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Fatiga pandémica

Este cuadro se produce por la prolongación de la situación que estamos viviendo por el covid, que puede hacer que nos sintamos desmotivados y con una sensación de incertidumbre constante. Puede generar síntomas de ansiedad o depresión

1. ¿De qué se trata?

La fatiga pandémica es un concepto instaurado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para referirse a la reacción ante las prolongadas medidas y restricciones generadas por la pandemia por covid-19. Se caracteriza por una sensación de apatía, desmotivación y agotamiento mental y su origen está en el impacto que ha causado el coronavirus en las vidas de la gente.

2. ¿Cuáles son sus síntomas?

En general, se manifiesta con los siguientes signos:

Cansancio

Agobio con la rutina que ha implicado la pandemia

Lo anterior puede derivar en cuadros de desesperanza ante lo que se avecina, ansiedad, soledad, entre otras cosas. También se pueden sufrir trastornos del sueño, del apetito y la concentración mental, además de nerviosismo, irritabilidad, falta de ganas para hacer las cosas que a uno le gustan, y querer apartarse de los demás.

En este escenario, el riesgo está en que este agotamiento hace que las personas se cuiden menos, usen menos el barbijo o lo hagan de una manera incorrecta, se laven menos las manos y, por lo tanto, se expongan más a la posibilidad de contagio. Los expertos aseguran que una población fatigada es más propensa a relajarse y descuidarse. Es posible que mucho del resurgimiento de la pandemia en Europa pueda ser explicada por una población fatigada que salió sin control en el verano boreal.

3.¿Cuál es la causa?

La fatiga pandémica es la consecuencia de meses de incertidumbre y de la modificación de los hábitos de nuestra vida. El miedo a la enfermedad, el aislamiento, el aburrimiento, la incertidumbre, el enojo o quejas constantes han hecho que sean millones las personas que ahora mismo la sufren. La consecuencia de esto es un estado psicológico de ansiedad, tristeza, desánimo, apatía y desesperanza ante el futuro.

Además, diversos estudios demuestran que las personas que se han contagiado del covid-19 presentan síntomas de cansancio. Por lo tanto, podríamos decir que padecer coronavirus agota y que es un síntoma añadido a los habituales (fiebre, tos seca, etc.).

4.¿Cómo superarla?

Es importante saber que estos sentimientos son naturales y normales.

Al respecto, un artículo de la Universidad de California en Los Ángeles, Estados Unidos, da algunos consejos para ver el futuro con más optimismo y que esta dañina fatiga pandémica no afecte negativamente nuestra salud mental:

Aceptar nuestros sentimientos: negarlos significa un doble esfuerzo y tampoco permite hacernos cargo de esas emociones.

Cuidar nuestro cuerpo: esto siginifica mantener el ejercicio diario, comer saludablemente, seguir una rutina de sueño saludable. Eso nos dará energía, y fortalecerá el sistema inmunológico.

Cuidar los pensamientos: estos tienen el poder de producir emociones y llevarnos a actuar de una determinada manera, así que es importante elegir lo que pensamos en cada momento. Hay que intentar detectar el pensamiento que nos hace daño y cambiarlo por otro que resulte más útil y que aporte emociones más adaptativas.

Cuidar las emociones: los pensamientos negativos pueden llevarnos a sentir emociones muy intensas, y en la mayoría de las ocasiones es cuestión de aceptarlas. Aunque no nos guste, es

Este trastorno se produce por el estado de hipervigilancia para evitar enfermarnos, lo que fuerza nuestro sistema hormonal de manera constante

normal que presentemos una montaña rusa de emociones: despertarse motivado pero ver una noticia y ponernos tristes. Después llamar a una amiga que nos anima pero por la tarde sentir de pronto aburrimiento. Esto es normal dada la situación, pero hay que prestar especial atención a las emociones que son muy frecuentes, intensas y que duran demasiado tiempo. Por ejemplo, estar muy triste todos los días la mayor parte del tiempo. En este punto habría que plantearse cambiar de hábitos o buscar ayuda profesional.

Hacer actividades agradables: es difícil hacer cosas que nos gustan en el contexto que estamos viviendo, pero hay que intentar adaptar las tareas que nos gustan y hacerlas, sin dejarse llevar por la apatía. Las actividades agradables son la base del estado de ánimo. Buscar las que no requieran mucho esfuerzo y que se puedan hacer todos los días. Por ejemplo, aprender ejercicios de respiración, practicar yoga, dar paseos en el parque, leer o ver comedias.

No aislarse. Mantener el distanciamiento social no tiene por qué significar aislamiento. ententar mantener las relaciones familiares y de amistad. Recordar que los seres humanos somos criaturas sociales por naturaleza. Estar solo y sentirse aislado puede aumentar el estrés y la desesperanza, sobre todo en las personas mayores, a las que les cuesta más salir. Teniendo cuidado de limitar el contacto físico con personas extrañas al hogar, se puede mantener el contacto con llamadas telefónicas, videoconferencias, chatear en las redes sociales o asistir a servicios religiosos.

Gestionar el consumo de información: en los noticieros, en las redes sociales, el coronavirus está en cada paso que damos, por lo que se recomienda elegir de manera consciente qué información recibir. Estar informado es importante, pero luego buscar otro tipo de programas en la televisión puede ser una buena opción. La tendencia a consumir historias negativas es tan habitual que se ha inventado un término para denominarla:

doomscrolling. Se trata de un estado en el que podemos caer inconscientemente. Nuestro bienestar debe ser un objetivo prioritario, por lo que puede ser un buen momento para desconectarnos de ciertas redes o de programas de televisión que nos agotan. También necesitamos descansar de nuestras relaciones. Tenemos que evitar ciertas conversaciones en torno a la covidi19 o al miedo. No significa negar su existencia ni olvidarnos de su peligro, sino de no alimentar mensajes que acentúen el desgaste.

ententar el diálogo interno positivo: recordar lo que Mahatma Gandhi decía: "En la vida hay dos días que no existen, ayer y mañana. La angustia de pensar en el mañana puede hacer que pierdas la belleza del hoy".

5. ¿Cuándo consultar?

En general, las emociones dejan de ser normales cuando empiezan a afectar nuestro funcionamiento cotidiano: cuando alteran nuestra capacidad de trabajo, el nivel de concentración, dificultan las relaciones con nuestro entorno, nos ponemos más irritables, etc.

Si vemos que nuestras emociones se transforman en una carga y no nos permiten funcionar es un indicio de que hay que buscar ayuda para poder conversar y que un profesional nos brinde su ayuda.

Sumario

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2022-01-26T08:00:00.0000000Z

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