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Fernanda Guardia.

Por primera vez, y en exclusiva con PERFIL CÓRDOBA, habla la única sobreviviente del crímen vial de Circunvalación. “Las pericias confirmaron que Alan Amoedo es un asesino, pero sigue libre”.

“Tomó alcohol, consumió merca, agarró un auto, se filmó, dejó las evidencias, elevó la velocidad y adelantó por banquina. Se encontró con un auto estacionado y terminó todo. Las pericias confirman científicamente lo que pasó. Alan Amoedo es un asesino y sigue libre”.

Fernanda Guardia recibió a PERFIL CÓRDOBA en su silla de ruedas, en la casa que habían alquilado con Sol Viñolo –su pareja– en marzo del año pasado. Por primera vez, relató a un medio de comunicación su tragedia. La crónica de lo sucedido cuenta hoy con el respaldo de las pericias mecánica e interdisciplinaria, que tiene en su poder el fiscal Tomás Casas.

El 17 de mayo último, a las 16, en el kilómetro 30 de avenida Circunvalación, un Wolkswagen Vento conducido por Alan Amoedo las arrolló a ambas y a Agustín Burgos, un amigo que había acudido en su ayuda cuando el vehículo sufrió una falla. Fallecieron Sol y Agustín. Fernanda es la única sobreviviente.

Amoedo está imputado por doble homicidio simple con dolo eventual y lesiones graves.

“El fiscal Tomás Casas, presente en la ausencia, ¿qué hizo? Entiendo el derecho de toda persona de que se respete su inocencia. Pero las pericias confirmaron que es un asesino, tuvo actitudes de desprecio por su propia vida, por las ajenas. Es un peligro para la sociedad”, dice Fernanda.

El diálogo de dos horas transcurrió entre la terraza de ingreso y en el living. Fernanda no puede estar mucho tiempo en una misma posición, por los dolores que la aquejan.

En sus palabras no hay venganza, pero sí un grito medido e implorante de justicia. Las frases se interrumpen varias veces por el llanto y una reflexión amarga: “¿Y este tipo no está preso?”, reitera incansablemente.

Un entramado de afectos familiares y de amigos la sostiene. Pero mendiga prestación de salud, sin que ni siquiera un seguro responda por el daño causado, a pesar de que un siniestro vial abortó sus proyectos, su amor, su trabajo y la coloca en un futuro incierto. Mientras, quien lo provocó goza de la libertad que ella hoy no tiene porque ni siquiera pudo volver a caminar y lucha por reconstruir algún sueño.

Estuvo internada en el Hospital de Urgencias más de 60 días, en forma alternada, la operaron varias veces y tiene pendiente otra intervención quirúrgica.

—¿De dónde venían aquel lunes 17 de mayo?

—De grabar una entrevista a Lucca Aromando, un poeta trans. Estábamos haciendo un documental sobre poesía trans en Córdoba. Después, Lucca escribió un poema muy bonito que se llama ´Sol de un día´ porque nos conocimos ese día. Sol había propuesto hacer una tesis entre dos facultades. Yo desde la de Cine y TV y ella desde Antropología. Habremos llegado a hacer el 70% de las entrevistas. Venía manejando Sol y comenzó a salir humo del motor. Nos estacionamos, mitad en el pasto y mitad en la banquina. Yo estaba nerviosa porque tenía dos cámaras súper caras, dos trípodes, cuatro lentes, equipos míos y prestados. Se nos ocurrió llamar a Agus para que nos acompañe mientras esperábamos la grúa. Estábamos sentados en el pasto, conversando, al lado del auto de Sol.

—¿Qué recordás de ese

momento?

— Que el auto agarró la parte de atrás del de Sol y los arrastró a ellos dos primero. Vi volar a Agus. A mí me pasó por acá (señala sus piernas). Fue todo muy rápido. Lo primero que veo es a Agus muerto y empiezo a buscar a Sol (quiebra en llanto). No la encontraba y trataba de arrastrarme, sentía mucho dolor. Y el tipo (Alan Amoedo) ya no estaba dentro del auto. Se bajó en segundos. Debe tener mal la cabeza, pero al mismo tiempo digo pobre tipo, vendrá de generaciones de basura para llegar a hacer lo que hizo. Mientras seguía tirada, me concentré en no desmayarme para no abandonar a los chicos. Llamé a mi papá y a Nati, la mamá de Sol. Nos ayudó un muchacho y una chica, Fátima, que sabía de primeros auxilios. La policía me maltrató: en ese estado me preguntaron 10 veces lo mismo.

—¿Pudiste declarar en la fiscalía?

—No. Nunca nadie me llamó a declarar. Cuando estaba en el hospital un día fueron técnicos de Accidentología.

—¿Qué heridas tenés?

— Esta pierna (señala la derecha) estaba doblada para un costado. Tengo tres quebraduras que no se operan y me hicieron un injerto porque tenía un hueco, debe haber sido la rueda que me quemó cuando pasó. Se hizo una necrosis, sacaron la piel y estuve mucho tiempo internada esperando que la herida sane. El Hospital de Urgencias se portó muy bien en el inicio. Pero hay una contradicción: es clara la diferencia entre los trabajadores y el sistema de salud pública. Una silla de ruedas no entra por la puerta del baño y da vergüenza decirlo, pero es así. Yo me sigo sintiendo desamparada.

—¿Cómo sigue el tratamiento?

—No tengo obra social. Mi papá viaja desde Agua de Oro para estar en el hospital a las 4 de la madrugada para sacar un turno y yo llego a las 7 en una ambulancia. Y todo eso es solo para una placa, un control, todos los jueves. Es muy estresante. Todavía no puedo pararme. Me falta una operación. Me faltan partes de hueso, piel. Me duele la cadera. Esto lleva mucho tiempo. Todo es solidaridad. A mí nadie me dio un peso. Todo es pedir (solloza) y él (Amoedo) sigue libre, aunque siempre pienso que es más profundo porque podría estar años en la cárcel, salir y quizás volver a matar a alguien. No tengo bronca, pero la Justicia podría usar la herramienta de la detención para que uno pueda tener la sensación de que algo puede estar mejor en el mundo.

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2021-10-17T07:00:00.0000000Z

2021-10-17T07:00:00.0000000Z

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