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poder. El estadounidense Henry Miller (1891-1980) escribió de manera surrealista, a menudo sobre personas que vivían libremente, pero era muy estricto en un punto: “¡Mantenga sus signos de exclamación bajo control!”.

Otra regla importante debería ser conformarse con una sola exclamación: “¡Esa película es maravillosa!”. ¡Eso es suficiente! Agregar signos de admiración solo implicaría sumar ruido: “¡¡¡Esa película es maravillosa!!!”.

Y si deseamos parecer maníacos o histéricos, alcanza con mantener activadas las mayúsculas: ¡¡¡ESA PELÍCULA ES MARAVILLOSA!!!

Hace mil doscientos años, Alcuino y sus tropas inventaron en Aquisgrán las minúsculas. Descubrieron que, con ellas, el texto se volvía más fácil de leer. Esta idea sigue siendo válida.

Entonces, puede suceder que, en algunas raras ocasiones, deseemos escribir en un “crescendo”. ¡Hagámoslo! “¡Pará! ¡¡Pará!! ¡¡¡Pará!!!” Una lengua escrita europea usa el signo de exclamación de una forma diferente a la habitual: el español. Los hispanoparlantes no se contentan con escribir un signo de exclamación en el final de la oración. Para enfatizar el hecho de que algo nos llevará a alzar las cejas, los escritores del español también comienzan la frase con un signo de exclamación, aunque al revés: “¡Qué día más bonito!”. Eso es cosa suya.

Ciertas “investigaciones” muestran que las mujeres escriben más signos de exclamación que los hombres. En estos estudios, la diferencia se suele interpretar debida al “hecho” de que las mujeres hacen un mal uso del signo de exclamación como resultado de una supuesta inestabilidad emocional. La investigadora estadounidense Carol Waseleski decidió ir detrás de los números. Analizó cómo se utilizaron doscientos signos de exclamación en dos grupos de discusión de Internet. Esto es lo que descubrió:

-Uno de cada tres signos de exclamación se califica como amistoso, por ejemplo, en los comentarios de apertura o cierre de publicaciones: ¡Hola!, ¡Buena suerte!

-Otro tercio de los signos de exclamación se coloca después de afirmaciones sobre hechos: ¡La Tierra es plana!

-Solo uno de cada diez entra en la categoría de “emocionalmente inaceptable”; en estos casos, los signos son utilizados de forma agresiva, grosera, sarcástica o para ser efusivamente agradecida: “Te lo dije: ¡no en la biblioteca!” “¡Me encanta!”.

-Las mujeres usan signos de exclamación con más frecuencia que los hombres.

-Sin embargo, no hay nada que indique que las mujeres los utilizan porque se sienten emocionalmente al borde del abismo. Por el contrario, hay una ligera tendencia a que los hombres los usen más a menudo de esta manera.

Según Carol Waseleski, los resultados indican que rara vez se utiliza el signo de exclamación en una situación de inestabilidad emocional, sino que con mayor frecuencia se usa para indicar simpatía. Si las mujeres apelan a estos signos más asiduamente que los hombres, es porque su comunicación (al menos en Internet) generalmente expresa gratitud, reconocimiento y comunión a través de publicaciones que procuran que sus destinatarios se sientan aceptados y bienvenidos. ¿Y los hombres? Es verdad que los usan menos, pero cuando lo hacen es principalmente después de afirmaciones sobre hechos o para expresar amistad en una forma adecuada. La conclusión de Carol Waseleski es que las personas de ambos sexos pueden expresar amabilidad mediante el uso de los signos de exclamación, siempre que no lo hagan de forma excesiva.

Otro estudio de los Estados Unidos confirma que la exclamación se utiliza con más frecuencia para expresar emociones positivas que sentimientos negativos. Los investigadores Jeffrey T. Hancock, Christopher Landrigan y Courtney Silver hicieron que ochenta estudiantes se comunicaran en parejas a través de Internet. Los estudiantes no se conocían entre sí y se sentaron en habitaciones separadas. A la mitad de los participantes se les pidió que actuaran de manera positiva y a la otra mitad de manera negativa, pero sin decir por qué estaban de buen o mal humor. El análisis posterior mostró que aquellos que deseaban mostrar una actitud positiva hacían uso de más palabras, coincidían más con su interlocutor y empleaban más signos de exclamación. De hecho, los participantes que debían reflejar un buen estado de ánimo utilizaron seis veces más signos de exclamación que los que estaban de mal humor. Este uso del signo tuvo una decodificación concreta: los participantes a quienes se les pidió que evaluaran el estado de ánimo de sus interlocutores percibieron los signos como señal clara de un estado emocional positivo. Los investigadores encontraron estos resultados particularmente interesantes, ya que el uso de los signos cumplió el papel que suele jugar el lenguaje corporal, la expresión facial, el tono y el volumen de la voz cuando nos comunicamos oralmente dentro de una misma habitación.

Pero ¿qué ocurre con los emojis? Cuando se realizó la investigación, en 2007, estos solo eran utilizados en pequeña escala. Hoy en día existen muchos más emojis. Por cierto, podemos señalar que su uso no pareció tener mucha influencia en la percepción del estado de ánimo del interlocutor.

El filósofo y sociólogo Theodor Adorno escribió en 1956 que vio rojo al descubrir un signo de exclamación, pero ¿realmente les prestamos atención? Un grupo de investigadores holandeses quiso averiguarlo a través de un experimento de psicología social donde 124 estudiantes tuvieron que evaluar diversas si

¿Con qué frecuencia debemos usar signos de exclamación? ¡Máximo una vez cada quinientas palabras!

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