La política del miedo

Ruth Wodak es una lingüista austríaca que dirige la cátedra de Análisis del Discurso en la Universidad de Láncaster, Inglaterra. Directora del punto focal del Observatorio Europeo contra el Racismo, la Xenofobia y el Antisemitismo, esta cientista social recibió en 1996 el Premio Wittgenstein, el mayor galardón científico de su país, por advertir sobre el efecto que el discurso del extremista Jorg Haider podría tener en Austria.

Hijo de un zapatero que militó en las Juventudes Hitlerianas y en la SA y de una madre que formó parte de la Liga de Jóvenes Alemanas del Tercer Reich, Haider fue un político de extrema derecha que a fines del siglo veinte lideró al Partido de la Libertad hasta llevarlo a su cenit: de cosechar menos del 5% de los votos se convirtió en la segunda fuerza política de Austria gracias a un incendiario ideario basado en el rechazo a la política tradicional, a la que cuestionaba del colapso de la economía austríaca por su desmedido gasto en asistencia social y su fallida política de tolerancia con los inmigrantes.

La fórmula de Heider se basó en un populismo de derecha provisto de altas dosis de xenofobia, conservadurismo y antiestatismo. Pero Haider fue un paso más allá y rozó la glorificación de Adolf Hitler, al sostener que la Alemania nazi implementó una “adecuada política de empleo” –basada en la industria militar–, y una “efectiva gestión de seguridad” –provista por las SS, brazo armado del nazismo que posibilitó el Holocausto judío–.

¿Por qué recordar el neonazismo de Haider? Porque el “pequeño Hitler”, como lo bautizó la prensa, se constituyó entonces en el demagogo que le “hablaba a la gente común” de forma sencilla para compartir su rechazo al establishment político, a la elite económica y a la “invasión de extranjeros”. En síntesis: Haider se constituyó en la génesis de una extrema derecha que ahora regresa con mayor virulencia en

Europa.

¿Por qué hablar de la extrema derecha europea? Porque su ascenso es incuestionable, tal como lo demuestran, por caso, las elecciones que se realizaron esta misma semana en España, donde el partido de ultraderecha Vox, se convirtió en el principal vencedor de los comicios y obligó al Partido Popular (PP), de la derecha clásica española, a radicalizar su discurso.

En su plataforma electoral Vox da cuenta de las principales problemáticas que, según su criterio, afectan a España. A los problemas clásicos como seguridad, recesión y vivienda, este partido ultra le suma su propia impronta, con lo que define como inmigración ilegal, la dictadura de género y la pérdida de las costumbres y de los valores españoles.

¿Por qué recordar al ultaderechista Vox? Porque el partido que está alterando el debate en la sociedad española es el principal aliado de Javier Milei en la Argentina: así como Vox arrinconó el discurso del PP hacia la extrema derecha, Milei amenaza los cimientos de Juntos por el Cambio para obligar a sus halcones a exacerbar sus propuestas.

En La política del miedo, Wodak advierte que si hace unas décadas la política populista de extrema derecha se mantenía en los márgenes, hoy ha llegado a erigirse en una propuesta política que lidera las encuestas gracias a un tipo de discurso y un esquema de argumentación que cuestionan la corrección política. Wodak explica que asistimos a una discusión ampliada sobre la “normalización” de consignas de extrema derecha a través de lo que la autora denomina el proceso de “shameless” y la política desvergonzada. Se trata de la pulsión por el desparpajo y por la escandalización para imponer temas en la agenda que en otro contexto serían impensados.

Prender fuego el Banco Central, dolarizar la economía, permitir la venta de órganos, liberalizar el mercado de drogas, financiar la educación a través de un sistema de vouchers, eliminar los planes sociales. No importa si estas políticas son realizables. Lo que vale es alterar el debate a través de una política del miedo. Algo que, hay que reconocer, Milei está haciendo con éxito.