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MAZDA MX-5 MIATA

Es una bocanada de aire fresco para quienes disfrutamos del manejo. Un auto que supo reinventarse sin traicionar sus raíces y que, con la misma fórmula ganadora de siempre, hoy ofrece las sensaciones de un Roadster de los años 60 con las mejoras de 2021.

Por Diego Porciello (desde Miami, Estados Unidos)

IMPRESIÓN. El pequeño biplaza descapotable japonés es un vehículo muy especial que logra emocionar a los amantes de la conducción deportiva. Lo manejamos en Miami, Estados Unidos.

La marca japonesa, con la independencia que la caracteriza, a finales de los años 80 se jugó por un segmento en vías de desaparición. Los pequeños roadsters que habían sido furor en los 60 y 70, ya no eran interesantes para el público, que los veía imprácticos, poco confiables y mal terminados. Contra este pronóstico, en 1989 ‒con un sugestivo parecido al Lotus Elan‒ se lanzaba el Miata, que en muy poco tiempo se convertiría en un ícono.

Evaluamos aquí la cuarta generación, que muestra un diseño menos redondeado, con aristas marcadas y un volumen muy dinámico. Afortunadamente, no creció desproporcionadamente y conserva dimensiones similares a las de su origen. Tampoco han abusado del tamaño del rodado, conformándose con llantas de 17 pulgadas que calzan perfectas en tamaño, y con un diseño muy logrado.

La capota ‒de accionamiento manual‒ es muy fácil de operar; se puede poner o quitar en movimiento y en tiempo récord. Un sistema muy práctico y eficiente que no requiere bajar del auto para operarlo, aunque en ruta se perciben ruidos eólicos.

Sentirse parte del auto

Al ingresar, lo primero que llama la atención es el tamaño de todo, comenzando por la puerta: es tan pequeña, que no puede alojar ni un portamapas. Las butacas son muy cómodas y de buena sujeción, pero fiel a su concepto de simple y liviano, este vehículo no cuenta con regulaciones eléctricas.

El espacio no sobra, pero es correcto teniendo en cuenta su tamaño, y conductores de hasta 1,83 ‒ 1,85 metros, podrán encontrar una posición acorde frente al volante, que también trae doble regulación manual. En el espacio para el acompañante, una protuberancia en el piso hace un poco más acotado el espacio para las piernas, aunque se viaja cómodamente.

El tablero tiene una presentación sobria, con agujas en los dos cuadrantes derechos y uno digital a la izquierda, con buena información que incluye lector de señales de tránsito. Es muy fácil de leer, pero le vendría bien un cuadrante digital para el velocímetro en lugar del indicador de marcha conectada. La pantalla central es pequeña, como todo en el interior del Miata, y no cuenta con sistema touch. La ruedita en la consola central es fácil de comprender y accionar, pero a veces se puede llegar a rozarla involuntariamente.

El equipamiento es correcto, manteniendo la premisa de no sumar peso con cosas innecesarias o motores eléctricos, módulos y cables. Cuenta con climatizador, levantavidrios con one-touch solo para bajar, asientos calefactables, control de velocidad crucero, computadora de a bordo, audio Bose,

Apple CarPlay y Android Auto. En cuanto a seguridad, completa con 4 airbags, ESP desconectable, ABS, sensor de punto ciego y aviso de cambio de carril. Cuenta también con cámara de retroceso sin sensores de estacionamiento y desempañador en la luneta de la capota.

No suele ser fácil llevar muchas cosas en un pequeño roadster, y el Miata no es la excepción. En el interior, como ya mencionamos, no hay bolsillos en las puertas y la guantera no está donde suele estar. Hay un compartimiento con llave en la pared trasera entre ambos asientos, otro pequeño en la consola donde no entra una billetera, y un hueco delante la palanca, donde se podría alojar el celular. La boca de carga del baúl es muy reducida, pero la capacidad del mismo es mayor a la esperada. No ofrece rueda de auxilio (ahorrando peso); en su lugar, dispone de un kit de reparación y un compresor.

Una caricia a los sentidos

Al oprimir el botón de arranque comienza la parte más interesante del Miata. Un agradable ronroneo de sus 4 cilindros se hace presente en el punto justo para no molestar. Pero ver vibrar la palanca de cambios manual es algo que hace años no vemos en un auto. ¿Se podría haber evitado? Por supuesto, pero claramente no quisieron hacerlo: es en las sensaciones genuinas donde radica el encanto de este auto. Nada está exagerado, no hay contra-explosiones generadas adrede por la gestión de inyección ni sistemas que emparejen las vueltas al hacer un rebaje; si uno quiere eso, tendrá que hacerlo por sus propios medios, si es que aún recuerda cómo hacer “punta y taco”.

Mientras todos los fabricantes apuntan hoy al downsizing, Mazda apuesta por su línea de motores Skyactive que, aumentando la relación de compresión y generando una mezcla muy pobre, logra niveles

de emisión y ahorro de combustible sorprendentes. El pequeño Miata está equipado con un 2 litros aspirado de 16 válvulas y doble árbol de levas a la cabeza comandado por cadena con VVT-i, que entrega 184 CV a 7.000 rpm y 20,9 kgm de torque a 4.000 rpm. La agradable sorpresa, además del consumo acotado, es la forma en que entrega la potencia. Si bien los números indican que la máxima se obtiene a muy alto régimen, responde con soltura desde antes de las 2.000 rpm.

Es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 5,8 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 230 km/h. Además del motor, parte de la responsabilidad de tanta agilidad hay que atribuirla a los 1060 kg de peso repartidos casi 50/50, la tracción trasera con diferencial autoblocante y una caja de cambios de 6 marchas con relaciones perfectas. La sexta marcha es directa, lo que la convierte en un cambio más y muestra que las otras 5 están bastante “apretadas” para dar agilidad. El comando de caja es de recorrido muy corto, directo y sin pérdidas de tiempo. Dan ganas de hacer cambios todo el tiempo.

Al combo mecánico hay que sumarle una dirección lo suficientemente directa, con correcta asistencia eléctrica y volante de agradable tacto. La suspensión delantera de doble horquilla con brazos de control de aluminio y amortiguadores Bilstein, y la trasera multibrazo con soportes de aluminio, generan un comportamiento franco y envidiable para muchos deportivos más caros.

En definitiva, un conjunto en el cual el conductor se puede sentir parte del mismo; de hecho, el peso del conductor está contemplado en la puesta a punto y la distribución de pesos.

Casi sin competencia

El MX-5 Miata se ha adueñado de un segmento en el que prácticamente ninguna marca se atreve a hacerle frente. Por supuesto, comparte mercado con su “hermano” el Fiat 124 Spider, que se ofrece con motor 1.4 Turbo y algunos CV menos. En Estados Unidos, donde lo probamos y donde realmente se ha convertido en un vehículo de culto en cualquiera de sus cuatro generaciones, se ofrece a partir de los 26.830 dólares en la versión Sport. Por su parte, la versión “Club”, que suma llantas de 17 pulgadas, audio de 9 parlantes y detalles estéticos específicos, es la intermedia, a 30.290 dólares, hasta llegar a la versión que evaluamos, la Grand Touring con luces adaptativas, asientos calefactables y navegador incorporado, por 31.770 dólares. A cambio, ofrece un genuino comportamiento deportivo, envidiable para autos de precios bastante más elevados.

En conclusión, el MX-5 Miata mantiene su esencia intacta, no olvidó sus orígenes absorbiendo una evolución lógica sin dejar de ofrecer sensaciones genuinas como en las viejas épocas de los sports ingleses o italianos. Afortunadamente, Mazda no sucumbió a las tentaciones de inflar el modelo, de llenarlo de pesada parafernalia y luego recurrir a la electrónica para garantizar su comportamiento. Manejarlo ha sido "volver a las fuentes", sin dejar de lado las ventajas de la evolución actual.

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2021-11-11T08:00:00.0000000Z

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