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Reencarnaciones peronistas

CARLOS DE ANGELIS*

Este 17 de octubre de 2021 tiene la peculiaridad de estar tan presente como ausente. Ha sido tradicionalmente un día de festejos para una parte de la Argentina, pero lentamente fue cayendo en el olvido entre las efemérides desgastadas. El día de la Lealtad es un día mítico en la liturgia, factor de natividad del movimiento encabezado por el entonces coronel Juan Perón para constituirse en marca registrada de la política argentina.

Se ha decretado mil veces la muerte del peronismo. La propia Revolución Libertadora que expulsó a Perón de la presidencia prohibió su nombre, que sólo podía ser nombrado como el “Tirano prófugo” e intentó extirpar todo rastro de justicialismo de la faz de la Argentina, sin recordar al axioma psicoanalítico: “lo reprimido siempre retorna”.

Así como se determinado el próximo final del peronismo en innumerables ocasiones, se lo ha intentado cuantificar en la búsqueda de explicar las diferentes versiones del peronismo que se han conocido periodizándolas, de esta forma para Ricardo Sidicaro fueron tres y para Alejandro Horowitz fueron cuatro.

Pero a la luz de las experiencias recientes se podría pensar al peronismo como un sistema adaptativo que articula dirigentes y una base electoral cambiante. El secreto de La persistencia del peronismo y su continuidad en el tiempo es precisamente su potencial de adaptación a las diferentes coyunturas y lo más importante, su capacidad de modular las exigencias del mercado mundial con los contextos sociales y económicos del país en estos casi ochenta años de trayectoria, y la posibilidad de traducir esa modulación en términos políticos y electorales. Obviamente no siempre esta modulación fue exitosa y eso implicó su desalojo del poder, ya sea por golpes militares o por efectos de las urnas. De esta forma se puede organizar a la experiencia histórica del peronismo como una continuidad histórica en distintos escenarios nacional e internacionales. Ese incluye tanto al peronismo en el poder o en el llano.

El secreto del peronismo es su potencial de adaptación

1943-1945 Desarrollo del proto peronismo con el golpe militar que derroca a Ramón Castillo y de alguna forma cierra la década infame. Esta etapa obviamente coincide con la fase final de la Segunda Guerra Mundial donde el país vuelve a ser exportador especialmente de carnes y cueros, pero a la vez comienza a desarrollarse una importante industria local como parte de la necesaria sustitución de importaciones. Para 1940 una cuarta parte del PBI argentino se explicaba por la industria. En este marco de efervescencia económica en octubre de 1943 el coronel Juan Perón asume como jefe del Departamento Nacional del Trabajo (que luego se transformaría en la Secretaría de Trabajo y Previsión) en un gobierno militar que se asume como nacionalista, católico e industrialista, probablemente obligado por el contexto. Desde ese cargo menor Juan Perón se dedica a establecer contactos con los sindicalistas, muchos de ellos de extracción socialista o comunistas y a desarrollar legislación laboral como el Estatuto del Peón, los tribunales de trabajo o los convenios colectivos de trabajo e incorporando a la estructura estatal a personajes como Domingo Mercante y Héctor Russo, que resultarían fundamentales en

los hechos de octubre de 1945. Las actividades de Perón y su sostenida popularidad fueron generando resistencia en la alta oficialidad. Como dice Robert Potash, “ni el presidente Ramírez había previsto lo que Perón sería capaz de hacer con la Secretaría de Trabajo”. 1945 – 1951

El desplazamiento de Ramírez por Edelmiro Farrell en marzo de 1944 ubicaría a Perón como vicepresidente, ministro de Guerra, manteniendo el cargo de

Trabajo y Previsión. El 19 de septiembre de 1944 se organizaría la “Marcha de la Constitución y la libertad”. Desfilando desde Plaza de los Dos congresos a la Plaza Libertad repudiaban a Perón y pedían la renuncia de Farrell. Luego

entre el 8 y el 9 de octubre se organizaría una asonada que basada en Campo de Mayo y en la Marina encarcelaría a Perón en la isla Martín García. A partir de allí como explica Potash: “la noticia de que Perón era prisionero de la Marina

en la isla Martín García sin dudas contribuyó a acelerar la manifestación de las masas y a conferirle una amplitud que ni siquiera sus organizadores podían haber previsto”.

EL OBSERVADOR

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2021-10-17T07:00:00.0000000Z

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