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El signo de interrogación no adquirió su forma final y uso definido hasta el Renacimiento veneciano.

Si fuera una pregunta, alzarían la voz al final de la oración, como solemos hacer. Más tarde, el signo de interrogación también se incluyó en un marco gramatical. Indica el final de un significado completo, que en este caso es una pregunta. En consecuencia, el signo de interrogación moderno es el resultado de una colaboración entre escribas de Aquisgrán y Venecia, pero ¿es posible que el origen de este signo se encuentre en un lugar completamente diferente, sin tener que recurrir a mitos divertidos? Chip Coakley es un experto en manuscritos que trabaja en la biblioteca de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. En 2011, identificó lo que puede ser el signo de interrogación más antiguo del mundo en una Biblia escrita en siríaco que data del siglo v d. C. El siríaco es una lengua de Oriente Medio que tuvo su apogeo antes del violento avance del islam. Coakley le dijo a la revista de investigación de la Universidad de Cambridge que a lo largo de los años se había interesado cada vez más en pequeños componentes del lenguaje, como, por ejemplo, la puntuación. El signo de interrogación del antiguo siríaco se parece a los dos puntos que usamos hoy: dos puntos, uno encima del otro. “Zawga elaya”, tal su nombre original, se coloca sobre una palabra cerca del comienzo de la oración para indicar que se trata de una pregunta. Se utiliza solo cuando puede haber dudas sobre si la oración es una pregunta o no, es decir, no en preguntas que en noruego comienzan indefectiblemente con palabras cuyas primeras letras son “hv” (y en inglés “wh”).

¿Podríamos habernos arreglado sin el signo de interrogación como lo conocemos hoy? ¡Difícilmente! El signo de interrogación no es difícil de manejar. Por lo general, la única regla para su uso es sencilla y tiene como objetivo marcar una pregunta directa:

“¿Qué vas a tejer para tu próximo nieto?” También lo usamos cuando la pregunta está implícita:

“Estás tejiendo algo para tu próximo nieto, ¿no?” Pero no podemos usarlo si la pregunta es indirecta; entonces usamos un punto:

“Le pregunté si estaba tejiendo algo para su próximo nieto”.

El signo de interrogación también se utiliza después de lo que se conoce como “preguntas retóricas”, es decir, preguntas donde la respuesta está dada de antemano o donde no se espera una respuesta: “¿Sos estúpido?”

También es interesante observar cómo la elección del signo de puntuación cambia el significado de lo que se dice: “¿Cómo se atreven?” “¡Cómo se atreven!” De vez en cuando, al querer hacer varias preguntas consecutivas, se usan signos de interrogación para cada una de ellas, una tras otra, como una forma de subrayar la profundidad de una pregunta. Habrá quienes nieguen con la cabeza al encontrarse con esto, de modo que es mejor pensarlo bien antes de usar este recurso.

“¿Desaprobaste? ¿Desaprobaste el examen?”

Si se desea enfatizar aún más las emociones fuertes, también se pueden combinar los signos de interrogación con signos de exclamación. Pero en este caso también debería pensase detenidamente: los límites entre la gravedad del tema y su consecuencia pueden ser muy delgados:

“¿¡Desaprobaste!? ¿¡Desaprobaste el examen!?” En la década de 1580, el impresor inglés Henry Denham introdujo un signo propio después de una pregunta retórica, el “punctus percontativus” (N. de la R.: es un signo de interrogación invertido, hacia la derecha). Pero este signo nunca tuvo éxito. Tampoco el “point d’ironie”, presentado por el poeta francés Alcanter de Brahm en un libro de 1899. Tanto antes como después de Brahm, fueron muchos quienes intentaron introducir nuevos signos destinados a indicar ironía o irritación, pero ninguno logró trascender. En verdad, ¿tenemos suficientes signos de interrogación y exclamación para eso?

Un uso peculiar del signo de interrogación que está vivo y bien de salud es el que se da en español. Al igual que los de exclamación, también los de interrogación se colocan invertidos antes y después de la oración. Ya en el comienzo de la frase, el lector recibe una señal de lo que está por venir:

“¿Dónde está tu padre?”

Hace unos años, el pastor televisivo Joel Osteen, que transmitía por la cadena American God Channel, publicó en Twitter esta interesante frase: “Never put a question mark where God has put a period” (“Nunca pongas un signo de interrogación donde Dios puso un punto”). Este tuit es una variante de una cita de hace cincuenta años que la comediante estadounidense Gracie Allen (1895-1964) escribió en una carta: “Never place a period where God has placed a comma” (“Nunca pongas un punto donde Dios puso una coma”). Más tarde, la Iglesia Unida de Cristo añadió a su lema: “Never place a period where God has placed a comma. God is still speaking” (“Nunca pongas un punto donde Dios puso una coma. Dios sigue hablando”). Sin embargo, otro pastor estadounidense bien puede tener la última palabra: “Where God has put a period, the devil puts a question mark, casting doubt” (“Donde Dios puso un punto, el diablo pone un signo de interrogación, sembrando dudas”). ●

* ACADÉMICO NORUEGO, PROFESOR Y VICERRECTOR en la Universidad de Tromsø. Autor de varios libros sobre la relación del lenguaje con la cultura. En Argentina acaba de publicarse el primero de sus libros traducidos al castellano: “Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la historia” (Ediciones Godot), con traducción de Christian Kupchik.

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2022-01-22T08:00:00.0000000Z

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