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La defensa: el diferimiento perpetuo

La carga fiscal insoportable que sufrimos en nuestro país desde hace ya bastante tiempo motiva al contribuyente, y estos a sus asesores, a pensar cómo eludir o atenuar la obscena exacción. Los impuestos siempre afectan a la inversión, frustran o retrasan un consumo.

El diferimiento (traslado hacia el futuro) en el pago de impuestos tuvo vigencia como máximo incentivo a la inversión productiva (para algunas provincias) durante la vigencia de la Ley 22.021 (1979). Esta dispuso un mecanismo para el inversionista que efectuara inversiones en los proyectos promovidos: consistía en el atrasar el pago de impuestos, sin

intereses. La cancelación de los mismos debía efectuarse en cinco (5) anualidades consecutivas a partir del sexto ejercicio posterior a la puesta en marcha del diferenciales, siempre alientan el diferimiento en el pago de los impuestos. Esto es una realidad que casi todo profesional de las ciencias económicas sabe.

Con sentido, si un contribuyente puede diferir el pago, la erogación en definitiva tiene unaprobabilidad cierta de desaparecer en el futuro: blanqueo, moratoria, condonación, hiperinflación, quiebra, ley de promoción, cambio retroactivo del régimen...

La imposible perpetuidad de lo que se sabe indefectible es una ilusión, una utopía. Las utopías son proyectos, deseos o planes ideales, atrayentes y beneficiosos, de casi imposible suceso. En el momento de su formulación son irrealizables. Los esbozos utópicos son futuros y realizables solo con intervención divina. A pesar de lo ficticio de las utopías, en la historia del pensamiento se les han atribuido funciones orientativas, de valor, críticas y de esperanza. “Hay dos tipos de dictadores: los impuestos y los elegidos, que son los

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2021-07-25T07:00:00.0000000Z

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