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Era la moderación, estúpido

CARLOS FARA*

En 2017 estaba en la oposición. Ahora está en el gobierno, la crisis económica es fenomenal, no se sabe cómo evolucionará la pandemia y Ella manda pero no tiene la lapicera, con todos los conflictos que eso genera.

Estaban todos los condimentos para la derrota, a saber:

u humor social de angustia, miedo, incertidumbre, frustración; u sensación de “otra vez sopa”; u gobierno desaprobado; u presidente sin poder y desdibujado, cuestionado por la vicepresidenta;

u la economía es el problema principal y en eso está muy mal evaluado;

u expectativas negativas sobre el país;

u la mayoría social quería que perdiera;

u una oposición que jugó fuerte usando a su favor el sistema de primarias, con una nueva cabeza asomando;

u irritación con una gestión que perdió legitimidad por casos como el vacunatorio VIP y el cumpleaños en Olivos;

u un oficialismo que empezó a dar señales de fatiga interna en sus cuadros militantes jóvenes.

La pregunta era si la sumatoria de todos esos factores climáticos iba a producir la tormenta perfecta. Se produjo sin atenuantes. Claro, como la brújula –las encuestas– parecía oscilante, no era sencillo predecir cuánto efecto iba a tener el viento en contra. Ya le pasó a Macri hace dos años atrás: sus gurúes le llegaron a decir que podía empatar. Dieciséis puntos abajo los contradijeron.

Un capítulo especial deberá ser dedicado en los análisis de los días posteriores a la abstención electoral. Habrá que mirar con lupa el mapa y hacer muchas correlaciones estadísticas para deducir quiénes no fueron. Porque ahí puede estar una de las claves: ¿electorado propio se quedó en la casa? Si se confirma que el oficialismo suma solo 30 % a nivel nacional, eso significa que se perdieron por el camino unos 7 puntos comparado con 2017. Una enormidad. Si tomamos como parámetro a 2019, en las PASO el Frente de Todos ganó por 53 a 33 %. Hoy tiene 33. Apenas 20 puntos de deterioro.

Pero esto solo fueron las primarias. A favor del oficialismo: el ensayo general salió mal, tiene 60 días para ajustar clavijas como pasó en 2017 que logró dar vuelta dos imposibles (San Luis y La Pampa). En contra: en noviembre tiende a votar más gente que ahora, y esa expansión de la torta en la elección general viene favoreciendo a Juntos desde 2015 hasta 2019. No está muerto quien pelea, y si no pregúntenle a Macri y a CFK. Paciencia y tenacidad.

La elección del domingo 12, además fue un laboratorio a nivel latinoamericano, porque –al igual que Lacalle Pou– Alberto transitó casi toda su gestión en pandemia. Bolsonaro al menos había tenido un año de changüí. En este sentido Argentina por ahora se suma al lote mayoritario en donde los oficialismos de turno pierden. Ya sucedió en Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú, Dominicana, Chile. Las excepciones han sido las legislativas de México y las municipales de Uruguay. Pareciera que Covid mata oficialismos.

La Argentina lleva 10 años buscando la moderación y no la encuentra. Parece ser una dama difícil de conquistar. Cada vez que el fiel de la balanza sintió que aquella se perdía, reaccionó de manera contundente. Pasó en 2013, 2015, 2019 y 2021. Solo no ocurrió en 2017, la excepción a la regla. Tenemos un problema, Houston.

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2021-09-19T07:00:00.0000000Z

2021-09-19T07:00:00.0000000Z

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