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Consecuencias económicas: qué puede pasar en el mercado tras el resultado en las elecciones y el terremoto en

La pugna dentro del Gobierno se centra en aceptar las restricciones o revertir el ajuste, arriesgando con una política expansiva.

TRISTÁN RODRÍGUEZ LOREDO trloredo@perfil.com @trloredo

Desde que asumió Alberto Fernández, la política económica trazada nunca fue contenida en un plan, con metas, prioridades y secuencias. Por eso, las marchas y contramarchas fueron normalizadas y el vamos viendo, casi una política de Estado. Quizás uno de los pocos hitos en que se volcaban cifras escrutables y se asumían compromisos fue la elaboración del Presupuesto. El de este año fue tomado como la piedra del escándalo por el ala kirchnerista del Gobierno y al que hizo alusión la vicepresidenta en su misil en formato carta.

El del 2021, todavía vigente, fue un intento de fijar objetivos, pero pocos pudieron cumplirse, aunque el más certero, (un déficit fiscal de 4,5% del PBI), fue el acusado por el cristinismo de haber llevado al oficialismo a la derrota electoral.

El Presupuesto Nacional que el Gobierno preparó para su tratamiento en el Congreso no incluyó partidas para pagar la deuda contraída con el FMI, lo que supone que habrá un acuerdo para aplanar la curva de vencimientos que empiezan a caer en febrero próximo. La crítica principal es el rol de la política económica en la tracción del voto. Martín Guzmán, en esta visión, es la cara visible de un “ajuste” necesario para que no se desbordara la economía al ir recuperándose la actividad, pero insuficiente para eludir la inflación y un mercado cambiario caliente.

EL GASTO. En particular, la matriz expansiva con la que siempre convivió el kirchnerismo y que encontró en la crisis pandémica un límite infranqueable. Desde la noche del domingo la presión por darle otro impulso a la política monetaria y fiscal se redobló. La discusión de forma y de fondo es cuál es el camino. Para el analista Carlos Fara, “mientras Martín Guzmán permanezca, los límites serán fijados por la intención de llegar con la economía ordenada a la negociación con el FMI luego de noviembre. Sino, será algo mucho más duro”. La catarata de pagos con el organismo empieza en febrero próximo porque los de este año pueden ser cubiertos con los US$ 4.300 millones para mitigar la pandemia que ya envió el mismo Fondo.

Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, califica a la situación como delicada y marca una aparente contradicción. “El oficialismo puso muchos recursos en el bolsillo de la gente, pero la crítica interna es que eso no llegó o no se vio, cuando lo que pasa es que la inflación los evapora. Están atrapados en un círculo”, explica.

DÓLARES. Las reservas de libre disponibilidad están en torno de los US$5.000 millones, pero si la situación se desboca y hay que monitorear la suba de los dólares financieros, pasará como la semana previa a las PASO en que se drenaron US$300 millones. Francisco Gismondi, de Empiria Consultores, cree que con la Carta Orgánica vigente quedan unos $800.000 millones para gastar de acá a fin de año. “Después se pueden hacer algunas trampas legales, como colocación menos voluntaria de bonos a bancos (sobre todo a bancos públicos) o algún manejo con letras intransferibles. Todo de muy corto plazo y no libre de riesgos”, agrega.

Es que cualquier atisbo expansionista implica emitir más y apartar la mirada que Axel Kicillof calificó de “excesivamente fiscalista”. Para el Gobierno, que muestra como un logro la tasa mensual de inflación por debajo del 3% sería desandar un camino que costó mucho: se hizo atrasando el tipo de cambio oficial, que desde marzo viene creciendo a la mitad que el IPC.

La maraña se completa con que, al abrir las compuertas monetarias, inevitablemente llevará demanda al dólar libre y por lo tanto redoblará las presiones sobre el oficial. Jorge Vasconcelos, economista jefe del IERAL, en este tercer trimestre la emisión de origen fiscal alcanzaría a $700.000 millones y el pago de intereses por la deuda remunerada a los $370.000 millones, cifras que sumadas equivalen a 9,9 % del PBI del tercer trimestre, cuando en 2020 fueron equivalentes a 9,6 %. Es decir, contradiciendo la visión crítica interna, la política electoralista ya fue expansionista.

Diana Mondino, profesora de la UCEMA pone en duda las bondades de una política expansiva. “Si es poner dinero a través de IFE, créditos o subsidios, puede tener un efecto, aunque extremadamente efímero: justo los dos meses que faltan hasta las elecciones. Podría alcanzar para revertir los resultados de la elección, pero nos llevarán a más restricciones luego”, subraya la economista. Marca el día después de las elecciones generales, casi como un horizonte de largo plazo que la crisis política hoy parece ignorar.

En realidad, lo que pasó fue que se adelantó la discusión que se iba a dar en noviembre cuándo las alternativas se bifurcaban básicamente en dos: acordar un acuerdo de facilidades extendidas con el Fondo Monetario Internacional o patear el tablero y acudir a la épica de vivir con lo nuestro. Aceptar un límite externo a la voluntad política o seguir explorando caminos.

SUMARIO

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2021-09-18T07:00:00.0000000Z

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