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Servicios públicos y fútbol

JORGE FONTEVECCHIA

siendo en esos sistemas el Estado el empleador, en lugar de pagar más salario no cobraba los servicios.

Pero ese régimen implosionó porque las nuevas generaciones ya no se conformaban con los consumos básicos: en Rusia los jóvenes escuchaban rock por la onda corta de BBC y aspiraban a tener acceso también a bienes culturales y experiencias que el Estado

lo explica con claridad: la transición de la era de la posesión a la era del acceso produce un profundo cambio de paradigma y modificaciones drásticas en la vida humana. Erich Fromm ya había escrito que “tener se refiere a cosas (...) ser se refiere a experiencias”.

Como el marxismo, el peronismo es hijo tardío de la Ilustración y, al igual que la visión del mundo de Hegel, estaba asociado al “espíritu del trabajo”. Su premio era el “poder tener”, distinto a la subjetividad de época actual, donde más que poseer (incluso en las relaciones personales con las parejas) lo que se quiere es experimentar y disfrutar.

Renta básica y acceso a la producción audiovisual (figurativamente: Netflix, YouTube y Fútbol para Todos) es el

actual del del siglo XXI, diferente del

del siglo XX. Existe otra política del tiempo.

¿Más sueldo o más subsidio? ¿Más trabajo o más diversión? Jeremy Rifkin llega a pronosticar un tipo muy diferente de ser humano, lo que resulta un desafío no solo para la política sino hasta para la religión, comenzando por el Vaticano, cuya ética en gran medida está basada en el trabajo. El peronismo ya comenzó esa trasformación de la representación. Hoy el movimiento obrero no tiene la centralidad que tenía en el siglo XX y los movimientos sociales vienen a sustituir parte de ese pilar.

Como alguna vez se escribió en esta misma columna, si el producto del político es la felicidad, el paroxismo del demagogo sería aquel que colocase en el agua corriente Prozac o algún antidepresivo que promoviera alegría, y no ya aquel que generase fuentes de trabajo con las cuales “vencer laboriosamente la resistencia de la realidad material”.

Mientras tanto, los economistas discuten externalidades positivas y negativas de los subsidios: ¿si bajo el precio de la energía, induzco a que se consuma en demasía creando problemas ecológicos además de ineficiencias? Por el contrario: ¿si subvenciono el trasporte público en precio y calidad, la gente lo usará más en lugar de su auto ayudando así a reducir la contaminación? Pero la matemática no puede resolver todo (error del Gosplan en la ex Unión Soviética) y no todo entra en la planilla de Excel de Aranguren, aquel ministro de Energía de Macri.

La realidad es más compleja que las acciones de sus supuestos agentes (las personas que deciden) y de lo que reflejan los datos, sean producto de algoritmos o de mediciones estadísticas: siempre están registrando el pasado.

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2022-01-23T08:00:00.0000000Z

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