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Reportajes de Fontevecchia.

A la secretaria de Comercio, Paula Español, y al auditor Miguel Pichetto.

Economista de la UBA y con un doctorado en Francia, ex pone las ideas del kirchnerismo en materia económica con convicción y una sonrisa. La responsable de la cuestión de los precios en la Argentina cree que la inflación está más vinculada a la restricción externa del país que a la emisión excesiva. Defiende el rol del capital y la inversión productiva en el esquema económico y la necesidad de datos cuantificables en la gestión pública.

—Te recibiste en la Universidad de Buenos Aires, pero enseñaste en la Universidad de Quilmes, donde se formó Carlos Bianco, el jefe de Gabinete de Axel Kicillof, que se formó en la UBA. Martín Guzmán es egresado de La Plata. ¿La UBA es más heterodoxa y La Plata más ortodoxa?

—Mi historia académica tiene que ver con el paso por la universidad y el doctorado y los trabajos que hice fundamentalmente en esa época. La UBA tiene una matriz que se considera más heterodoxa. Lo importante en la UBA no necesariamente es la currícula. Cursé la facultad entre el 94 y el 99. Y a lo que aprendimos en las clases se suma el espíritu crítico y de debate que había no necesariamente en las aulas: los grupos de estudio, de lectura, de discusión. Es lo que construye una matriz de pensamiento. Combina la currícula con ese espíritu de participación, de discusión y de debate. En Quilmes fundamentalmente di clases y trabajaba con Fernando Porta y Gustavo Lugones, con quienes también por supuesto trabajábamos con Carli Bianco. Fue a fines de los 90 y los primeros años de 2000. En 2001 me fui a hacer el doctorado.

—Bianco contó que Kicillof te invitó a dar una conferencia a la Universidad de Quilmes siendo él profesor de Quilmes y que vio que ahí pasaba algo dada la cantidad de gente que asistió al principio del gobierno de Mauricio Macri.

—Fue en ese momento cuando llevó a Axel a la facultad, luego de su paso por el Ministerio de Economía.

—Contaba Carlos Bianco que se sorprendió porque en 2016 muchos percibían al kirchnerismo como un fenómeno en decadencia. Se sorprendió en pleno apogeo macrista con la recepción que tuvo.

—Se hizo una lectura de los economistas, y también política, acerca de que el kirchnerismo ya había tenido su tiempo. Que en 2015 había terminado. Fue una gran equivocación.

—Otro economista de La Plata, Daniel Artana, señaló que en el pasado había diferencias entre ortodoxos y menos ortodoxos, pero que últimamente todos coinciden pues están en desacuerdo con la idea económica del Instituto Patria. ¿Cómo explicarías la idea económica del kirchnerismo?

—Como una idea muy clara de que la economía tiene que estar traccionada por la producción y el empleo, y que la inversión debe pensarse en función de la producción.

—¿Una mirada keynesiana?

—Lo keynesiano se vincula con el rol que tiene el Estado en la regulación y en el incentivo de las importaciones. Desde el kirchnerismo y de esta idea económica, política y teórica, el Estado tiene un rol muy importante en la regulación y en la administración de la economía. Para que el mercado funcione se requiere un Estado que intervenga. El kirchnerismo y el peronismo que hoy ejerce también el gobierno cree en

un Estado eficiente, un argumento que habitualmente esgrime la oposición actual a eso. Creemos en un Estado que regule, eficiente, que tenga capacidades técnicas. En las épocas más neoliberales en las que se achica el Estado se pierde esa capacidad de intervención.

—¿Hay un prejuicio sobre la mirada kirchnerista?

—Absolutamente.

—Guillermo Nielsen dijo que Axel Kicillof era un marxista disfrazado de keynesiano. ¿Es también un marxismo?

—Responde a la voluntad de poner rótulos. Hay libros que tuvo que leer cualquiera que tenga una formación económica, incluyendo a Axel, por supuesto.

—Tuvo que leer “El capital”.

—No solo tuvo que leer El capital; también tuvo que leer La riqueza de las naciones de Adam Smith. Un libro interesantísimo. Uno no se vuelve liberal por leer a Smith, ni necesariamente marxista ortodoxo por leer a Marx. Pero nos brindan herramientas para poder entender mejor cómo funciona el sistema capitalista, que mueve al mundo en materia de innovación. Lo que uno puede llamar plusvalía, plusvalía relativa o un sistema de innovación dentro del sistema productivo. Son herramientas para entender mejor cómo funciona el sistema. Habría que preguntarse cuándo apareció el keynesianismo.

—En una crisis.

—En la que encuentra que las herramientas de análisis del sistema económico en la década del 30 no permitían entender qué sucedía ni generar los mecanismos para salir. Ahí es cuando se empieza a tener en claro que el Estado es un importante regulador de la economía, impulsor de las inversiones, y esto hay que tenerlo en claro hoy, esto me parece. No hay ningún país desarrollado que no lo haya hecho con un Estado muy presente, activo y con capacidad de intervención. Basta con revisar la historia de los países desarrollados. Se deben evitar reduccionismos como “hay que achicar el Estado”.

—¿Seguiste el debate entre Larry Summers y Paul

“Debemos discutir cómo generar un sistema de cohesión interna, social, económico y político con equidad.”

Krugman sobre la inflación en los Estados Unidos? ¿Habrá un crecimiento preocupante de la inflación mundial?

—Me encuentro más cerca de Krugman. Cada medida hay que verla en la situación en que se plantea. Si hay una crisis como la de 2008, se necesita un Estado para sostener la actividad. En una situación de pandemia hay que pensar qué es más perjudicial para el bienestar de la economía mundial y de la gente. Si se apuesta al crecimiento con un poco de inflación o se sostiene una situación recesiva a costa de tratar de sostener la actividad. Es un debate que a veces también encontramos en la Argentina, más allá de particularidades que todos reconocemos.

—La pregunta es si va a haber un “side effect”, un costo secundario o no, si finalmente se logrará absorber sin producir inflación. ¿Se podrá llegar a una inflación por arriba del 6% en un par de años?

—Ahí hay que tener cuidado también. Tuvimos un impulso de inflación, incluso a nivel mundial, traccionado por la suba de los precios de las commodities internacionales de alimentos, y en general también industriales. Hubo variación de los precios a nivel mundial. Pero uno no puede perder de vista lo que sucede en la economía real. Eso es lo que muchas veces algunos macroeconomistas ortodoxos y más ceñidos a la cuestión monetaria pierden de vista. Dicen que el crecimiento llegará después, cuando las cuentas estén ordenadas. Pero como decía Keynes: “En el largo plazo todos estaremos muertos”.

—¿Martín Guzmán tiene más puntos de acuerdo con Hernán Lacunza que con Axel Kicillof, y Lacunza a su vez tiene más disidencias con Dujovne que con Guzmán?

—Si uno mira la gestión de uno y otro, no me parece que tengan puntos en común. Representan proyectos políticos y de política económica distintos. Lacunza, más allá de no tener la misma visión que Dujovne, seguía manteniendo los lineamientos con más restricciones por el momento que le tocó gestionar. Su visión es la de su espacio político.

—¿Ves más cerca a Guzmán de Kicillof que de Lacunza?

—Todos coincidimos con cierto reordenamiento económico cuyo centro está puesto en la producción y en el empleo. Con los matices que podemos tener, todos somos parte de una coalición. Las conversaciones por supuesto que existen. Es sano que se dé un intercambio. Pero todos tenemos en claro cuál es el motor de la economía: la producción, el empleo y el consumo. Y a partir de ahí saber que el eje de la restricción más importante es la externa.

—En la provincia de Buenos Aires la coalición opositora va camino a unas PASO entre el radicalismo y el PRO. La asesora económica del candidato del radicalismo, Facundo Manes, es Marina Dal Poggetto, que era la mano derecha de Miguel Bein, recientemente fallecido, quien hubiera sido supuestamente el principal asesor económico de Daniel Scioli si hubiera sido presidente. ¿Hay un punto posible de acercamiento de las miradas económicas en algún lugar de las dos coaliciones?

—Dependerá de Juntos por el Cambio y qué determinantes o definiciones económicas tenga. Hasta ahora, no es el caso. Entre los ejes a los que uno apuntaría de consensos básicos necesarios para que la economía argentina salga adelante, uno de ellos es tener en claro que la Argentina sin industria no tiene futuro. El gobierno anterior dijo que la industria es algo del pasado y que ahora son los servicios. Tuvimos una caída de la producción industrial como no sucedía desde la crisis de 2001. Hubo sectores que cayeron 30%, 40% y 50%. De la misma manera, cuando Macri llega al gobierno, la relación con las potencias parecía la de un siglo atrás, de centroperiferia. Se perdía de vista el mundo multipolar de hoy. Hay consensos en entender

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