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Canon que me hiciste mal

FERNANDO MURAT

Nosotros, los Caserta

Autor: Aurora Venturini Género: novela Otras obras del autor: Las primas; Las amigas Editorial: Tusquets, $ 1.330

Aurora Venturini parecía ser uno de los secretos de la literatura argentina o una de sus deudas, algo que de golpe celebramos haber encontrado con la presunción de que así la obra salía a la luz o abandonaba la oscuridad y el olvido. En verdad, Venturini y su genialidad, el modo en que explora la monstruosidad familiar y política, muestra que la literatura es un universo del que conocemos un punto muy pequeño, la aldea mínima en la que vivimos y llamamos canon, y en la confusión al canon lo llamamos literatura.

Venturini no cotizó en esa economía y sus regulaciones institucionales hasta que un premio, en 2007, la tornó visible. Nosotros, los Caserta, en una nueva edición cuidada por María Paula Salerno, es un acontecimiento que se produjo a contrapelo de estos mecanismos y lo hizo con un motor, la desmesura, con el que atravesó tres segmentos – la familia, la historia política y la literatura– para fusionarlos en una sustancia nueva y única.

Todo se hilvana desde un núcleo monstruoso. ¿Pero qué hace este relato con ese núcleo? Define al personaje, María Micaela (Chela), en el olvido, el abandono, la animalidad y la inteligencia, y conforma una figura, porque es escritora; ubica a la clase terrateniente; y narra la reacción contra el peronismo. La escena del fuego, donde la protagonista incendia un espacio para ancianos construido en el uso social de las tierras, hay que ponerla en serie con El incendio y las vísperas y Operación Masacre, pero también con el final de El Horla, de Maupassant.

De esa fuerza que absorbe paradigmas y los hace mover en otra dinámica está hecha esta novela, que desplaza sus límites para trabajar en la frontera de lo que nos constituye, el ordenamiento simbólico y normativo, y horada la trinidad moderna –lengua, sujeto y sentido– porque su problema, en definitiva, parece ser menos lo monstruoso que la violencia. El origen y el sentido de la violencia, lo que se presenta como “el derecho a matar” y “la simiente puerca”.

El relato, entonces, enraíza ese principio de descomposición y desde allí produce una novela sobre el control y uso de la infancia; otra que es su efecto y roza el diario de viaje; y una novela política en la cual los dueños de la tierra se preguntan qué hacer con esos otros que ascienden sino matarlos o quemarlos. Esto es posible porque fagocita saberes, formas animales, políticas y literarias, lo que le permite al mismo tiempo recodificar los sentidos normativos e institucionales, la expropiación y el exilio, la deformidad y el crimen, y explorar los límites de la novela, para lo cual no elige un Virgilio, sino dos: Rimbaud y una tortuga, Bertha.

Se trata de un relato familiar y político, pero del infierno que los une; de una clínica del sujeto, pero de sus metamorfosis; y de un solo vector: la violencia. El tema es la violencia y se resuelve en una fuerza de absorción de la literatura y sus palabras. Todo lo que leímos, pero en otra clave, otra dinámica y otra torsión, porque parece que todo lo que entra a la novela de Venturini tiene un destino: la transformación perpetua.

Se trata de un relato familiar y político, pero del infierno que los une; de una clínica del sujeto, pero de sus metamorfosis; y de un solo vector: la violencia. El tema es la violencia.

CULTURA

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2021-09-19T07:00:00.0000000Z

2021-09-19T07:00:00.0000000Z

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