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La oposición dice que votó menos del diez por ciento

DPA

La oposición iraní en el exilio aseguró ayer que menos de un 10 por ciento de la población del país votó en lo que describió como una “mascarada electoral” marcada por el incremento artificial de papeletas a favor del vencedor de los comicios presidenciales, el ultraconservador Ebrahim Raisi.

Así lo anunció la Organización de los Muyahidín del Pueblo de Irán (PMOI), grupo histórico designado por Irán como una organización terrorista y que ahora tiene su base principalmente en Irak, a través de un estudio realizado sobre “informes de más de 1.200 periodistas y reporteros”

más adelante” y expresó su deseo de visitar Irán.

También felicitó al nuevo presidente electo el sirio, Bashar al Asad, que le deseó que continúe con “el enfoque de la Revolución Islámica en la gestión del país frente a los planes y presiones” externas y que se “refuercen” las relaciones bilaterales.

El presidente tiene poderes limitados en Irán, donde el poder real está en manos del guía supremo. El balance de Rohani quedó manchado por el fracaso de su política de apertura tras la retirada de Estados Unidos en 2018 del acuerdo sobre el programa nuclear iraní con las grandes potencias de 2015.

Los resultados preliminares indican que Ebrahim Raisi, representante del sector más conservador, ha obtenido más del 60% de los votos emitidos y es el nuevo Presidente de la República Islámica de Irán. En las semanas previas, las principales discusiones entre los ciudadanos iraníes y los analistas no eran sobre el acto eleccionario en sí, ya que nadie dudaba de la ventaja de Raisi por sobre los otros candidatos, sino sobre el accionar del Consejo de Guardianes, el órgano encargado de aprobar los candidatos, y sobre las líneas generales de la nueva presidencia. Se discutió el antes y el después de las elecciones.

De acuerdo a la constitución de Irán, el Consejo de Guardianes, un órgano colegiado compuesto por 12 miembros, tiene la facultad de aprobar las candidaturas de quienes se presenten para Presidente o para miembros del Parlamento. Las decisiones suelen carecer de justificaciones y son más el producto de consideraciones políticas que de las condiciones de los rechazados.

En estas elecciones, ha causado gran sorpresa la desaprobación de personas con gran trayectoria como Ali Lariyani (quien ha desempeñado cargos tan importantes como Portavoz del Parlamento durante años, negociador del acuerdo de Irán con China, y que es hermano del anterior Jefe del Poder Judicial, Sadeq Lariyani, que paradójicamente es miembro del Consejo de Guardianes) o Mahmud Ahmadineyad (Presidente durante dos períodos entre 2005 y 2013).

Esa decisión, y las motivaciones, fueron el eje de las discusiones luego de que se hiciera público. Todo indica que el núcleo duro del gobierno no ha querido correr ningún riesgo al aprobar a candidatos que reflejaran otros puntos de vistas y vinculados a IranNTV, medio opositor. Frente al 48,8 por ciento de participación del que informó el Gobierno iraní, la oposición aseguró que “el régimen clerical está multiplicando el recuento de votos por un factor de cinco en un intento inútil de otorgar legitimidad a un asesino en masa”, afirmó en relación al presidente electo. Horas antes, Amnistía Internacional había solicitado una investigación por crímenes contra la humanidad contra Raisi, al que le acusa de participar en el asesinato, la desaparición forzada y la tortura a disidentes políticos durante su rol en la llamada “comisión de la muerte” durante finales de la década de los 80.

Para los opositores, ele método de manipulación electoral conocido como “Otaghe Tajmi’e Ara” (agregación de votos) ha sido una constante electoral en los comicios iraníes, especialmente los de 2009, en los que el también conservador Mahmud Ahmadineyad se alzó con la victoria. La líder del PMOI, Maryam Rajavi, aseguró que las cifras que barajan los opositores revelan un “boicot” que “muestra y demuestra al mundo que el único voto del pueblo iraní ha sido el que apuesta por derrocar a este régimen medieval”.

“La dictadura religiosa está en una espiral descendente y debe ser barrida”, declaró Rajavi, quien aseguró que “la libertad y una república democrática son los derechos inalienables del pueblo iraní”.

Raisi, quien pasó la mayor parte de su carrera en el aparato judicial, llegó a convertirse en custodio de la fundación religiosa Astan Quds Razavi, la más grande en el mundo islámico, lo que lo hace acumular un gran poder y figurar incluso como principal favorito a suceder al gran ayatolá Jamenei al frente del país.

El clérigo, quien fue derrotado por Rohani en 2017, fue nombrado en 2019 como jefe del aparato judicial y poco después fue designado como vicepresidente de la Asamblea de Expertos, lo que le permitió aumentar su influencia.

Esta decisión de Donald Trump, y el restablecimiento de sanciones que le sucedieron, hundieron al país en una violenta recesión, lo que dio lugar a dos olas de protestas, en diciembre de 2017 y enero de 2018, y en noviembre de 2019, que fueron violentamente reprimidas.

Para la oposición en el exilio y las ONGs, Raisi es la encarnación de la represión y su nombre está asociado a las ejecuciones en masa de detenidos de izquierda en 1988, aunque él niega toda participación. Su nombre figura en la lista negra de responsables iraníes sancionados por Washington por “complicidad en graves violaciones de los derechos humanos”. se convierte en presidente con unos 18 millones de votos.

Pero no todos los problemas de Irán son internos. A nivel externo, el futuro del proceso de negociaciones con el Grupo 5+1 por el programa nuclear iraní es el principal tema de la agenda. Los incentivos para generar un nuevo acuerdo deberían ser vistos como una gran oportunidad, aunque no es unánime este punto de vista en el seno del sistema decisorio iraní, que dista mucho de ser monolítico.

Las elecciones iraníes también tienen un impacto regional. El primer presidente en felicitar a Raisi fue el ruso Vladimir Putin, lo que demuestra el creciente papel e influencia de Moscú en Medio Oriente. Un vínculo que es para Irán un eje fundamental de su política exterior, no exento de diferencias, pero esencial en un contexto de tensión con Estados Unidos.

Raisi accederá al poder con poca representatividad del electorado, con graves problemas estructurales y con una agenda de política exterior que intenta aumentar los niveles de relacionamiento con Moscú y Beijing como contrapeso a Washington.

Algunos sostienen que en realidad Raisi accederá a la presidencia como un paso previo a un eventual nombramiento como Líder Supremo cuando Khamenei, de 82 años, ya no esté. Es el mismo mecanismo que le permitió al actual líder pasar de presidente a Líder en 1989.

Esa estrategia serviría muy bien a los intereses personales de Raisi pero deja sin resolver los problemas del país. La eterna disputa política entre lo personal y lo general no es ajena al sistema político iraní.

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2021-06-20T07:00:00.0000000Z

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