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Festival de contradicciones

TRISTáN RODRíGUEZ LOREDO

¿Significa esto que, efectivamente, hay una oleada de importaciones que arruina la industria local y vacía de dólares al Banco Central? No parece ser la razón. Todos los rubros de compras al exterior clasificados por destino de uso, estuvieron por debajo del promedio excepto uno: combustibles y lubricantes, que trepó 195% sobre los valores del 2021. Los bienes de consumo aumentaron “solo” 33% y los autos cayeron casi 9% interanual.

El temor a la “invasión” de productos importados no parece coincidir con faltantes de piezas e insumos por la administración de permisos de importación a que la faltante de dólares empuja al BCRA para dosificar con cuentagotas los que siguen ingresando. El cepo, es un instrumento idóneo para restringir la salida de divisas en el corto plazo, pero contraproducente para alentar el flujo inverso.

Un indicador utilizado por el Banco Mundial para medir, justamente, el grado de apertura en los distintos países es la suma de todo el comercio exterior (de bienes y servicios) en relación al PBI. El índice en Argentina es del 30% mientras que el promedio mundial es de 52%, igual que en los países de la OCDE y algo superior a los países de América Latina y el Caribe (47%). Quedan muy lejos la Unión Europea (86%) y algunos países con fuerte crecimiento en los últimos años de su flujo de comercio: Irlanda (240%) o México (78%). Generalmente los países “continente”, que por su extensión territorial tienen variedad de climas y producción y por su cantidad de población, un mercado interno más autosuficiente, cotizan a la baja en este índice: los Estados Unidos (el más grande del mundo) muestra 23%, China, 35% y Japón, 31%.

Más cerca nuestro, Brasil muestra un índice de 32%, algo lógico por el tamaño de su economía, pero Bolivia y Uruguay están en 46%, cifra un poco más bajo que la Venezuela bolivariana (48%) o la librecambista Chile (58%).

Claro, dos escalones abajo y producto de su autarquía económica, Cuba muestra una de las economías más cerradas del mundo: 16%, aunque las estadísticas oficiales suelen no contabilizar el grueso de las transacciones financieras que balancean en algo sus cuentas.

¿Es entonces la economía argentina una demasiada abierta al comercio mundial o, como muestran sus cifras, sigue en los más bajos estándares regionales y globales? El diseño a largo plazo de una estrategia de desarrollo económico incluye este factor como clave: si se apuesta por una economía integrada o refractaria de los grandes flujos de bienes y servicios a escala global. Elegir una u otra opción es opinable, pero cada una viene atada con un paquete de definiciones internas de política económica, con ganadores y perdedores. Es muy difícil, por no decir imposible, elegir un menú de todos los beneficios sin perjuicios de ninguna clase, aunque si se toma el patrón de crecimiento del PBI por habitante, el crecimiento del empleo y la disminución de la pobreza (pueden ser otros, claro), queda mostrado por la experiencia mundial del último medio siglo que las mejores performances en países mediando y economías emergentes, que la apertura al comercio es la palanca del crecimiento.

Argumentar que viene un tsunami de importaciones cuando existen brecha y cepo cambiario y lo que más aumentó es la compra de derivados del petróleo por el desquicio tarifario y regulatorio en el sector, es, como gusta decir a los abogados y abogadas, invocar la propia torpeza.

¿La economía local es muy abierta o, como muestran las cifras, sigue en los más bajos estándares regionales y globales?

Sociedad

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2022-06-26T07:00:00.0000000Z

2022-06-26T07:00:00.0000000Z

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