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La voz ciudadana

Por Paz Míguez Fundación Éforo

Los orígenes del juicio por jurados en tanto sistema oral con participación popular se remontan a los tribunales de los Heliastas, en la antigua Grecia. Allí, los jurados oían el debate y luego, depositaban en secreto uno de los dos discos de metal según el propio veredicto: uno para la condena y otro para la absolución del acusado.

Más tarde, en el mundo anglosajón, el jurado con participación ciudadana tuvo un protagonismo central como forma de limitar al poder estatal, siendo el modelo de Estados Unidos uno de los más reconocidos.

En Argentina, está previsto en la Carta Magna desde 1853 pero no se implementa en todo el territorio: solo siete provincias cuentan con una ley que regula la participación del pueblo en la emisión de veredictos.

Si bien hay consenso en afirmar que se necesita una justicia menos opaca, más ágil y que rinda cuentas, este sistema despierta posiciones encontradas. Así, hay quienes se oponen por los costos, la falta de formación del jurado ciudadano y el hecho de que pueden ser influenciables.

Por otro lado, los defensores argumentan que otorga apertura al Poder Judicial, en el marco de la crisis de credibilidad que sufre esta institución y que el carácter accidental de quienes intervienen como jurado es valioso.

Seguramente el juicio por jurados no sea la respuesta definitiva a todos los interrogantes alrededor de la administración judicial. Sin embargo, no deja de ser una herramienta más, perfectible, constitucional y que se propone democratizar el poder, aportar legitimidad y acercar los principios republicanos.

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2021-09-19T07:00:00.0000000Z

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