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La Casa Blanca en el País de las Maravillas

Michael Boskin

La administración del presidente Joe Biden no le rinde servicio a la seguridad económica, energética o nacional de Estados Unidos cuando pronuncia declaraciones y aseveraciones poco realistas sobre lo que cada una de ellas exige. Si bien todas las administraciones en cierto punto exageran, las afirmaciones engañosas se han vuelto más problemáticas en el contexto cambiante de las políticas públicas de hoy. La desinformación política abarca todo un espectro, desde cómo la administración Biden defiende reiteradamente declaraciones ridículas (el retiro de Afganistán fue un éxito) y se deslinda de responsabilidades (el gas caro se debe al “alza de precios de Putin”) hasta cómo Donald Trump escogía selectivamente los datos de la pandemia y Bill Clinton apelaba a la confusión semántica. Desafortunadamente, la administración Biden a esta altura ha normalizado la práctica de elegir datos de manera selectiva. En este sentido, Biden dice “Hemos reducido el déficit”, aunque sus políticas están sumando billones de dólares a la deuda, y puede atribuir la inflación a Putin, aunque la tasa interanual ya era del 7% antes de la guerra en Ucrania. La administración Biden también ha hecho innumerables aseveraciones sobre sus políticas climáticas. Más allá de lo que podría haber sucedido de todas maneras en la larga transición a la energía limpia, Biden dice que sus políticas crearán millones de buenos empleos, pero al mismo tiempo ignora convenientemente el hecho de que se están destruyendo muchos empleos bien remunerados en el sector energético tradicional. Para colmo de males, Biden, al igual que el presidente Barack Obama antes que él, ha demorado la construcción de nuevas terminales de exportación de gas natural licuado (GNL), porque la base activista del Partido Demócrata quiere que los combustibles fósiles norteamericanos sigan bajo tierra. Al hacerlo, no ha hecho más que desaprovechar la oportunidad geopolítica ofrecida por la revolución del fracking en Estados Unidos, que podría haber ayudado a Europa a dejar de depender de la energía rusa. Los líderes electos tendrán que tomar decisiones difíciles para el futuro previsible en cuanto a los presupuestos de defensa, los programas sociales, los impuestos, las estrategias para combatir la inflación, las políticas energéticas y ambientales, las medidas para ayudar a los menos afortunados, así como para contrarrestar la agresión extranjera. En términos más amplios, deben restablecer la fe de los ciudadanos en la superioridad de la democracia capitalista. Después del fin de la Guerra Fría, una agenda de estas características parecía más fácil. Pero esos días quedaron atrás. Los responsables de las políticas hoy se enfrentan a elecciones que son más difíciles y a la vez más urgentes.

Estados Unidos necesita una nueva estrategia a la hora de implementar políticas que consideren todo el espectro de costos y beneficios.

Sumario

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2022-12-02T08:00:00.0000000Z

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