A LOS GRITOS

Desde los festejos y las pesadumbres, pasando por desgarramientos físicos y emocionales, incluso patrióticos y artísticos, la humanidad se acostumbró a exaltar momentos y acontecimientos por impulsos que nacieron de la profundidad insondable del desencanto, la furia, el orgullo, etc. Basten algunos ejemplos: el grito sagrado del Himno (1813); el grito de Ipiranga (1822); el grito de Alcorta (1912); Gritos y susurros (Bergman, 1972); Los gritos del silencio (Joffé, 1984); Roberto Cachanosky cruzó al Vasco De Mendiguren: “Tomate un...”, PERFIL, 3/6/2021; también El grito (cuatro cuadros), del noruego Munch (1893), cuyos rostros reflejan cabalmente lo que muchos argentinos sentimos cuando vemos o escuchamos los gritos de Cristina y de Alberto.