estar al lado de alguien que te roba o de alguien que quiere hacer su vida a los 23 años. Contra eso no puedo hacer nada. Ahora dicen que yo le pegaba. Yo en 20 años de relación con Claudia no le levanté un dedo (...). Tampoco a Verónica le levanté una mano, porque no se la levantaría a mi vieja; la mujer es sagrada. Que no busquen más artimañas porque no la van a encontrar. Si vos venís de frente, yo voy a ir de frente. (…) Estoy quebrado, porque estaba enamorado, pero estar quebrado no significa estar muerto. A un escorpiano, si le dejás una gota de sangre, revive y vuelve a ser el mismo de antes. Rocío es fantástica y hasta el día de hoy sigo enamorado, pero el tiempo todo lo cura”, decía Diego en el ciclo “Bendita” de Canal 9, desde Brasil, en junio de 2014. Y todo se entiende menos cuando recordamos que, después de haber sido madre de Dieguito Fernando y cuando Diego ya estaba con Oliva, Ojeda sorprendió a todos al anunciar que estaba nuevamente embarazada del exfutbolista, y Diego salió con los tapones de punta a gritar que ese hijo no era suyo. Ojeda perdió el embarazo (ya le había sucedido en otras oportunidades) y para limpiar su buen nombre y honor, la rubia oriunda de Fiorito mostró la ecografía y pidió solita un ADN para probar que no mentía. Y para despejar más dudas, dio detalles del encuentro embarazoso: “Yo estuve con el padre de mi hijo cuando vino a la Argentina a fin de año. Él me dijo que teníamos que hablar y por eso nos encontramos fuera de la casa, en un hotel muy importante. El encuentro fue después de las dos de la tarde. Estuvimos todo el día juntos y no nos cuidamos”, dijo Verónica , ² que por las dudas también aclaró que no fue “a propósito” el quedarse embarazada. Que Diego no usa preservativos ya lo sabe el planeta... En aquella época, todos llamábamos a semejante conventillo “Avenida Dubai” ya que el éxito de ese entonces en la tevé era el culebrón brasileño “Avenida Brasil” que, comparado al de los Maradona, era “Blanca Nieves y los siete enanitos”. Y el papel de la villana Carminha se lo dividían con honores las dos rubias teñidas de la historia. Dicho en idioma maradoniano, una más falsa que dólar celeste y la otra, capaz de tomarle la leche al gato... Aquel anuncio del segundo embarazo de Ojeda fue en medio del compromiso de Diego con Oliva en Roma, por abril de 2014. En esos días, Rocío fue a almorzar con Mirtha Legrand y declaró que le creía a Maradona cuando le dijo que ese hijo no era suyo, y reconoció que esto había provocado discusiones en la pareja. Evidentemente, esos dichos molestaron a Ojeda, que inmediatamente mandó la eco a los medios y notificó que en días iba a estar el ADN que demostraría que el padre era Diego. Así Ojeda, quien fuera mujer de Diego durante nueve años, dejó sentado que le había devuelto la gentileza de cuernos a su archienemiga Oliva, algo que, como la primera explicó, volvió a suceder en varias de las visitas que Diego le hacía en Buenos Aires para ver su hijo. Hoy, las dos se odian con el mismo grado de intensidad, pero Ojeda jura que jamás volvería con el Diez y que él ya no es importante en su vida. Y Oliva insiste en que se convertirá en la esposa de Diego, una meta que, evidentemente, se habría impuesto el mismísimo día en que lo conoció. A la vista tranquilo, en los últimos años, ya consolidada su relación con Rocío después de tantos escándalos y separaciones, el Diez parece no haber vuelto al deporte de poner los cuernos, o al menos sus marcas no se hicieron públicas, de modo que, tratándose de Dios (futbolísticamente hablando), habrá que creer en los milagros. El cuarto hijo extramatrimonial de Maradona sería Santiago, hijo de Natalia Garat (fallecida en 2005). En 2016, el portal Bigbangnews.com contó los detalles del caso. Radio La Red, programa de Jorge Rial, febrero de 2014.
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