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Cosquín queer

El mundo de la música tradicional se resiste a la inclusión. Las razones.

GUSTAVO WINKLER @guswinkler

Una polémica inesperada se desató esta semana a propósito de un beso en la boca, al término de una actuación en el tradicional Festival de Cosquín. La pareja de bailarines Facundo y Ezequiel Posse, oriundos de Buenos Aires, incluyó un beso al final de su número de danza y el escándalo en las redes sociales no se hizo esperar.

“No es acto para Cosquín. Lamentable. Mezclan todo. Se puede hacer algo sublime sin poner en tema si sos hetero, homo o lo que sea. ¿Qué están queriendo transmitir? No es el lugar, me parece", “Rompen todo, ahora también las tradiciones”, “Decadencia este Cosquín 2023. Si se levanta Atahualpa prende fuego el escenario”, fueron algunos de los comentarios vertidos en Twitter.

Alfredo Casero se sumó a las críticas y escribió: “La danza esa: clarísima la historia del gaucho que desea al otro. En silencio. Y de pronto se zafa. Es un clásico del onanismo putil. Todos somos putos. Los machos o somos violadores, o putos en estado latente. Me siento abrumado. Lo del pibe Dupuy, me cambio el bocho”.

A diferencia del tango, donde la inclusión avanza y hasta existen estilos de baile como el “tango queer”, el folklore parece un terreno más complejo cuando se trata de vivir la diversidad. Conservador, apegado a la tradición y con una marcada hegemonía masculina, el género parece debatirse entre un cambio de paradigma o la expulsión de quienes no encajan en la norma heterosexual.

“Bienvenidas las repercusiones, las discusiones, las diferencias -explica Jorge Nacer, ex miembro de la organización del Festival, a NOTICIAS-. Lo importante fue que este hecho puso el tema de la diversidad en el tapete, algo ocultado y reprimido por años. Eran dos bailarines haciendo una exquisita coreografía. Creo que esa búsqueda es producto del trabajo, esfuerzo y perseverancia del ambiente cultural, relacionado a la problemática de género. Su lucha y la visibilización alcanzada, últimamente, fue generando una necesidad y un derecho”.

PASADO. Pero este escándalo no es nuevo. El año pasado, la inclusión de la cantante trans de folklore, Ferni de Gyldenfeldt, en el Festival; también representó un desafío. “Viví esto en carne propia en Cosquín -explica la artista-. Las repercusiones negativas ni las leo, algo se está moviendo y eso es lo importante. Estos chicos dieron un paso más sobre la igualdad y yo lo celebró”.

En su caso, la dificultad apareció cuando trató de inscribirse para participar del Pre-Cosquín (el certamen previo para nuevos valores) y no pudo anotarse. “Recuerdo que Ferni tuvo que recurrir al Instituto Nacional de Música para modificar los estatutos del Concurso. Por suerte, hubo una inmediata respuesta del Festival y se implementó el cambio. Pero es un largo camino que recién comienza”, explica Nacer.

“Nosotros existimos sin pedir permiso. Existimos muchísimo antes de todo esto, ningún ambiente del folklore nos sostiene. La sociedad está cambiando y tiene que estar la música para acompañar los complejos procesos culturales de un pueblo, de eso se trata este presente”, concluye Ferni de Gyldenfeldt.

Los machos o somos violadores, o putos en estado latente. Me siento abrumado”. ALFREDO CASERO

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2023-02-04T08:00:00.0000000Z

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