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tuaciones presentadas en una pantalla de computadora. A la mitad de los estudiantes se les mostró un signo de exclamación en la pantalla un minuto antes de que se les presentaran las diferentes situaciones sobre las que debían decidir. La otra mitad fue directamente a las preguntas que tenían que responder. ¿Cómo les fue? El grupo que estuvo expuesto al signo de exclamación reaccionó más rápidamente y mejor que el grupo que fue directo a las preguntas. En consecuencia, el signo de exclamación funcionó tal como se esperaba: “¡Alarma!”.

Cuando Jacopo Alpoleio insertó el primer signo de exclamación alrededor del año 1400, acercó nuestra civilización un poco más al futuro. Cuando hablamos, las palabras pueden ayudar a expresar emociones por medio de la forma en que usamos y modulamos nuestras voces, la expresión del rostro y la actitud de nuestros cuerpos. Actuamos casi como signos de exclamación vivientes. Alpoleio escribió el signo y con eso contribuyó al perfeccionamiento del lenguaje escrito. El signo de exclamación hace su trabajo. En su ensayo filosófico, Jennifer DeVere Brody explica el poder de la exclamación con el siguiente ejemplo: “La bomba de hidrógeno es el signo de exclamación de la historia”. En un libro de 1892 sobre curiosidades literarias, William S. Walsh relata una anécdota sobre el autor francés Victor Hugo (1802-1885), quien acababa de publicar “Los miserables”. Hugo estaba de vacaciones, pero tan emocionado por la suerte de su obra que envió un telegrama a su editor para saber cómo iban las ventas. El texto del telegrama fue conciso: “?”.

Y la respuesta que recibió fue igual de breve y contundente: “!”. ¿CÓMO ESTAMOS HOY? De acuerdo con la leyenda, el signo de interrogación tuvo su origen en Egipto o Roma, pero probablemente tengamos que volver a Aquisgrán para encontrar la fuente. ¿O deberíamos ir a Medio Oriente?

El signo de interrogación es fácil de manejar; rara vez causa controversias y ofrece pocos casos límite respecto a su existencia, dudas y reflexiones a altas horas de la noche. Estamos tratando con un signo de puntuación que nos brinda una ayuda útil para la escritura. Sin embargo, se dice que el signo de interrogación tiene apenas 1200 años. Pero ¿puede ser correcto? Dos mitos cuentan diferentes historias:

“Los antiguos egipcios amaban los gatos. De acuerdo con la anécdota, un día, un hombre observó sorprendido a su gato. Quizá sospechaba de algo; en cualquier caso, estaba perplejo. El hombre notó que la cola del gato se curvó dibujando algo parecido al actual signo de interrogación. Se dice que estaba tan encantado que dibujó la cola rizada y comenzó a utilizarla mientras escribía preguntas sobre el fenómeno”.

No hay fundamentos científicos que respalden la veracidad de ese mito. “La Roma medieval es el escenario de otra ingeniosa explicación acerca de cómo llegó a existir el signo de interrogación. La palabra latina 'quaestio' significa 'pregunta', y supuestamente fue abreviada a 'qo', con una variante en la que la 'q' se colocaba sobre la 'o', creando algo similar al signo de interrogación de hoy”.

La historia es lógica y suena cautivante, pero no hay estudios de la Roma medieval que apoyen la teoría.

Más allá de la veracidad de estas bonitas leyendas, lo cierto es que el signo de interrogación fue otra de las innovaciones introducidas por Alcuino, el maestro, monje y ministro de Educación en el imperio de Carlomagno. Muchos de aquellos que iban a leer o a editar textos antiguos en latín tenían una lengua materna diferente. Trabajaron duro y necesitaban de toda la ayuda y el apoyo que los signos de puntuación pudieran proporcionarles.

¿Cómo podían saber si una oración determinada era una declaración sobre el mundo o una pregunta? Conocemos la respuesta, y puede resultar sorprendente que nadie haya pensado en eso. Pero esto aconteció alrededor del año 800 d. C.; la caída del Imperio Romano tuvo como uno de sus resultados el debilitamiento de la lectoescritura en amplios sectores, de modo que no fueron muchos quienes se preocuparon por la puntuación. Sin embargo, Alcuino tomó cartas en el asunto. Creó el “punctus interrogativus”, el signo de interrogación. Visualmente, el nuevo signo era una combinación de tilde sobre un punto, aunque en algunas versiones faltaba el punto. Los signos de puntuación se hicieron muy populares y rápidamente fueron utilizados por los escribas a lo largo de todo el Imperio Carolingio, es decir, de toda Europa Central. Eso facilitó las cosas al creciente número de personas que preferían leer en silencio, y también proporcionó un mensaje claro para aquellos que leían los textos en voz alta.

“Ya vienen”.

El significado es claro: estoy diciendo que vienen ahora.

“¿Ya vienen?”

El significado cambió: ahora estoy preguntando si ya están en camino. Esta es información importante para un lector, y si voy a leer el texto en voz alta, es preciso cambiar la entonación de la oración tan pronto como me doy cuenta de que se trata de una pregunta. En los siglos posteriores a su creación, el signo de interrogación se hizo popular, aunque no siempre se usó de acuerdo con la idea original. No adquirió su forma final y uso definido hasta el Renacimiento veneciano. En su famoso manual de puntuación y tipografía, “Orthographiae ratio”, publicado en 1566, Aldo el Joven especificó el signo que debería ser utilizado después de preguntas que requirieran una respuesta.

El signo de interrogación fue originalmente una ayuda para los predicadores que necesitaban saber si se enfrentaban a una acusación o una pregunta.

Ciertas La inmoralidad de los “investigaciones” gobernantes difunde muestranunejemploquequelas mujeresluego reprimenescriben máscon80signoscar. de exclamación.

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