Kiosco Perfil

Carta

POR CEFERINO REATO

Siempre se ha dicho, con algo de razón, que las elecciones legislativas de medio término dificultan los planes del presidente de turno porque ya a los dos años de haber sido elegido debe someter su política al veredicto de las urnas. Esos comicios se transforman por lo general en una suerte de referéndum sobre su gestión por lo cual necesita resultados rápidos porque, de lo contrario, el voto popular podría debilitarlo en los dos últimos años de su gestión, decisivos para el intento de un nuevo mandato o la designación de un candidato competitivo.

Pues bien, a esta rigidez institucional le hemos agregado una nueva, que son las PASO, las internas partidarias, que se celebran dos meses antes de las elecciones y que también tienen fortísimas consecuencias políticas, que trascienden su propósito original de seleccionar a los candidatos de las distintas fuerzas políticas.

Lo hemos visto en 2019 y también ahora, en septiembre, cuando la —para muchos— imprevista derrota del peronismo provocó una semana negra en el oficialismo, un cambio de gabinete y un reacomodamiento a las apuradas dentro de la heterogénea coalición de gobierno.

Todo esto influye decisivamente en la economía en general y en el contexto de los negocios en particular.

Tanto es así que en estos dos meses hemos vivido como en un periodo excepcional, totalmente a la defensiva y a la espera de que se vuelvan a abrir las urnas, convencidos de que el resultado de las elecciones legislativas del 14 de noviembre determinará tanto la agenda de los dos últimos años de este mandato presidencial como el ritmo de los acontecimientos que vendrán.

Luego de los resultados de las PASO hay dos incógnitas principales para el 14N: si el peronismo recuperará la decisiva provincia de Buenos Aires y si dará vuelta la compulsa en provincias donde renueva senadores como Chubut y La Pampa, que se han vuelto claves para determinar el grado de poder institucional que t endrá Cristina Kirchner.

No es lo mismo conducir el Senado con mayoría propia que sin ella, más en una personalidad como la Vicepresidenta, no muy habituada a negociar con la oposición.

Todo ha quedado para después de esos comicios, en especial el acuerdo, o no, con el FMI, que, otra vez, aparece como decisivo para evitar que la Argentina caiga en un nuevo default, justo cuando se están por cumplir veinte años de la crisis de diciembre de 2001, la más grave de la historia argentina.

El protagonismo del FMI en el futuro inmediato del país marca —otra vez— la precariedad de la situación del país. Como si no hubiéramos aprendido nada de aquella crisis que hizo temblar algunos cimientos de la Argentina.

Todo ha quedado relegado hasta las elecciones, en especial el acuerdo con el FMI, que otra vez aparece como decisivo. Como en 2001.

Sumario

es-ar

2021-11-02T07:00:00.0000000Z

2021-11-02T07:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/281642488394658

Editorial Perfil