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CON DOS GOLAZOS, TALLERES SIGUE FIRME

R.P.

Talleres ganó anoche en Avellaneda con una fórmula: meter esos goles que todos soñamos alguna vez, que imaginamos cuando jugamos con amigos, pero que nunca –nunca de verdad– salen. Pararla con el pecho y pegarle de volea, probar de afuera y clavarla en el ángulo con parábolas perfectas. Primero, apenas empezó el partido, el que festejó fue Michael Santos. Y después, sobre el final, el que le dio el triunfo a la T fue Enzo Díaz.

En el medio, Racing lo había empatado, pero siempre se complicó por impericia propia: al gol que sufrió en el inicio le sumó una roja a los siete minutos. Copetti saltó con el codo en alto y Patricio Loustau vio un codazo que ameritaba la expulsión.

En desventaja en el resultado y en cantidad de jugadores, el equipo de Claudio Ubeda estaba destinado a sufrir el partido más que a disputarlo. Ajustó algunas cuestiones en defensa para que Talleres no avanzara con comodidad, pero a los 37 minutos encontró una solución en el rostro del árbitro que lo había complicado: Loustau expulsó a Fértoli y un ratito después (a los 40) vio un penal a Cvitanich que, en rigor, no fue.

Lisandro López empató, pero era demasiado premio para un Racing mezquino (¿por qué Chancalay,

uno de los jugadores que le otorga algo de juego en el medio, estuvo en el banco hasta los 25 minutos del complemento?).

La segunda parte tuvo un desarrollo parejo. Talleres siempre fue más prolijo, tanto en ataque como en defensa. Es cierto que a eso le sumó lo que le viene sumando en el torneo: espasmos de buen juego colectivo y, sobre todo, mucho talento y destellos individuales.

Así llegó el gol que lo ubicó, otra vez, en la cima solitaria de la Liga Profesional, tres puntos por delante de Lanús y a cinco de River. Fue a los 40 minutos, cuando el 1 a 1 parecía sellado, que Enzo Díaz dominó la pelota en el vértice izquierdo del área grande y le pegó cruzado, de volea, para superar a Arias, uno de los mejores arqueros del fútbol argentino. Mientras media Córdoba festejaba, Díaz salió corriendo con el dedo en alto, con esa cara que se pone cuando logramos algo que siempre intentamos, pero que casi podemos concretar. Goles soñados, como los que le dieron el triunfo y la punta a Talleres en el Cilindro de Avellaneda.

DEPORTES

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2021-09-19T07:00:00.0000000Z

2021-09-19T07:00:00.0000000Z

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