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Strassera, el héroe colectivo de Santiago Mitre

JULIETA FANTINI

“No podíamos confiar en la Policía o en otras fuerzas del Estado para llevar adelante una investigación independiente, pues esas fuerzas se encontraban bajo el comando operacional de las Juntas”, escribe Luis Moreno Ocampo en la Revista Anfibia a propósito del estreno de “la película”. Es que ‘Argentina, 1985’, tan solo a días de haber llegado a las salas, se menciona en algunas conversaciones con esa generalización propia de la deriva subconsciente de una obra que trasciende la propia creación e interpela desde lugares que exceden al cine, aunque es cine, sin dudas.

Las palabras de Moreno Ocampo —fiscal adjunto de Julio César Strassera— sintetizan uno de los conflictos que el director Santiago Mitre elige contar.

Aborda, así, el tránsito del héroe en un relato de los primeros tiempos alfonsinistas: la debilidad de la incipiente democracia tras el final de la dictadura, la evidente incidencia de los militares y el apoyo que tenían de parte de la sociedad.

Strassera es ese héroe –interpretado por un fenomenal Ricardo Darín, en el papel definitorio de su carrera– quien no podría haber logrado el primer juicio civil a altos mandos militares en el mundo de ese momento, sin Moreno Ocampo (Peter Lanzani, igual de excepcional), su número dos y también antagonista generacional y de clase.

‘Argentina, 1985’ es una ficción basada en hechos reales. Además, es una película sobre cómo el estado de derecho lidió con el terrorismo de Estado una vez finalizada la dictadura. Lo que vino después en el relato histórico, e incluso el registro de lo real —ampliamente documentado hoy— queda para el periodismo o los libros de texto.

La ficción, así, se nutre de las estructuras clásicas del cine de Hollywood apuntándose como un drama judicial, un thriller con elementos domésticos y humorísticos que descomprimen la tragedia contada, pero no evade las disputas simbólicas que aún persisten.

El didactismo se impone en unas placas que ubican a nuevas generaciones y al público internacional en el contexto de un juicio militar que no avanza contra los jerarcas de la dictadura, hasta que una sucesión de acontecimientos llevan a que la justicia civil se ocupe, contra todo pronóstico de realización, e incluso de éxito, hasta llegar al famoso alegato final.

En ese contexto, que Mitre y Mariano Llinás (guionista) hayan decidido nombrarla con el año de los acontecimientos ficcionalizados de alguna manera los libera de lo que vino después.

Las primeras escenas sirven para mostrar al personaje Strassera, sus tribulaciones, su sentido del humor, sus gustos a través de la música que escucha, el vínculo con su esposa (Alejandra Flechner) y, sobre todo, con sus hijos.

Y es justamente Javier, el menor de la familia, interpretado por un destacado Santiago Armas Estevarena, quien representa el idealismo y oficia de narrador testigo que parece haber viajado en el tiempo para remarcar con sus comentarios e intervenciones la épica representada.

Una epopeya sintetizada en el armado de un equipo de investigación con jóvenes trabajadores de tribunales, para elaborar la acusación en tan solo cinco meses, así como la reticencia de prácticamente todos los sectores del poder para que el juicio sucediera.

Si bien la historia es conocida, el desarrollo del proceso judicial —filmado en la misma sala de audiencias donde ocurrió— la decisión de contarla a través del entusiasmo, justificada paranoia, valentía y choques entre Strassera y Moreno Ocampo, aparecen como un hallazgo, aunque apele a lo convencional del género.

Ese punto de vista le da cuerpo a la noción de hacer justicia, como práctica más allá de la institución, recreando algunos de los testimonios de los sobrevivientes y escenas más importantes del juicio que pueden verse en YouTube, pero que no desentonan en el camino heroico colectivo narrado.

Los crímenes de la dictadura y su primer juzgamiento hacen de 1985 una película necesaria, como dijo Mitre. Y en su intención popular, también accesible en su profundo espíritu demócrata, para que ese Nunca Más de la Conadep que Strassera retoma en el alegato final, se actualice y expanda ante algunos de los horrores del presente.

Opinión

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2022-10-02T07:00:00.0000000Z

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