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Clásicos

La tierra de las oportunidades les abrió sus puertas y ellos no lo desaprovecharon. Con las carreras como vidriera, estos hermanos ingenieros revolucionaron la industria automotriz americana a principios del siglo XX.

Por Gustavo Piersanti

La historia de Duesenberg

Frederik y August Duesenberg eran dos jóvenes ingenieros amantes de los automóviles que, en 1885, emigraron desde su Alemania natal hacia Estados Unidos. En 1913, “Fred” y “Augie” se asociaron para crear la Duesenberg Motor Company en St. Paul, Minnesota. Pronto, construyeron un ingenioso y magnífico motor de cuatro cilindros con válvulas horizontales. Eddie Rickenbacker lo utilizó en su auto para disputar la edición de 1914 de la Indianápolis

500, logrando un décimo lugar. Ese resultado despertó el interés de otros corredores que comenzaron a comprarle motores a los Duesenberg; sin intención alguna, los hermanos estaban metidos de lleno en las carreras de autos.

Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, Bugatti había diseñado una central eléctrica que consistía en dos motores straight-eight (ocho cilindros en línea) montados en paralelo con un cárter común y dos cigüeñales engranados a un solo eje. Por eso, cuando a los hermanos Duesenberg les fue concedido un contrato para producir en Estados Unidos un motor para el gobierno francés, tuvieron acceso a destripar la obra maestra de Bugatti. Mejoraron muchos de los elementos y eso los llevó a diseñar el straighteight de Duesenberg, el motor que los haría famosos.

En 1920, un Duesenberg marcó un nuevo récord de velocidad sobre tierra en Daytona; Tommy Milton alcanzó la velocidad de 249,6 km/h. A

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2022-06-14T07:00:00.0000000Z

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