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VOLKSWAGEN T-CROSS 200 TSI HIGHLINE TEST.

El motor 1.0 turbo le otorga nuevas posibilidades a este SUV compacto, uno de los más elegidos en los últimos meses. Mantiene las buenas costumbres de las opciones 1.6, pero desarrolla mejores prestaciones. Dado su precio, el equipamiento de seguridad pod

Por WALTER TOGNERI / Fotos: ALEJANDRO CORTINA RICCI

Con el motor 1.0 turbo de 116 CV logra mejores prestaciones y un consumo contenido. Interior amplio, baúl versátil y un nivel de equipamiento que, dado su precio, tendría que ser más completo.

Cuando observamos el mercado automotor local vemos que Volkswagen ha entendido “la revolución SUV” mejor que otras compañías. Efectivamente, la marca alemana es la que ofrece más unidades de este tipo, ya que no solo tiene por lo menos una por segmento, sino que también es una de las pocas terminales que produce un Sport Utility en nuestro país, el Taos.

Hoy, la casa de Wolfsburgo

dispone en su cartera SUV de modelos tales como, por ejemplo, los Nivus, T-Cross, Taos y Tiguan, es decir, representantes de los segmentos sub-B, B, C y D, respectivamente.

Lógicamente, como todo espacio “en desarrollo”, la llegada de nuevas versiones suma una cuota de novedad y esa es la clave de esta nota: una actualización en la gama T-Cross. Ahora, y tal como habíamos anticipado a principios de año, este modelo fabricado en Brasil incorpora una motorización 1.0 turbonafta de 116 CV, la misma que ya conocimos en el Nivus, y que le otorga un campo de acción más amplio por la eficacia de esta moderna planta motriz.

Con este cambio de motor se genera una reconfiguración de la gama T-Cross que queda conformada por la opción de entrada, 1.6 MSI Trendline (equipada con el histórico motor de 110 CV), y las 200 TSI en versiones Comfortline y Highline; ésta última, la elegida para la presente nota.

No es extraño que VW se esfuerce por afianzar a este equilibrado producto, ya que le ha dado muchas satisfacciones: fue el que logró destronar al histórico dominador (e iniciador) de esta categoría, el Ford Ecosport.

(Casi) todo igual

Hablar de diferencias estética externas entre los Volkswagen T-Cross 200 TSI y 1.6 MSI es casi innecesario: en el nuevo modelo no aparecen cambios dignos de ser mencionados. Recordemos que nos referimos a la variante tope de gama, Highline, la cual, como todas las de su estirpe, cuenta con una decoración más llamativa que las menos equipadas. No obstante vale aclarar que, a diferencia de lo que sucedió con la 1.6, la marca alemana no dispuso de una versión con dotación Hero para el lanzamiento de la 1.0.

Aclarado este punto, hacer un repaso de la dotación de la que dispone esta nueva versión sería redundante, aunque sí existe un cambio digno de ser destacado: el sistema de infoentretenimiento.

Además del nuevo motor, el T-Cross incorpora el sistema denominado VW Play, dispositivo estrenado (igual que el propulsor) por el Nivus, y que

se destaca por su modernidad. Emplea una pantalla táctil de 10 pulgadas reemplazando al equipo Discover Media de 8” que se ofrecía en el MSI Highline.

Este nuevo sistema es ciento por ciento digital, motivo por el cual prescinde de comandos físicos, salvo aquellos que aparecen en el volante. Es un equipo que funciona muy bien, bastante rápido de reacción (por ejemplo, cuando cambiamos de función para ajustar el sonido del audio o modificar algunos de los parámetros que desde allí se comandan tales como, por ejemplo, las funciones del celular que se ha emparejado a través de Android Auto o Apple CarPlay), y hasta ofrece otras funcionalidades, como la de abrir el baúl o reproducir las imágenes de la cámara de marcha atrás.

Por otra parte, la pantalla se puede configurar con hasta tres perfiles, de acuerdo con las preferencias de los pasajeros, y cuenta con una memoria interna de 10 GB para albergar las diversas aplicaciones que cada usuario quiera descargar desde la tienda VW Play Apps. Incluso, el VW Play incluye el manual del usuario.

La crítica para este tipo de sistemas es recurrente: la ausencia de comandos físicos implica un período de acostumbramiento y, en muchos casos, la necesidad de accionar dos veces la pantalla para, primero, elegir la función sobre la cual trabajar, y luego, con la segunda, modificar

ese parámetro.

El tablero también es digital y permite ser configurado según varios formatos, con más o menos elementos a la vista.

Por lo demás, el nivel de equipamiento del T-Cross 200 TSI es muy bueno, aunque podría ser mejor. Entre los “reclamos” podemos mencionar la rueda de repuesto, que es del tipo temporal, la ausencia de techo solar y, especialmente, de un paquete con modernos sistemas de seguridad como ofrecen algunos de sus rivales. Tampoco dispone de ópticas full led.

El apoyacabeza caprichoso

La calidad percibida es buena, con tapizados de símil cuero bitono. Lo mismo para las terminaciones.

En la unidad de pruebas no advertimos sonidos extraños ni desajustes de ningún tipo, aunque hubo un detalle que nos llamó la atención: el apoyacabeza de la butaca del conductor tenía la rara costumbre de elevarse por sus propios medios. Ubicado nuevamente en la posición más baja, con el correr de los kilómetros el inquieto elemento de seguridad buscaba altura sin que pudiéramos encontrar una explicación, luego de asegurarnos, por supuesto, de que un gracioso no viajaba escondido en el sector trasero... Probablemente, algún tema de manufactura de la butaca, que generaba cierta presión en la parte superior del respaldo, haya sido la causa de este llamativo movimiento inesperado. El resto del habitáculo, “libre de fantasmas”.

Por eso, gracias al ajuste en altura de la butaca del conductor y al doble reglaje de la columna de dirección, alcanzamos fácilmente la posición de manejo. Esas plazas delanteras son am

plias, y la del acompañante se puede plegar hacia adelante, p ero se reclina poco.

Atrás, los espacios también son amplios para dos adultos de contextura mediana, ya que la plaza central es pequeña.

En cuanto al baúl, la capacidad oscila entre los 373 y 420 litros, debido a que el piso de ese sector es removible y permite modificar su altura. Los respaldos traseros se abaten en proporción 60/40.

Turbito

Decimos más arriba que la novedad de esta nueva versión del T-Cross aparece fundamentalmente en el motor. Se trata de un propulsor de tres cilindros en línea alimentado por un sistema de inyección directa asistido por un turbocompresor que entrega 116 CV de potencia y que se muestra muy ágil, especialmente desde que la aguja del tacómetro cruza la marca de las 1.500 rpm, momento en el que aparece el par máximo de 20,4 kgm, valor que se mantiene estable hasta las 4.200 vueltas.

Trabaja asociado con una caja automática de seis velocidades Tiptronic con la que conforma una asociación muy efectiva. Esta transmisión es un excelente complemento para el pequeño motor que, con menos cilindrada (pero más modernidad) logra mejores prestaciones que el 1.6 MSI al cual reemplaza.

En nuestras pruebas medimos un desempeño muy destacado, con 182,1 km/h de velocidad máxima y una aceleración de 0 a 100 km/h de 11,2 segundos. También son buenas las recuperaciones, con 8,3 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, siempre considerando las mediciones con la selectora en posición S.

Pero el valor que para la mayoría de los mortales importa es el consumo, prueba en la que el nuevo motor también mejora las marcas del anterior: medimos un rendimiento promedio 14,3 km/l.

Un cambio significativo respecto del MSI es que en el tren trasero se reemplazó el sistema de suspension independiente por uno de eje de torsión. Sin embargo, sigue siendo un vehículo de respuesta equilibrada, gracias a un chasis que hace que, a pesar de la altura de la carrocería, viajar a velocidades de ruta sea una condición segura. También es confortable circulando en la ciudad, ámbito en el cual es digna de ser mencionada la respuesta de la dirección (con asistencia eléctrica), que

se muestra liviana y precisa.

En cuanto a los frenos, nada que reprochar. El sistema, con cuatro discos y un ABS de nueva generación, se comportó correctamente, tanto en el uso diario como en las pruebas de rigor. En ellas obtuvimos una respuesta muy buena; por ejemplo, para detenerse por completo desde 100 km/h recorrió 36 metros.

Entre tantos

Hoy como nunca se cuentan por decenas los modelos que rivalizan en el segmento de los SUV compactos. Sin embargo, entre ellos, son pocos los que disponen de motor turbo-nafta como el que aquí analizamos, aunque es necesario aclarar que la incorporación de este tipo de motores es, al parecer, una tendencia que se va extendiendo cada vez con más fuerza.

En este apartado, todos los modelos seleccionados como rivales de este VW cuentan, al igual que el protagonista de este test, con una garantía de tres años o 100.000 kilómetros. Muy buena, aunque sabemos que hay mejores.

Entre los convocados podemos mencionar, por ejemplo, la nueva generación del Chevrolet Tracker que, importada desde Brasil, dispone de un tres cilindros de 132 CV, baúl de 393 litros y equipamiento equivalente, aunque con algunos “chiches” como el sistema de estacionamiento semiautomático y el de asistencia OnStar, además de WiFi a bordo. En este caso, el

precio en la versión Premier es de 3.610.000 pesos.

También es necesario mencionar la última variante del Ford Ecosport que llega desde la India equipada con un motor 1.5 de tres cilindros de 123 CV, y que, aunque con baúl de 362 litros y un menor nivel de equipamiento, se ofrece en versión Titanium con caja automática por 2.831.500 pesos, casi el mismo precio del nuevo Renault Duster (2.831.000 pesos), que llega desde Colombia y que, en la versión Outsider 1.3TCe CVT 4x2 (también hay una variante 4x4), dispone de una dotación reducida pero ofrece 155 CV, un habitáculo más espacioso y un baúl más amplio, con 475 litros de capacidad.

Falta agregar un modelo que no cuenta con motor turbo pero que no solo es uno de los más vendidos, sino que hace la diferencia por nivel de equipamiento y precio: el Nissan Kicks. La versión Exclusive de este producto (fabricado en Brasil) emplea un motor 1.6 normalmente aspirado que entrega 120 CV y caja CVT, pero suma un paquete de sistemas de seguridad denominado Safety Shield (Escudo de Seguridad), conformado por dispositivos ausentes en el modelo de VW, como cámara de visión periférica 360º, alertas de tráfico cruzado trasero, de punto ciego y predictiva de colisión frontal; sistema de frenado inteligente de emer

gencia y asistente de luces altas. Además, agrega un equipo de sonido Bose que incluye ocho parlantes, dos de los cuales están ubicados en el apoyacabeza del conductor, al tiempo que dispone de un baúl más grande (432 litros), y un precio de venta más accesible: 2.767.400 pesos, un valor muy competitivo si lo comparamos con los 4.293.450 pesos del Volkswagen T-Cross 200 TSI Highline.

SUMARIO

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