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El bahiano

LAURA ISOLA

¿Es recomendable leer Macunaíma de Mário de Andrade, la gran novela de modernismo brasileño, para entender la complejísima identidad de Brasil? Siguiendo los pasos del joven descendiente de los Tapanhumas, el héroe sin ningún carácter, se puede saber todo sin comprender nada y quizá esa sea la verdadera razón de su eficacia.

Al menos en esa escena de lectura imagino al artista que nació como Héctor Julio Páride Bernabó en Lanús en 1911 pero en 8 años más tarde fue Carybé, el nombre que le asignaron sus compañeros boy scouts en Río de Janeiro donde fue a vivir con su familia.

Allí se quedó y leyó a Andrade, para meterse de una vez y para siempre en los vericuetos lingüísticos y culturales del Brasil. Ilustró los libros de Jorge Amado y decidió quedarse en Bahía para siempre en 1938 en sus pinturas y hasta su muerte en 1997. Bailando candomblé y creyendo en los orishas (dioses africanos) modeló una obra inmensa y original que colabora con esa mezcolanza que puede definir la identidad brasileña. Una mirada exterior que se va metiendo, a fuerza de color, de grabados, de murales y de tallas, en el baile de multiétnico del que terminó formando parte. Como pocos artistas pintó, en la segunda mitad del siglo XX, el color local brasileño sin ánimo de exportación para dejarlo impreso en la imaginación colectiva. Murió en 1997 en su ley, durante una sesión en el terreiro de candomblé por una insuficiencia cardíaca. Ese que ya le pertenecía junto con el suelo de Brasil.

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2021-07-25T07:00:00.0000000Z

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