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Mohamed A. El-Erian

*PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE COPYRIGHT: PROJECT SYNDICATE, 2021

Un conjunto de datos recientes sugiere que la economía global está dando señales de estanflación, esa extraña combinación al estilo de los años 1970 de inflación en alza y crecimiento en caída. Quienes lo han percibido –aunque todavía son demasiado pocos- entran en dos categorías amplias. Algunos ven el fenómeno como temporario y rápidamente reversible. Otros temen que conduzca a un período renovado de crecimiento insatisfactorio, pero esta vez con una inflación alarmantemente alta.

Pero un tercer escenario, que se nutre de estas dos visiones, bien puede ser el más factible. Es más probable que los vientos estanflacionarios sean parte de la trayectoria inminente de la economía global que una característica de su destino. Pero la manera en que los responsables de las políticas recorran esta trayectoria tendrá implicancias importantes para el bienestar económico, la cohesión social y la estabilidad financiera de más largo plazo.

La recuperación económica global tan necesitada ha venido perdiendo ímpetu recientemente en tanto el crecimiento en sus dos locomotoras principales, China y Estados Unidos, no ha alcanzado las expectativas de consenso. La variante Delta del coronavirus, más contagiosa, ha moderado el gasto en algunos sectores, como el ocio y el transporte, afectando a la vez a la producción y los embarques en otros, particularmente en la industria. La escasez de mano de obra se está volviendo más generalizada en una cantidad creciente de economías avanzadas. Si a esto le sumamos una escasez de contenedores de transporte y el reordenamiento en curso de las cadenas de suministro, no debería sorprender que los vientos de frente para una recuperación global fuerte y sostenible vengan acompañados de una inflación más alta y más persistente.

Una inflación más elevada está ejerciendo presión sobre aquellos bancos centrales que desean mantener una política monetaria excepcionalmente laxa. Al mismo tiempo, una desaceleración del crecimiento económico presenta un problema para los bancos centrales que están más inclinados a reducir las medidas de estímulo. Todo esto también amenaza con erosionar el respaldo político de políticas fiscales y estructurales muy necesarias para impulsar la productividad y el potencial de crecimiento de largo plazo.

La reciente aparición de tendencias estanflacionarias sirve como un recordatorio oportuno de la necesidad urgente de tomar medidas integrales en materia de política económica. Cuanto antes se materialice una respuesta de este tipo, mayor será la probabilidad de anclar la recuperación económica, el bienestar social y la estabilidad financiera. Pero si los responsables de las políticas se demoran, la economía global no se salvará con esfuerzos de autocorrección ni será empujada a una trampa estanflacionaria prolongada. Por el contrario, el mundo regresará a la “nueva normalidad” anterior de mal desempeño económico, cohesión social estresada y volatilidad financiera desestabilizadora.

La recuperación económica global ha venido perdiendo ímpetu en tanto el crecimiento en sus dos locomotoras principales, China y EE.UU., no ha alcanzado las expectativas de consenso.

Sumario

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2021-11-02T07:00:00.0000000Z

2021-11-02T07:00:00.0000000Z

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