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El fin de la Lealtad: los actos por el 17 de octubre exhibieron las grietas internas del Gobierno. Alberto Fe

Los actos por el 17 de octubre expusieron la fractura oficial. Alberto convocó, pero no fue y terminó repudiado. El “tren fantasma” en la Plaza y movidas paralelas de CFK y la CGT.

CARLOS CLAÁ @carlosclaa

Que convocaban al acto, que no. Que sí, finalmente. La desorganización que reina en distintas áreas del Gobierno quedó de manifiesto en una fecha emblemática del peronismo. Y ante tal desconcierto, el 17 de octubre, el día de la Lealtad, Alberto Fernández solo supo de traiciones.

Es que tras las idas y vueltas del entorno del Presidente, no quedó claro quién organizaba y las diferentes facciones que apoyan al Frente de Todos llegaron por las suyas a la Plaza de Mayo. La Cámpora y los movimientos sociales ocuparon distintos sectores, pero el kirchnerismo fue quien se hizo con la comunicación del evento: montaron un escenario y pusieron una locutora, de manera que se transformaron en el centro de la escena. Y a río revuelto, ganancia de pescadores, porque entre los oradores reapareció una de las figuras más repudiadas de la corrupción kirchnerista: el ex vicepresidente condenado por corrupción, Amado Boudou.

Pero además, el regreso del ex vice desterrado, junto a las voces de Hebe de Bonafini, Mario Secco y Roberto Baradel, no pasó desapercibido: es que los oradores aprovecharon la ocasión para cruzar al mismísimo Presidente, a metros de su despacho de la Casa Rosada.

Alberto Fernández, quien estuvo a punto de llegar a la Plaza, debió desistir tras escuchar que, desde su propio partido, lo estaban criticando sin reparos.

CAOS. Desde el 18 por la mañana comenzaría el control de daños. La flamante portavoz del Gobierno, Gabriela Cerruti, juraría que el Presidente “nunca había pensado ir”. “Fue un acto pensado de otra manera”, le dijo a la prensa.

Pero la verdad es que Alberto Fernández estuvo a punto de llegar a la Plaza de Mayo. Era una oportunidad para sentir el clamor popular de cerca, tan necesario por estos días en los que el resultado electoral, la crisis económica y los cortocircuitos del poder le hacen sentir la soledad. Para el primer mandatario podía transformarse en una foto distinta: dar un discurso en una plaza repleta de militancia le hubiese subido las acciones.

Sin embargo, las críticas esgrimidas por los oradores, sobre todo por Bonafini, desconcertaron en la Quinta de Olivos. Según pudo averiguar NOTICIAS, el Presidente dudó hasta último momento. Lo contó una fuente del núcleo duro que estaba en la residencia oficial en ese momento: fue su mesa chica la que le aconsejó quedarse. Y él les dio la razón.

La titular de las Madres de Plaza de Mayo fue la más contundente: “Hace tiempo que veíamos que esto no iba bien. No nos daban bolilla. Casi todo el discurso se lo voy a dedicar al Presidente”, avisó apenas empezó.

“Este acto es el inicio de una lucha hasta que consigamos no pagar la deuda. Hoy empezamos, que lo sepa el Presidente. Podemos movilizarnos muchas veces”, alertó Hebe. Ese domingo por la mañana, Alberto Fernández se había fotografiado en su despacho de Olivos junto al jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien había regresado de un viaje a Nueva York, precisamente por la negociación con el FMI. El mensaje era más que elocuente. Y Hebe terminaba con un aviso que en política suena a amenaza: “Todos los que estamos acá somos parte del pueblo que lo votó y que lo va seguir votando si se comporta como debe”.

Además, la titular de Madres le criticó haber participado de la cumbre empresarial de IDEA: “Nos da mucha tristeza porque usted siempre se junta con los ricos”, esgrimió.

La crítica de Hebe fue secundada por otros referentes del kirchnerismo, como el intendente de Ensenada,

Mario Secco, el sindicalista Roberto Baradel y Amado Boudou: “Es tan importante este planteo de las madres de Plaza de Mayo. Por eso los vamos a seguir acompañando, porque el Frente es con todos, nuestra voz también tiene que estar ahí adentro”, dijo el ex vice, colándose en la discusión.

Cerruti fue la encargada de bajar los decibeles a las furiosas críticas internas de un día que debía ser solo de celebración: “Cuando se hacen movilizaciones populares nos parece razonable que cada uno exprese hacia dónde quiere profundizar”, dijo al otro día la portavoz. Y aclaró, como si fuese necesario plantearlo a esta altura: “Una coalición de gobierno tiene debates internos”. El problema del Frente de Todos es que son demasiados. Más de los que a cualquier Presidente le gustaría.

GÉNESIS. Los problemas para el Gobierno comenzaron desde temprano. Luego del acto camporista y “paralelo” que Cristina Kirchner encabezó por las suyas un día antes, el sábado 16, en la ex ESMA, la marcha del 17 significaba una gran oportunidad para que el Presidente se reconvirtiera en protagonista. Pero todo comenzó a tornarse un dolor de cabeza con las indecisiones internas. Primero convocaron: Manzur había empezado a llamar a gobernadores, intendentes y a otros actores del peronismo dos semanas antes. Sin embargo, a dos días de la celebración intentó cancelar la movilización: “Coincide con el Día de la Madre y todas las familias van a compartir ese día”, se excusó. La idea era plegarse al acto de la CGT, que se realizó un día después, el lunes 18.

Pero empezó la rebeldía. El ministro bonaerense y líder de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque, dijo que iría igual el 17 de octubre. “La gente va a ir a la Plaza. Ya está vacunada, la militancia quiere ir”, metió presión. Ante la inminencia de la movilización, el Presidente terminó por publicar un comunicado a través de la cuenta del Partido Justicialista: “Celebremos con la familia y a partir de las 16, ahora que podemos, vamos a la Plaza”, sostuvo.

El desplante del kirchnerismo, que le hizo torcer el brazo ante la decisión de no convocar a la movilización, lo dejó en posición adelantada aún antes de que comenzara el Día de la Lealtad. Las críticas posteriores y su faltazo a la celebración más importante para el peronismo terminaron de dejarlo en evidencia. Porque su presencia había sido confirmada, en dos opor

tunidades, por la locutora oficial del evento. Y también por el ministro de Desarrollo Territorial, Jorge Ferraresi, quien por Radio 10 sostuvo: “Alberto va a venir ahora en un ratito a hablar con su gente”. No sucedió.

El 17 de octubre hubo una tormenta de críticas de esas que caen sin alerta previa. La sorpresa sacudió el descanso dominical de Fernández. Y a los reproches que escuchó en vivo y en directo se le sumó el de Luis D’Elía, protagonista de la movilización aunque no fue uno de los oradores. “Los próximos días Alberto tendrá que elegir si es De la Rúa o Néstor Kirchner”, lo toreó.

Habilitada la crítica, otros justicialistas se subieron al ring. Sergio Berni, ministro bonaerense, excluyó al Presidente del espacio: “Yo no creo que sea peronista. Se fue del peronismo, formó un partido propio y después volvió. Hay un solo peronismo que es el que hace de la lealtad una forma de vida. Observamos mucha hipocresía”, dijo en un programa de televisión. Guillermo Moreno también mostró su enojo: “Este es el peor 17 de octubre de mi vida. Es un día triste porque por primera vez los sectores populares están repudiando a la causa nacional, culpa de Alberto y Cristina, que han conducido al pueblo a la derrota”.

Hubo poco para rescatar por parte del oficialismo. En el entorno del Presidente celebraron que el 18, en el encuentro de la CGT, el sindicalismo no los sacudió. Por el contrario, hubo buena sintonía entre Hugo Moyano y Héctor Daer, el gremialista afín a Fernández, quien continuaría siendo el secretario general de la CGT.

Por lo demás, el Presidente recibió el mensaje. La celebración del 17 de octubre, lejos de reivindicarlo, se le volvió en contra. Para Alberto fue el Día de la Deslealtad.

SUMARIO

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2021-10-23T07:00:00.0000000Z

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