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La playa

LAURA ISOLA

Weegee (el seudónimo del fotógrafo Usher, luego llamado Arthur Fellig), que era ucraniano y había desembarcado en 1910 a Estados Unidos, sacó una de las fotos más representativas de lo que convocó la playa con su multitud y el invento del ocio.

es emblemática y captura de la sensación exacta de esa época: cientos de miles de bañistas que miran a la cámara convocados por el fotógrafo. Esa sopa humana que recuerda un poco a los bañistas de James Ensor, pintados a fines del siglo XIX, fue posible porque el fotógrafo lograba lo que quería.

Muy conocido por sus hallazgos como reportero gráfico, ya que llegaba a los crímenes, incendios y catástrofes antes que nadie porque tenía una radio en su auto que captaba la de la policía: “Mi coche se convirtió en mi casa. Tenía dos asientos y un baúl especial muy grande.

Guardaba todo ahí: una cámara, lamparitas de magnesio, soportes adicionales, una máquina de escribir, botas de bombero, paquetes de cigarros, salame, película infrarroja para fotografiar a oscuras, uniformes, disfraces, una muda de ropa interior y zapatos, medias extras. Ya no estaba atado al teletipo de los cuarteles de policía. Tenía mis alas. Ya no tenía que esperar que el crimen viniera a mí; yo podía ir tras él. La radio era la línea de mi vida. Mi cámara –mi vida y mi amor– era mi lámpara de Aladino”.

En el caso de la foto de Coney Island en su esplendor de los años 40 no tuvo más que subirse a una de las edificaciones y comenzar a gritar como un loco para que todos se dieran vuelta, de espaldas al mar y de cara al sol, pusieran las manos como viseras sin saber que estaban atisbando ser retratados de una vez y para siempre como la imagen de ese lugar de veraneo, entre el cielo y el infierno.

Cultura

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2021-11-28T08:00:00.0000000Z

2021-11-28T08:00:00.0000000Z

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