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Movimientos sociales.

En la salida de la pandemia, las organizaciones vuelven a tener visibilidad en el territorio con reclamos similares sobre empleo, pero metodologías dispares. Críticas al asistencialismo.

DANIELA MOZETIC

Radiografía exhaustiva de quiénes copan las calles. Aliados y rivales del oficialismo.

La delicada situación económica pospandemia sumada a la puja electoral, volvieron a otorgar protagonismo a los movimientos sociales que profundizan la grieta interna, al tiempo que quieren retomar la presencia en las calles.

A un mes de las elecciones generales, el reclamo de empleo genuino para escapar gradualmente del esquema de planes sociales es el que une a todos los sectores aunque el camino a recorrer es el que marca las diferencias entre ellos.

Por un lado se encuentran las organizaciones sociales más afines al Gobierno nacional, quien tiene entre sus socios mayoritarios al Movimiento Evita y a Somos Barrios de Pie. La primera está comandada por Emilio Pérsico, quien también ocupa la secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo, mientras que la segunda tiene como referente a Daniel Menéndez, quien dejó un cargo en el ministerio de Juan Zabaleta para competir por una banca de diputado nacional.

En la misma estructura “aliada” se encuentra la Corriente Clasista y Combativa del diputado nacional Carlos Alderete, una organización que surgió durante el menemismo para representar a sectores postergados por el modelo neoliberal y el Movimiento de Trabajadores Excluidos que fundó Juan Grabois, y que al mismo tiempo, forma parte de una estructura aún más abarcativa como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

Según comentan, su lógica es intentar cambiar las cosas “desde adentro” y apuestan a copar ciertos lugares de influencia para poder garantizar la ayuda que necesitan para sus organizaciones.

“Néstor (Kirchner) decía que necesitábamos 20 años, ¿no? para consolidar un modelo. Esta Argentina va de un lado para el otro, nosotros construimos un hospital y el otro no le pone los insumos”, dijo Emilio Pérsico en referencia a la oposición durante el acto que organizaron en Nueva Chicago, donde asistió el propio presidente Alberto Fernández en un gesto de hermandad. Por eso, evaluó que “así es muy difícil, por eso necesitamos 20 años y yo lo digo más brutal. Esta democracia de la alternancia no camina, quiero construir una democracia donde el movimiento popular gobierne 20 años en Argentina”, concluyó el dirigente, generando una fuerte polémica en redes.

Si bien tienen una mirada cercana a la política social del Gobierno nacional, dentro de estos sectores hay reiteradas críticas a programas puramente asistencialistas como la tarjeta Alimentar, creada para dar ayuda básica en la salida de la pandemia. “Es una política estúpida, asistencialismo puro”, lanzó Grabois, uno de los referentes que cada tanto se anima a ponerle los puntos al oficialismo.

En pie de guerra. En la vereda contraria están las organizaciones más confrontativas que tienen como referencia a los partidos de izquierda, desde los más moderados hasta los más radicales. El jueves volvieron a tener presencia en las calles con una gran movilización que incluyó cortes en los principales accesos a la Ciudad de Buenos Aires.

Con la intención de lograr una tregua después de las PASO, el ministro Zabaleta recibió hace poco más de un mes a una delegación de las organizaciones más duras en el ministerio y para el último martes estaba prevista una reunión similar, que se vio empañada por el lanzamiento de la convocatoria a marchar dos días después. El reclamo es por la creación de un millón de puestos de trabajo, por la reapertura en las inscripciones de los planes sociales y por la entrega en tiempo y forma de alimentos, sobre todo en el conurbano

“Es asistencialismo puro, una política estúpida”, dijo Grabois sobre la Tarjeta Alimentar.

“El Gobierno no nos presta atención”, se quejó el Polo Obrero ante el pedido de empleo.

bonaerense. Su capacidad de movilización es poderoso, pero la fragmentación a nivel político complica en muchos casos su influencia y liderazgo.

El Frente Piquetero, con el Polo Obrero como principal representante, está integrado por más de cuarenta organizaciones que a menudo son subdivisiones de las versiones originales como es el caso del Movimiento Teresa Rodríguez, quien tiene al menos tres variantes, o el mismo Polo Obrero, que tiene su versión más radical denominada Tendencia con Jorge Altamira como figura.

“El Gobierno no nos presta atención”, se quejó el dirigente del PO Eduardo Belliboni, quien al mismo tiempo lanzó sospechas sobre el oficialismo: “Cuando la miseria es grande, el que reparte se queda con una parte”.

En este bando, el reclamo también es por un salario mínimo de $ 70 mil, una cifra que dista mucho del salario mínimo vital y móvil que pasó a ser de $ 32 mil con el último aumento, pero que se encuentra cerca de la línea de pobreza que en agosto fue de $ 68 mil.

Tras la marcha, el ministro Zabaleta cuestionó a los organizadores y lo ligó a la contienda de noviembre. “Estamos a un mes de las elecciones y vemos mucha actitud política en este tipo de movilizaciones”, subrayó el funcionario que finalizó: “¿Resolvió algo lo que se hizo el jueves, movilizando, cortando, jorobando la vida a la gente? No.

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2021-10-17T07:00:00.0000000Z

2021-10-17T07:00:00.0000000Z

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