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Caso Lucas:

En la misma semana del crimen en Barracas se denunciaron otros tres casos de violencia institucional. Por qué fallan los controles.

GISELLE LECLERCQ gleclercq@perfil.com @giselleleclercq

la problemática policial tras el asesinato del joven futbolista en Barracas. Estadísticas en rojo y grieta política.

Dos de los tres efectivos de la Policía de la Ciudad acusados del asesinato de Lucas González admitieron, en su declaración ante el juez de instrucción Martín Del Viso, haber disparado contra la víctima y sus amigos. No aceptaron preguntas y defendieron su accionar al decir que se sintieron amenazados ante el supuesto de que el grupo pudiera tener armas o drogas. Además, sostuvieron que el miércoles 17 se encontraban en Barracas trabajando por orden de una fiscalía porteña y, a diferencia de lo que declararon todos los testigos, aseguraron que hicieron sonar las sirenas en dos oportunidades y dieron la voz de alto. A pesar de que sea la Justicia la que deba determinar los detalles del crimen, el caso generó un repudio generalizado de la clase política e instaló el debate acerca de la violencia institucional.

El expediente acaba de sumar a un testigo clave: se trata de un hombre que vio cuando el oficial José Nievas, el oficial mayor Fabián López y el inspector Gabriel Alejandro Isassi (los tres policías acusados) perseguían en su auto a la víctima y sus tres amigos. En su declaración, dijo que los efectivos nunca se identificaron y que pensó que se trataba de ladrones. Además, negó haber escuchado el grito de alto o sirenas y aportó un video de unos 20 segundos que filmó después de escuchar los disparos.

La coartada de los efectivos no parece sólida. Sin embargo, el interrogante es por qué el caso de Lucas no es un hecho aislado. En la misma semana de su muerte, en San Clemente del Tuyú, nueve efectivos fueron acusados de asfixiar y matar a golpes a un hombre en una comisaría; en Escobar, 11 jóvenes fueron heridos con balas de goma cuando

un grupo de policías irrumpió en una fiesta privada, uno de ellos recibió el impacto en un ojo y está internado; en La Plata, un joven que circulaba en moto fue atropellado por un patrullero que supuestamente lo quería detener para pedirle los documentos y terminó con una costilla fisurada.

DE FONDO. Según Alberto Fohrig, director del Centro de Políticas Estratégicas y Asuntos Globales de la Universidad de San Andrés y ex funcionario del ministerio de Seguridad durante la gestión de Patricia Bullrich, estos "no son casos aislados". "Es frecuente ver a inocentes convertidos en víctimas de algún tipo de delito perpetrado por el propio Estado”, dijo a NOTICIAS.

La transversalidad del problema se puede observar en las fichas de de los policías acusados en esta oportunidad. Si bien hoy pertenecen a la Policía de la Ciudad, Nieva y López llegaron a la fuerza porteña desde la Federal mientras que la Bonaerense es la fuerza de origen de Isassi.

El informe de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) que evaluó el período entre el 20 de marzo y el 6 de agosto del 2020 y concluyó que en el país hubo 92 muertes de personas a manos de integrantes de las fuerzas. Cuando se conoció la noticia del crimen de Lucas, la organización informó que solo en cinco años la Policía de la Ciudad protagonizó 121 casos de gatillo fácil. Fuentes del ministerio de Seguridad porteño pusieron en duda la cifra aunque reconocieron que no tienen los datos oficiales: “Se están procesando”, aclararon.

Fohrig insiste en la necesidad de transformaciones de fondo: “Si querés una buena policía, primero tenés que estar en condiciones de captar la mejor gente posible y eso requiere condiciones laborales y salarios. Es una actividad difícil, requiere mucha atención y necesitás personas equilibradas y preparadas”, sostuvo. Por eso, insistió en que los factores psicológicos son cruciales: “En su momento, cambiamos el modo en que se hacían los exámenes psicológicos. Antes estaban centrados exclusivamente en la detección de patologías y nosotros lo centramos en competencias”, sostuvo.

El experto, además, señaló que los controles toxicológicos son tan importantes como la preparación en habilidades linguísticas y discursivas: “La mayoría de los casos que terminan en armas suceden porque escaló una situación menor. El policía tiene que tener una capacidad significativa de resolución de conflictos a través del diálogo”, agregó. “Cuando suceden estos casos, esto parece secundario. Pero sin pensar esto en el momento de la formación y sin controlar estos factores a lo largo de la carrera policial, vamos a tener más casos”, sostuvo.

SUMARIO

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2021-11-27T08:00:00.0000000Z

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