La resolución del caso Floyd

Un agente policial detiene a George Floyd y le sujeta el cuello con su rodilla durante casi diez minutos. La presión le origina un cuadro de asfixia y, posteriormente, la muerte. “No puedo respirar”, se lo escucha decir en un video registrado por una mujer que pasaba por el lugar el 25 de mayo de 2020. Las medidas de confinamiento decretadas entonces en Estados Unidos por la pandemia no pudieron frenar las protestas en contra del racismo y los abusos hacia los ciudadanos afrodescendientes.

Once meses después, 12 personas fueron convocadas para ser parte del juicio por jurados que definió el futuro del acusado, el policía Derek Chauvin. Todos eran residentes de Minnesota, el estado donde se registró el crimen.

El caso de Floyd trascendió las fronteras y se volvió un símbolo de la lucha antirracista. La identidad de los miembros del jurado, protegida por medidas de seguridad, se mantuvo en secreto. Fue el primer juicio en ser transmitido en directo por televisión en Minnesota.

Tras escuchar los alegatos y las instrucciones dadas por el juez, los jurados se encerraron en un hotel para repasar las pruebas. “No se dejen llevar por los prejuicios ni que la opinión pública influya en su decisión”, les había advertido el magistrado Peter Cahill. En un país donde los policías rara vez son condenados por asesinato, el tribunal popular declaró a Chauvin culpable de los tres cargos de homicidio que se le imputaban. La pena: 22 años y medio de cárcel.