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“SPORTWASHING”

Utilizar un evento deportivo de trascendencia mundial para hacer política no es algo novedoso y se llama “Sport Washing”. Ya en la segunda Copa del Mundo, organizada en Italia en 1934, Benito Mussolini amenazó directamente de muerte a los jugadores de su país si no ganaban el torneo ya que era su manera de publicitar el fascismo al resto del planeta.

Dos años después, en los Juegos Olímpicos de Berlín, Adolf Hitler vio como Jesse Owens, un atleta afroamericano estadounidense, ganaba medallas y desarticulaba su plan de demostrar, a través del deporte, su idea de la supremacía aria. En nuestro país, la Copa del Mundo de 1978 fue la propaganda ideal empleada por la dictadura militar. “Los argentinos somos derechos y humanos”, rezaba el eslogan que buscaba lavar la imagen del régimen.

Si bien la Argentina triunfó, la presencia en el país de prensa extranjera fue la primera en alertar al resto del planeta sobre lo que sucedía en estas latitudes.

El periodista de Países Bajos, Jan Van der Putten, conmocionó a todos cuando el mismo día del inicio de la Copa entrevistó a las Madres de Plaza de Mayo, en lo que luego se convirtió en un documento histórico.

En el 2018, Vladimir Putin recurrió a la misma estrategia para colocar a Rusia en la vidriera mundial. Al igual que Qatar en la actualidad, Rusia buscó con la organización del torneo mostrarse como una país receptivo al turismo y abierto al resto del Mundo.

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2022-12-03T08:00:00.0000000Z

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