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Los secretos de Marilyn Monroe

A 60 años de su muer te y en pleno estreno de la película Blonde, que cuenta su historia, sigue en boca de todos. En Mía la recordamos contando cómo cuidaba su piel y su cuerpo, algo que pudimos conocer gracias al Museo del Maquillaje de Nueva York. Una d

Silvia Pardo A LA CAMA Amaba la cama -donde hizo muchas producciones- y dormir desnuda, solo tapada por un edredón blanco

Su belleza es eterna e hipnótica. Marilyn era (y sigue siendo) una figura icónica y un hito en Hollywood. Su elegancia e interés no prescriben y es un modelo aun para las nuevas generaciones.

Su legado acerca de la belleza natural sigue vigente y su nombre se convirtió en una leyenda. Su temprana muerte, a los 36 años, contribuyó a la construcción del mito. Infinidad de libros y producciones audiovisuales la tienen como protagonista. Y ahora, la película de Netflix titulada Blonde (Rubia) expone el lado B de Marilyn, con una gran interpretación de la actriz Ana de Armas (ver pagina 12-13).

En este 2022 se cumplen 60 años de su muerte (4-8-1962) y Mía elige recordarla contándote las rutinas de belleza que aplicaba a diario para cuidar esa imagen increíble. Muchas las conocemos gracias a que el Museo del Maquillaje de Nueva York dio a conocer un instructivo del dermatólogo personal de la estrella, el húngaro Erno Lazlo.

Skincare y make up

Estilo glowy avant la lettre: ante la cámara, la piel de Marylin lucía un brillo espectacular que conseguía utilizando vaselina, crema hidratante y productos de su dermatólogo personal, como su bálsamo botánico reparador. La famosa crema Elizabeth Arden Eight Hour estaba entre sus básicos, al igual que las emulsiones hormonales. Estas la llevaron a desarrollar vello facial rubio que se negaba a eliminar. Era precisamente lo que le daba un aspecto todavía más radiante cuando incidía la luz sobre su rostro.

También era fanática de la crema fría, como la famosa Pond's y otros productos icónicos que seguimos usando, incluida la crema Nivea. También recurría al aceite de oliva para combatir la sequedad de su piel.

Ojos infartantes: el responsable fue Allan "Whitey" Synder, también maquillador de Katherine Hepburn y Doris Day. Para añadir profundidad, utilizaba lo que Monroe llamaba “el ojo de Greta Garbo”, es decir, difuminar sombra blanca por el párpado móvil (la estrella fue una de sus precursoras). A veces, jugaba con un efecto húmedo sobre los párpados, que Marilyn creía muy sexy, utilizando vaselina o una gota de aceite. La estrella también era una defensora de las pestañas postizas, que corllywood taba por la mitad y aplicaba solamente en la parte de fuera del ojo, para agrandar la mirada.

Delineado estratégico: el maquillador Synder se servía de cuatro delineadores: uno blanco en la línea de agua para hacer los ojos más grandes visualmente; uno negro para el característico cat eye; uno rojo con el que aplicaba un punto en la parte de dentro de los ojos para hacer que parecieran más blancos y uno marrón, que extendía ligeramente en las pestañas inferiores, simulando la sombra de las superiores.

Labial en capas: el secreto de una de las bocas más deseadas de Hoestaba en las capas y variedad de colores. Synder podía llegar a utilizar hasta cinco tonos diferentes para los labios, del más oscuro en los bordes al más claro en el centro. Se aplicaba iluminador en el medio para dar más sensación de volumen y se remataba con un toque de bálsamo labial transparente.

Naricita con contouring: Synder utilizaba rubor para dibujar el contorno de la nariz de la estrella. Lo aplicaba en

Marilyn Monroe tenía la piel seca, con rojeces y descamaciones. Por eso, Erno Laszlo le recomendó una serie de pasos beauty

la punta, para conseguir el efecto de una nariz más corta y definida.

En forma, pero sin excesos: Marylin contaba a la revista Pageant en 1952 que no era muy fanática de la actividad física. "Nunca solía molestarme con los ejercicios. Ahora dedico al menos 10 minutos cada mañana a hacer algunos con pesas pequeñas. He desarrollado mis propios ejercicios, para los músculos que deseo mantener firmes", contaba.

Le gustaba ser libre en sus entrenamientos y, lo que se sabe es que trabajar el pecho con levantamientos de mancuernas era imprescindible en su workout para un escote de lo más hot.

No tomaba sol: "A pesar de ser moda en California, no creo que la piel bronceada por el sol sea más atractiva que la piel blanca, ni tampoco más saludable. Me opongo a un bronceado profundo porque me gusta sentirme rubia por todas partes", decía Marilyn..., una verdadera adelantada.

Baños de hielo: mientras que atletas como Wim Hof han popularizado en estos años la tendencia de tomar duchas y baños helados, Marilyn ya lo hacía en su tiempo. Se dice que tomaba baños con cubitos para mantener su piel firme y tersa.

Los hombres las prefieren rubias: la diva llevó siempre a rajatabla ese mantra y desde sus primeros años como modelo, tiñó su cabellera castaña de rubio platino. El tono, al que ella misma denominó “blanco funda de almohada”, fue obra de la colorista Pearl Porterfield (también responsable años antes de la melena de Jean Harlow). Porterfield aplicaría peróxido y mechas decolorantes cada tres semanas. También se dice que Monroe utilizaba polvos de talco de bebé para las raíces a modo de champú en seco, para evitar que la tintura se decolore con el lavado demasiado frecuente.

Pijamas, nunca: dependiendo de su agenda diaria, dormía entre 5 y 10 horas cada noche, en una cama individual extragrande, con un único y pesado edredón para cubrirla tanto en verano como en invierno. Marilyn conocía los beneficios de dormir desnuda: “Jamás he llevado pijamas o esos repulsivos camisones, interrumpen mi sueño”, confesaba a Pageant.

Filosofía antiestrés: la estrella comentaba que odiaba hacer las cosas de prisa y en una atmósfera tensa. No era precisamente de las que se levantaba corriendo de la cama. De hecho, los domingos, que solían ser su día de descanso, tardaba al menos dos horas en despertarse, “disfrutando cada momento de la somnolencia”.

Las fragancias, una pasión: con su entrevista y primera portada para la revista Life, en 1952, nacería la leyenda de "las cinco gotas de Chanel Nº5 antes de irse a dormir". Pero no solo acompañaba su sueño con perfume. Se decía que le gustaba tanto el olor a rosa de Bulgaria y jazmín que también vertía la esencia en sus baños de hielo. Otros de sus perfumes favoritos eran Joy, de Jean Patou, y Rose Geranium, de la casa británica Floris.

Sumario

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2022-10-01T07:00:00.0000000Z

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