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El Mundial autoritario: las per secuciones y el choque cultural que se vive en la competencia en Qatar. Braz

Persecuciones y choque de culturas en el evento deportivo del año. El caso Irán y el "sportwashing".

MARCOS TEIJEIRO mteijeiro@perfil.com @teijeiromarcos

Más de una década atrás, en diciembre del 2010, la FIFA daba a conocer a los países elegidos para organizar las copas mundiales del 2018 y el 2022. Rusia y Qatar, respectivamente, fueron las naciones escogidas, y desde ese momento las dudas sobre cómo se lograría la convivencia entre el estilo de vida y las estrictas reglas del pequeño país asiático y lo que genera una Copa del Mundo, quedaron planteadas.

La elección de Qatar como anfitrión de la cita mundialista no sólo enardeció a quienes señalaban la falta de tradición futbolística del país, que nunca siquiera había clasificado al torneo, sino que mayoritariamente despertó críticas por fuera del ámbito deportivo. Es que, aunque Occidente suele preferir mirar para otro lado, que el Mundial se juegue en Qatar obligó a poner la lupa allí. Así, su monarquía absolutista, las violaciones a los derechos humanos que continuamente se ejercen hacia las mujeres o miembros de la comunidad LGBTQ+, la censura a la libertad de expresión y las condiciones laborales similares a la esclavitud a las que se sometía, hasta el 2020, a los trabajadores inmigrantes quedaron en el centro del debate.

Con la organización de la copa, Qatar apostó por el “sportwashing” (ver recuadro), que es como se denomina al uso de un evento deportivo de envergadura mundial para mejorar la imagen pública de un país. Pero la carta de presentación del emirato ante el mundo está dejando más sombras que luces.

El contexto internacional, además, suma condimentos a este cóctel de convivencia difícil entre los qataríes y los extranjeros que van al Mundial. Por un lado, el también estado islámico de Irán se encuentra atravesando un levantamiento de sus mujeres ante la opresión de la que son víctimas. Por otro, el crecimiento mundial de los movimientos de defensa de las personas LGBTQ+, quienes desde que se anunció el torneo denunciaron sistemáticamente cómo las personas parte de la comunidad son perseguidas y encarceladas.

CHOQUES. Dentro del proceso de apertura que significa albergar el Mundial, Qatar sabía que uno no de los puntos más importantes era que recibiría a una multitud de periodistas extranjeros que, además de cubrir el devenir del torneo, mostrarían cómo se vive en un país desconocido para gran n parte de Occidente. Pero fueron on precisamente los periodistas los primeros en sufrir en carne propia las diferencias. Antes incluso de que se jugara el primer partido, un equipo de TV 2 de Dinamarca fue víctima de un ataque de efectivos de seguridad, quienes los interrumpieron en vivo mientras realizaban un móvil en una calle del centro de Doha y amenazaron con destruir las cámaras.

Algo similar le ocurrió a Joaquín “El Pollo” Álvarez, de El Trece. Mientras realizaba un móvil en vivo, fue abordado por efectivos de seguridad qataríes que quisieron cortar la nota en medio de un evidente clima de tensión. La salida en vivo fue abortada e incluso amenazaron con llevarse preso a todo el equipo periodístico, a pesar de que contaban con todas las credenciales en regla para realizar su labor. El detonante fue que estaban haciendo la entrevista en una zona de la ciudad que Qatar prefiere ocultar y no mostrar al resto del planeta. “Me encanta que pase esto porque esto también es el Mundial. Te dicen ‘tenés libertades’, pero hay un control absoluto a la prensa y cualquier expresión de género, de las mujeres. Esta es la otra cara de un Qatar que puso toda la plata del mundo a la FIFA. No nos dejan trabajar tranquilos”, se descargó Álvarez tras el incidente, dejando en claro la doble moral que existe en este Mundial: mientras la FIFA pregona que se trata de un evento inclusivo y de confraternidad de culturas, sucede todo lo contrario.

Una muestra de esto es lo que le sucede al canal Kan 11 de Israel. Porque si bien el Mundial sirvió para que se creara el primer vuelo comer

cial entre este país y Qatar, lo cierto es que los ciudadanos israelitas no son bienvenidos y el desprecio del mundo árabe para con ellos queda en evidencia, al punto de que se niegan a darles notas e incluso van más allá profiriendo insultos antisemitas.

ESCENAS. Los qataríes tienen un código de conducta que rige todos los aspectos de la vida de los musulmanes, llamado “Sharía”. Es esta ley religiosa inspirada en el Corán la que establece los cultos, las normas morales y aquello que está prohibido hacer. El género femenino es el más perjudicado. En Qatar, las mujeres no pueden tomar sus propias decisiones, sino que existe un sistema de tutela masculina que deja todo en manos del esposo. Por otro lado, deben cumplir normas de vestimenta: la utilización del hiyab, un velo que cubre la cabeza y el pecho en presencia de personas que no sean de su familia inmediata. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio pueden ser castigadas con la lapidación mientras todo lo contrario sucede con los hombres, quienes pueden estar casados hasta con cuatro mujeres. En momentos en que el fútbol femenino crece en todo el planeta y las mujeres toman más protagonismo en el mapa mundial de la pelota, que el máximo evento deportivo sea en Qatar no hace más que agigantar la brecha entre lo que la FIFA proclama y lo que el valor del dinero puede lograr.

Más aún, el reciente conflicto en otra nación musulmana, Irán, donde las mujeres se alzaron en contra del régimen que las oprime y que aún mantiene al país en vilo, se coló en la copa. Los futbolistas del combinado persa decidieron no cantar el himno en su primer partido en señal de apoyo a las protestas, lo cual sólo generó más conflicto. El régimen de su país los amenazó a ellos y a sus familiares e incluso fueron investigados por el servicio secreto. Además, desde Irán se decidió enviar a actores para poblar las tribunas para el segundo partido y así evitar cualquier otra manifestación.

La homosexualidad o cualquier otra elección de vida representadas por el colectivo LGTBQ+ tampoco están permitidas por la ley islámica,

SEGÚN THE GUARDIAN, 6.500 TRABAJADORES EXTRANJEROS MURIERON EN LA CONSTRUCCIÓN DE OBRAS.

y a pocos días del inicio del torneo, Khalid Salam, uno de los hombres fuertes de la organización, la tildó de “enfermedad mental”. La selección alemana decidió ensayar una respuesta pero fue en vano. La idea era que el capitán, el arquero Manuel Neuer, utilizara un brazalete con los colores característicos de la bandera del orgullo gay y la consigna “one love”, pero la FIFA se lo negó. Incluso, antes del inicio del primer partido el árbitro chequeó expresamente los colores del brazalete en cuestión. La solución fue que el equipo posara antes del inicio del partido tapándose la boca, lo que generó el rechazo de los locales pero contó con el apoyo de la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, quien acudió al partido y, sentada junto al presidente de la FIFA Gianni Infantino, lució ella el brazalete arcoiris. Estados Unidos también se unió a la causa y en sus instalaciones de entrenamiento cambió los colores de su escudo por los de la bandera del orgullo.

CAMBIOS. Otro de los ítems que echa sombras sobre Qatar es el trato a los trabajadores extranjeros. Con una población que apenas supera los 3 millones de habitantes, gran parte de su masa laboral son foráneos, principalmente africanos y bengalíes, que migran al pequeño país en busca de mejor calidad de vida. Pero hasta el 2020 regía en Qatar la Kafala, un sistema laboral en el que el patrón tenía control total sobre sus empleados extranjeros: les podía impedir salir del país, retener su pasaporte, fijar a discreción su salario y plantear jornadas de hasta 14 horas. Estos trabajadores fueron los encargados de construir prácticamente todas las obras de infraestructura para recibir al Mundial y debieron hacerlo en pésimas condiciones y sin posibilidad de escapar de esa realidad. De acuerdo a una investigación del periódico británico The Guardian, 6500 trabajdores extranjeros murieron en labores para la copa. La mirada internacional sirvió para que en el 2020 esta ley esclavista comience a ser derogada, pero aún sigue funcionando.

Ante todos estos conflictos, la FIFA decide hacer silencio y esperar a que el ruido pase mientras la pelota sigue rodando. El ex presidente del ente, Joseph Blatter, ensayó un tibio mea culpa y afirmó que cuando se eligió la sede “regían otros criterios de selección”, aunque evitó mencionar que la designación de Qatar estuvo envuelta en un escándalo de coimas que sólo dejó de ser investigado por el FBI estadounidense cuando le aseguraron al país del Norte la organización de la edición 2026. “La FIFA es como la ONU, pero con más poder”, había reconocido el propio Blatter dejando en claro que los intereses geopolíticos juegan un papel preponderante.

Para Qatar, su intento de “sportwashing” ha traído por el momento más reproches que buenas sensaciones.

SUMARIO

es-ar

2022-12-03T08:00:00.0000000Z

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