Wanda, Icardi & “China” Suárez: los secretos del escándalo más rendidor. Seguidores en las redes, promoción y

Nara, Icardi y "La China" Suárez protagonizaron el escándalo de la semana. Entre el show, el negocio y el machismo.

Wanda Nara encontró en el celular de su marido, Mauro Icardi, chats con la “China” Suárez que sugerían un coqueteo. La historia es bastante simple pero, por algún motivo, se convirtió en un asunto internacional. El supuesto triángulo amoroso saltó las fronteras de los programas de chimentos y fue cubierto por noticieros y periodistas que se especializan en política y actualidad. En la calle, en las mesas familiares… todos tomaron partido. En las redes proliferaron debates profundos sobre el rol de la mujer y la infidelidad, al mismo tiempo que se viralizaron memes burlándose de sus protagonistas, quienes, en apenas unas horas, sumaron cientos de miles de nuevos seguidores. La pregunta que se abre, entonces, es: ¿qué fibras íntimas toca este escándalo para que nadie pueda parar de consumir todos sus detalles?

Wanda fue la primera en hacer públicos sus problemas matrimoniales con una historia en Instagram el 16 de octubre: “Otra familia que te cargaste por zorra”, escribió. El enigmático mensaje desató una catarata de hipótesis que fueron revelándose con el correr de los días con la complicidad de los otros personajes, que se subieron a la mediatización de su intimidad. “La China” escribió su descargo en sus cuentas, Icardi publicó fotos románticas con su esposa y hasta faltó a un partido del PSG. En el medio, filtraban información, capturas de pantalla y versiones a periodistas amigos.

En cinco días, los miembros de este triángulo engrosaron sus cuentas en Instagram, la plataforma estrella

del affair: de acuerdo a los datos del sitio Not Just Analytics, “La China” sumó 456.148 seguidores en tan solo cinco días; Icardi, 681.890; y Wanda, 1.172.275. Los números no solo reflejan el interés de los internautas por el show que montaron, sino que también puede ser una vara para medir que, en términos económicos, quizás acá no haya perdedores. Por poner un ejemplo, por cada producto que promociona en la red, Suárez -según informó el programa 'Mañanísima'- gana alrededor de $100.000. El matrimonio, que juega en la liga internacional de las marcas, probablemente sume algunos ceros.

La cintura de Wanda para crear un relato mediático, el pasado amoroso de “La China”, quien en otras oportunidades se involucró con hombres casados, los miles de millones que gana Icardi por mes como futbolista. Cada uno tiene lo suyo para crear un escándalo atractivo. Pero podría haber algo más.

Isabella Cosse es investigadora del Conicet con sede en la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (Idaes), investigadora de la UBA y autora del libro “Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta” y asegura: “Siempre las intimidades de los famosos han tenido un papel significativo y resultan atractivas. Hay algo de lo vouyeur que se pone en juego. Además, son parte de la construcción mediática que ubica a las celebridades como objeto de un fenómeno económico que existe desde que comenzó la industria del espectáculo. Pero, también, porque ponen sobre la mesa dilemas y valores significativos socialmente. Los escándalos en torno a la infidelidad y a los triángulos amorosos generan especial interés porque tocan cuestiones nodales del patriarcado”.

EN JUEGO. El Wandagate reeditó viejos sesgos machistas que -parece- están lejos de ser superados. “Hay una mirada dicotómica con raíces muy profundas en la sociedad occidental de las mujeres, que son madres y santas o malas y prostibularias”, dice Cosse. Wanda generó una empatía masiva mientras que “La China” pasó a ser la villana más malvada. ¿Y Mauro Icardi? “Está naturalizado que el problema son las mujeres porque la infidelidad masculina siempre estuvo legitimada, incluso por la ley. Basta con pensar que la infidelidad fue una causal de divorcio (que solo habilitaba a la separación de los 'cuerpos', pero no habilitaba un nuevo casamiento) y la mujer debía encontrar a su marido siéndole infiel en el lecho matrimo

nial. En cambio, bastaba cualquier prueba para el caso de la mujer. Era una estructura profundamente desigual que sostenía el patriarcado", dice Cosse y agrega: "La exclusividad, la potencia y el dominio sexual fue nodal en la configuración de la masculinidad hegemónica. Y, si observamos con atención, la cuestión sigue estando presente".

Sin embargo, este no es el único tema que se desprende del escándalo del momento que, de alguna manera, también demostró la vigencia de la monogamia. Desde hace algunos años se debate sobre nuevas formas de vincularnos o la deconstrucción del amor romántico. Sin embargo, bastó con que Wanda filtrara un chat de su esposo con la actriz para que se evidenciara que la fidelidad sexoafectiva es un valor supremo. Cecilia Figlioli es licenciada en Ciencias Políticas y una de las fundadoras de la organización “Relaciones abiertas”. Dice: “Todavía las relaciones son planteadas como nuestra principal usina de felicidad. Por eso, al mínimo atisbo de que la pareja se está rompiendo, parece que se viene el fin del mundo. Estamos acostumbrados a un nivel de dramatismo propio del amor romántico, que nos enseñó que una infidelidad es terrible. ¿Por qué? Porque el amor está presentado como algo estático, que no necesita ser entendido y que llega cuando la varita mágica te toca”.

Figlioli insiste en que si una pareja acordó exclusividad, como Icardi y Wanda, “no está bien que alguno rompa ese pacto, pero tampoco podemos pensar que es la muerte”. “Nadie deja a su pareja por otra persona. En todo caso, la deja porque tiene ganas de dejarla. Hablar de 'robamaridos' no tiene sentido”, agrega.

Viejas ideas se combinan con nuevas lógicas virtuales: que si Wanda empezó a seguir al ex de "La China", que si Mauro para reconquistarla deja de seguir a todos, que si a la "La China" la dejaron de seguir sus amigas. El circo se alimenta del morbo y de las deducciones que se tejen a partir de cada uno de los movimietnos de los protagonistas en la web. La puesta en escena tiene a dos mujeres peléandose por un hombre, un relato anacrónico que continúa siendo rendidor.