Kiosco Perfil

Rafael Spregelburd: actor y director, entre otros oficios, comparte su visión del teatro independiente, la cr

Actor y director, entre otros oficios, comparte su visión del teatro independiente, la crítica y el lenguaje inclusivo.

MARCELA SOBERANO @soylasoberano

Es

actor, dramaturgo, traductor, director. Cine, teatro, series, Rafael Spregelburd no cree en las categorías. Creador de “La terquedad”, el mayor hito teatral de los últimos años que forma parte de su Heptalogía de Hieronymus Bosch, por estos días presenta “Inferno” en el Teatro Astros, una obra donde el espanto cae con la fuerza de un martillazo. El lenguaje como artificio, la crítica, las trampas de la industria y el ritual teatral en esta charla con NOTICIAS.

NOTICIAS: El lenguaje, que retorna bajo distintos disfraces, como si fuera un síntoma en todas sus obras. ¿Por qué vuelve siempre ahí?

Rafael Spregelburd: ¿Qué opciones tengo? De qué otra cosa se puede hablar? (ríe). Creo que entre nosotros y el mundo real hay una membrana que es el lenguaje. Y nuestra manera de estar en el mundo depende en gran medida del éxito o el fracaso que tengamos en la relación con esa membrana que por un lado oculta y por el otro conecta con la realidad. Nosotros ni siquiera elegimos ese lenguaje, lo absorbemos por estar en determinada cultura.

NOTICIAS: ¿Los hechos artísticos crean su propio lenguaje?

Spregelburd: Toda obra de arte es una creación de formas, de tensiones, un lenguaje. Hacer una obra es como inventar una lengua nueva.

Tiene su gramática, sus valores, sus sustantivos, sus excepciones y sus reglas y el público que asiste a una obra de teatro va aprendiendo ese lenguaje mientras la ve. Y lo curioso de esa forma del lenguaje es que terminada la obra, no le sirve para nada más, se tira a la basura.

NOTICIAS: ¿Por qué cree que el lenguaje inclusivo causa tanta polémica ?

Spregelburd: Me parece que históricamente al lenguaje se le ha dado la apariencia de un mausoleo con indicaciones sobre qué se puede o no se puede hacer. Las palabras del lunfardo que no tienen ortografía fija, por ejemplo, hasta que no entran al diccionario con una forma u otra son un escándalo.

Creo que a cierta gente la tranquiliza un lenguaje “regido por los eruditos”. Pero vos y yo sabemos que nadie conoce tanto el lenguaje como los usuarios y que esa institución es polémica. Yo no uso lenguaje inclusivo, pero me parece fantástico que exista porque señala una injusticia. Lo que importa es la reparación de ese daño, si la solución está ahí o no el tiempo lo dirá.

NOTICIAS: Se usa como excusa la falta de comprensión para prohibir el lenguaje inclusivo en las escuelas. Hay mucha gente ofendida, lo que no deja ser un fenómeno curioso…

Spregelburd: Puedo entender si me hablan en lenguaje inclusivo por lo tanto no me ofendería si lo usaran, creo que no habría que prohibirlo en las escuelas como se hizo en la Ciudad de Buenos Aires porque es completamente inofensivo. De hecho, los chicos lo entienden mucho más rápidamente que sus maestros. Creo que lo que se cuestiona es la supuesta deformación del lenguaje, la creación de palabras que no existen y me parece un escándalo gracioso, muy de esta época y al que no hay que darle mayor importancia.

NOTICIAS: A raíz de esos debates tan insólitos y encarnizados pensaba en el protagonista de su obra y en cuan virtuoso hay que ser para salvarse en este mundo tan absurdo. ¿El infierno es el otro?

Spregelburd: Por lo que sabemos de la obra, salvarse cuesta un montón (ríe). De hecho, en algún momento le dicen: “Ahora entiendo por qué nadie se salva nunca, todos están en el

infierno”. Y llegamos a lo peor, el infierno fue eliminado por el Vaticano, la Iglesia llegó a un acuerdo según el cual el infierno no es un lugar real, es una metáfora, una manera de hablar. Me tomé eso muy en serio y digo, si el infierno ya no está en un lugar seguro, bajo la Tierra en llamas, si ahora es palabra, está en todas partes. El efecto terrorífico es mucho más eficaz si el lugar no existe.

NOTICIAS: Hablando de dogmas, ¿cree que hay una disolución de la mirada crítica?

Spregelburd: No es mi tema porque no es mi oficio, pero veo que la mitad de las críticas están escritas por analfabetos y es lamentable, como nadie te pide diploma de crítico me parece que cualquiera que tenga ganas de ir y opinar va y lo hace pero me sorprende sobre todo en los medios gráficos donde está muy empobrecida esa mirada. Para mí la crítica ideal sería la de alguien que utiliza el lenguaje como herramienta para conocer el mundo, que puede pensar a partir de la obra. A mí no me interesa una calificación, ni cuando un crítico quiere demoler una obra y hacerse el gracioso porque la destruye, eso no es interesante. Cuando empecé a hacer mis obras en Alemania leía críticas y no me daba cuenta si estaban a favor o en contra y los agentes de prensa del teatro me decían: “Le daría pudor al crítico que te dieras cuenta si la están elogiando o destruyendo. Su tarea no es esa, su tarea es pensar“. No pondrían estrellitas o clarincitos porque sería humillante para todos, para ellos principalmente. Nosotros tenemos un sistema más primitivo y lo curioso es que existen un montón de críticos habilidosos y pensantes que no tienen medios donde ejercer ese tipo de lectura, hay una carrera universitaria de Crítica Teatral y sus egresados son los desempleados del medio.

NOTICIAS: La llegada de las plataformas cambió la manera de mirar, recomendar y consumir entretenimiento. ¿También modificó el sistema de trabajo?

Spregelburd: Sí, lo modificó un montón porque terminó por industrializar e impersonalizar el último bastión que quedaba, el cine y las series de autor. Imaginate que si una

No uso lenguaje inclusivo, pero me parece fantástico que exista. No habría que prohibirlo en las escuelas porque es inofensivo. Es un escándalo gracioso.

serie ya no se crea para un público local con ciertos intereses o necesidades de diálogo sino que se hace para el mundo entero todo cambia porque se centra en cómo venderle eso a una audiencia global. Hasta el concepto de ser humano es otro, porque se lo ve como un consumidor y no como una persona con intereses propios, eso pasa y es evidente. Pero sucede otra cosa, yo, para poder hacer mi teatro, que no es muy financiable porque ocupa el espacio del teatro independiente, necesito de mi trabajo en el medio audiovisual. He filmado más películas y series que montado obras de teatro en los últimos años. Debo comprar mi propio tiempo con el dinero que el sistema me paga para hacer esas ficciones.

NOTICIAS: ¿Y qué pasa con el teatro público? Porque da la sensación de que el sistema se rompió.

Spregelburd: Esto de que aparezca un teatro público, te diga que tenés dos meses de ensayo y te pague lo que se paga, que es muy poco porque se ha depreciado de una manera espantosa, es muy difícil. A una propuesta así le diría que no porque prefiero ser freelance para trabajar en series. Pero no todos tienen esa opción, también es un privilegio que te llame la industria. Hoy sabemos más que nunca que para hacer teatro nos tenemos que autofinanciar.

NOTICIAS: Y con todo eso el público sigue creciendo casi milagrosamente. ¿A qué atribuye que el teatro independiente siga siendo un espacio de resistencia cultural?

Spregelburd: En esta ciudad el teatro independiente está bendecido por la buena suerte, tiene público, interés y calidad, algo que en otros lugares del mundo no pasa. En otras ciudades el teatro se ha convertido en algo muy parecido a la ópera, un género muerto que replica una técnica al gusto de una época que no es la nuestra. Acá hay un público muy joven, no se convirtió en algo elitista como en otras ciudades de países y culturas ricas donde al teatro se va a aburrirse, a pagar un peaje cultural de ver el clásico que conocemos de memoria. Acá no nos pasa, la gente que va al teatro practica un ritual, tiene ganas de reunión, tiene ganas de quilombo, tiene ganas de que en el teatro se diga lo que no puede decirse en otros espacios más regulados por ese corset industrial.

NOTICIAS: Empezó a filmar una película con Alejandro Agresti, un director que siempre le escapó a las normas, ¿puede contarnos algo?

Spregelburd: Sí, esperemos que no me echen por esto (risas). Es un guión espectacular con solo dos protagónicos que vamos a hacer con Eleonora Wexler le hemos dicho que sí a todo lo que nos propuso porque estamos muy convocados por el proyecto, se llama “Lo que quisimos ser”.

NOTICIAS: ¿De qué va? Pregunta difícil siendo Agresti.

Spregelburd: Él siempre tiene esa habilidad de combinar lo intelectual con lo emotivo. Es sobre una pareja que se conoce saliendo de un cineclub, se ponen a charlar sobre la película y uno podría pensar que van a tener onda hasta que la mujer le propone a él que solo pueden seguir viéndose si se mienten. Le dice: “No podría soportar que me dijeras nada verdadero ni decirte la verdad”. Así tienen una relación larguísima donde solo pueden hablar de lo profundo mintiéndose y eso plantea una pregunta, ¿es posible fundar el amor en la mentira? Lo emocionante es que llegan al mismo resultado que con la verdad.

Hoy sabemos más que nunca que para hacer teatro nos tenemos que autofinanciar. El teatro independiente en Buenos Aires está bendecido por la buena suerte.

SUMARIO

es-ar

2022-10-01T07:00:00.0000000Z

2022-10-01T07:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/282497187545002

Editorial Perfil