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China ya no crece:

Los abismos que evidenciaron las dudas de Occidente sobre si debían atender el reclamo ucraniano de armas ofensivas.

* PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universidad Empresarial Siglo 21.

el gigante asiático frenó durante seis décadas de expansión demográfica. La crisis económica que se advierte en el horizonte cercano.

La batalla de los tanques comenzó en las sedes gubernamentales y en la cabeza de los ciudadanos europeos. La parte más dura ocurrió en la memoria de los alemanes y en la cúpula de su gobierno. A los tan deseados tanques Leopard, se les superpuso el recuerdo de las divisiones de Panzer que ingresaron a Ucrania y a Rusia en junio de 1941. Aquellos poderosos cañones acorazados y desplazados sobre orugas, cuyo nombre completo era Panzerkampfwagen, eran junto a los aviones Stuka el arma principal de la “Blitzkrieg” que lanzó Hitler sobre los eslavos soviéticos, para incorporar gran parte de Rusia a su pretendido Lebensraum (espacio vital) de la raza aria.

Las infinitas caravanas de Panzer desfilaron por la memoria de millones de alemanes desde que Volodimir Zelenski empezó a reclamar a Berlín la entrega de tanques Leopard.

El canciller Olaf Scholz hizo malabares retóricos eludiendo los reclamos que le llegaban de Kiev, Washington, Varsovia y otras capitales europeas. Hasta ensayó lo que parecía un argumento de discusión entre adolescentes, al condicionar el envío de ese armamento a que, primero, Estados Unidos enviara los M1 Abrams.

El formidable tanque norteamericano es sofisticado y demandará tiempo adiestrar tanquistas ucranianos, respondía Washington en ese tire y afloje. El primer paso lo dio Londres, al comprometer el envío de catorce Challengers, el pesado tanque británico. A esa altura, también París empezaba a dejar de lado la justificación para negarle a Ucrania sus tanques Leclerc, diciendo que tenía demasiado pocos y los necesitaba para la defensa de las fronteras francesas.

Finalmente, empujados con vehemencia por Polonia, todos aceptaron a regañadientes mandar a Ucrania los tanques que resultan indispensables para salir del empantanamiento de su pretendida reconquista de territorios ocupados por las tropas rusas.

Pero a esa altura, la discusión sobre los tanques ya había evidenciado las abismales dudas que paralizan a las potencias occidentales. El eje euro-norteamericano quiere derrotar a Rusia sin enfrentarla de manera directa, que es con lo que amenaza Moscú si la OTAN provee a los ucranianos el armamento de carácter ofensivo que reclama. Todos están de acuerdo en ayudar a Ucrania a defenderse, pero esa defensa está en un punto que obliga a lanzar una ofensiva. Y una ofensiva requiere tanques y vehículos blindados.

Los tanques Leopard son los más adecuados para los planes militares de Ucrania. Polonia mostró inmediata disposición a enviarle todos los que posee si Berlín lo autorizaba. Pero el canciller Scholz dudaba por temer que, de hacerlo, Rusia colocaría a Alemania en la categoría de “co-beligerante” y la convertiría en blanco de sus misiles nucleares.

Es posible que eso ocurra, porque si, con las divisiones de tanques que Ucrania podrá lanzar sobre las posiciones

rusas dentro de un par de meses, se produjera un repliegue del ejército invasor con desbandes como el que se vio en la reconquista de Jarkov, el Kremlin podría ejecutar el designio devastador que lleva tiempo anunciando.

Las armas han jugado roles fundamentales en las primeras etapas de esta guerra. Primero fueron los misiles antitanques Javelin y los misiles antiaéreos Stinger, para frenar el avance sobre Kiev. Cuando se pasó a la etapa de recuperar territorios en el Este, cobraron relevancia los obuses de 155 mm y los lanzacohetes Himars.

En la batallas que se libran en el Sur y las que vendrán si Ucrania intenta recuperar Mariupol y la costa del Mar de Azov, cobran relevancia los vehículos blindados Bradley, que se desplazan sobre orugas, los Stryker, que tienen ruedas y los M113 que transportan tropas. Pero en esta nueva fase, así como en la pretendida reconquista del Donbas y de Crimea, resultan imprescindibles los tanques que Zelenski tanto reclamó y que Alemania y sus aliados tanto tardaron en acordar entregarle.

Rusia toleró a regañadientes que la OTAN provea a Ucrania armas defensivas, pero lleva tiempo advirtiendo que si le dan armas para lanzarse a la ofensiva, la alianza atlántica entrará en guerra directa con Rusia.

A esta altura del conflicto, el tema es “qué” significa ayudar a Ucrania a defenderse. No darle las armas que le permitirían lanzar la reconquista de territorios, implica imponerle que acepte la pérdida de esa porción del país. Mientras que darle las armas necesarias, implica pararse ante el abismo nuclear con que amenaza el Kremlin.

Sobre ese abismo advirtió Elon Musk. El fundador de Tesla dice estar del lado del país invadido para matizar sus razonamientos siempre elípticamente favorables a Moscú, pero su afirmación sobre lo que implicaría el intento ucraniano de recuperar Crimea, parece estar más cerca de la realidad que las aspiraciones de Zelenski.

Ningún líder de las potencias que están ayudando a Ucrania, le dice al presidente ucraniano algo que a esta altura parece evidente: Ucrania debe aceptar que es imposible recuperar la totalidad de su territorio hoy ocupado por las fuerzas invasoras. Y el mayor ejemplo de lo irrecuperable es Crimea.

Si el ejército ucraniano no fue por la reconquista de la península en el 2014, cuando fue ocupada y anexada por Rusia, no puede aspirar a recuperarla ahora.

Si Putin fuera derrocado o asesinado por una conspiración interna, la realidad sería otra. Pero en la realidad vigente, Kiev puede aspirar a la recuperación de Mariupol y su costa sobre el Mar de Azov, y también de grandes extensiones de territorios al Este del río Dniéper. Pero debe aceptar que al menos partes de Doniestk, Luhansk y Crimea, queden en el mapa ruso.

Sin esa alteración de los mapas preexistentes es imposible que exista un final al conflicto que no implique un cataclismo nuclear.

Si Rusia quedara al borde de perder todo lo invadido, se harían realidad las amenazas nucleares que vienen repitiendo jerarcas rusos como el número dos del Consejo de Seguridad, Dimitri Medvedev.

Para Kiev no es fácil resignar territorios porque sus guerreros están luchando con coraje y eficacia sorprendentes. Con los tanques que recibirán más los sistemas antiaéreos que pueden neutralizar misiles como los KH22, creados para hundir portaaviones, los ucranianos podrían vencer totalmente al ejército ruso y a los mercenarios del Grupo Wagner.

Pero el triunfo posible para Ucrania depende de que Rusia no recurra a sus arsenales convencionales más devastadores y a sus proyectiles nucleares.

Ese punto es el que Zelenski parece no contemplar. Putin podría devastar a Ucrania y quizá esté dispuesto a hacerlo, antes que salir derrotado de esta atroz guerra que inició.

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2023-02-04T08:00:00.0000000Z

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