Kiosco Perfil

Eastwood vuelve al cine lejano de tics mediocres y grises

JUAN CARLOS FONTANA

Hace 40 años que a Clint Eastwood le habían propuesto el papel de Mike Milo, el vaquero, ex estrella de rodeo y cuidador de caballos, protagonista de la novela de N. Richard Nash, pero en aquel momento desistió. Ahora, a sus 91 años retomó el proyecto y el mismo autor del texto –fallecido en 2000- coescribió el guión junto con Nick Schenk (La mula, Gran Torino).

Cry Macho está ambientada en 1978. Su protagonista, Mike Milo, es un hombre mayor, viudo, que dejó el rodeo y se encuentra haciendo un balance de su vida, cuando su ex jefe le propone una misión: encontrar y trasladar a su hijo de México a Texas. Milo le debe un favor a su jefe y lo que éste le pide prácticamente es el secuestro del adolescente que vive con su madre, una mujer alcohólica, que habita en una gran finca, maltrata al muchacho y no se sabe si se dedica al narcotráfico.

El film es una road-movie por las rutas de México hasta Texas.

A través de esa travesía se irá afianzando la relación entre Mike y el joven Rafa, un mexicano, que tiene como mascota un gallo de riña al que apoda Macho y termina siendo un personaje más de la historia.

Atravesar las polvorientas rutas de esas zonas rurales de México, implican para Milo y Rafa sortear varios peligros, encuentros con criminales y también algunas alegrías. Entre estas últimas está el descubrir en uno de los pueblos a una viuda (Natalia Traven, una actriz muy parecida a la inolvidable María Félix de joven), con sus nietas, que significará un punto de inflexión para ambos, porque esa mujer despertará en ambos la necesidad de tener una familia.

Con estilo clásico y un guión que si bien parece obvio, no lo es, Eastwood vuelve a hacer de hombre rudo y huraño, pero también deja salir su costado más cálido y afectuoso en la relación con el muchacho, al que cuida y defiende a puñetazos en una situación límite. Se burla de su edad y a través del relato cuestiona las actitudes machistas, a la vez que redescubre a través de enseñarle a domar caballos al niño, su costado paterno. Es uno de esos films que se convierten en una aventura a disfrutar, sin apuro, y a través de la mirada de dos personajes que parecen deslizarse por la vida en un estado de continuo descubrimiento. Cine en estado puro de principio a fin, tiene un carácter muy similar en su contenido a El protector (2021), con Liam Neeson, en la que éste debía trasladar a un niño huérfano desde la frontera con México, hasta Chicago. Ese film, casualidad o no, lo dirigió Robert Lorenz, colaborador de Eastwood en Río Místico, Million Dollar Baby y otras.

CINE - CRÍTICA / MÚSICA / RODAJES

es-ar

2021-09-19T07:00:00.0000000Z

2021-09-19T07:00:00.0000000Z

https://kioscoperfil.pressreader.com/article/283128546993464

Editorial Perfil