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Boca goleó a huracán y se prende en la pelea

*Sociólogo (@cfdeangelis)

Desde ese punto se inician los hechos que dieron lugar al 17 de octubre peronistas: las masas obreras ocupando la plaza de Mayo, centro del poder político, económico y eclesial de la Argentina. Para el día siguiente The Times titulaba “Todo el poder al Perón”. De esta forma se preparó para ganar las elecciones que se concretarían el 24 de febrero de 1946. Perón sacaría el 54% de los votos (sólo masculinos) contra el 44% del radical José Tamborini representante de la Unión Democrática. La polarización peronismo – antipedo ronismo se ponía en marcha. Hay mucha bibliografía que relatan las características del primer gobierno peronista, la industrialización acelerada desde el Estado sobre todo para bienes de consumo, la extensión de la legislación laboral, la nacionalización del Banco Central y el comercio exterior (con el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), pero un hecho trascendente y casi olvidado fue la Reforma Constitucional de 1949 donde se incluyen los derechos de segunda generación laborales, sociales, de la niñez y la ancianidad. Dos puntos que exacerbarían las polémicas de aquellos tiempos serían la función social de la propiedad y la elección directa del presidente y su reelección, al propio Preámbulo se le agregaba “la irrevocable decisión de constituir una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”. También se iniciaba una política de vigilancia y cárcel para dirigentes opositores acusados de intento de desestabilización.

1952 – 1955 El segundo gobierno de Perón la situación internacional había cambiavolumen abruptamente, el mundo se reordenaba entre el bloque socialista y el bloque capitalista. Con la normalización de la economía mundial los precios de las materias primas alimenticias caían abruptamente y los términos del intercambio cambió negativamente para las arcas estatales. Además, en 1952 se produce una importante sequía, por lo cual las exportaciones agropecuarias caen abruptamente comenzando una recesión prácticamente desconocida en la última década. Por otra parte, las Fuerzas Armadas comienzan a deliberar con mayor intensidad luego del intento de golpe de Estado de septiembre de 1951 encabezado por el general retirado Benjamín Menéndez. El 16 de junio se iniciaba el largo derrocamiento de Perón, con el enfrentamiento con la Iglesia Católica, el bombardeo a la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 por parte de la Marina de Guerra, y el golpe final el 16 de septiembre de ese año.

1955-1969 Son los largos 18 años de exilio del General Perón y su paso por diversos países como Paraguay, Venezuela, Panamá para finalizar habitando en España en la famosa Puerta de Hierro. Entre estos años el peronismo fue la sombra de la Argentina para entrar en su etapa mítica. Primero la proclama de la Revolución Libertadora reinstalando la Constitución de 1956 y realización de una Reforma Constitucional donde se incorporar gran parte de los derechos sociales en el artículo 14 bis, luego la represión sangrienta del levantamiento del Teniente General Juan José Valle buscando la restauración del peronismo (junio de 1956). Por su parte la resistencia peronista formada por pequeños grupos que cobraba

En los años del exilio del General el peronismo entra en su etapa mítica

realizando sabotajes poniendo “caños”.

El llamado a elecciones en 1958 llevaría a los acuerdos entre Perón y Frondizi para que el General apoyara a éste a cambio del levantamiento de la proscripción del justicialismo, las elecciones en la provincia de Buenos Aires donde ganaba el candidato peronista Andrés Framini condenaban a Frondizi a caer tras el séptimo intento. En 1959 el mundo se estremecía con el triunfo de la Revolución Cubana, que encabezaron Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, lo que significaba que la vía guerrillera podía ser un camino posible. Desde Madrid a partir del 61 se observaba a un Perón en actividad recibiendo todo tipo de visitas. Mientras Perón inicia el camino de los delegados para tener contacto con la situación del país y para comenzar a organizar un plan que le permitiera retornar. En 1963 se llama a elecciones nuevamente que gana Arturo Illia ganando con el 25,8% y donde Perón llama a votar en blanco. Mientras el general exiliado comienza su radicalización en el país el sindicalismo comienza a cobrar independencia del caudillo. Cuando en 1966 el General Onganía voltea al débil gobierno radical, encontrando un excéntrico aliado en Augusto Timoteo Vandor, líder de la UOM, inventando la vía del peronismo sin Perón.

La radicalización del país emerge tras el Cordobazo, la insurrección popular del 29 y 30 de mayo de 1969. Un año después Montoneros secuestraba y mataba al General Aramburu. A partir de allí las organizaciones guerrilleras peronistas y marxistas cobrarían un creciente prota

gonismo. Tres el secuestro de Aramburu, las horas de Onganía estaban contadas asumiendo la presidencia el general Lanusse, que tenía bajo su almohada el sueño de vencer electoralmente a Perón, ya un anciano caudillo en el exilio. Para eso y presionado por la actividad guerrillera de Montoneros, del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) entre otras, Lanusse permite el retorno de la actividad política, pero bloquea el reingreso de Perón para lo cual nomina a su último delegado Héctor Cámpora, quien gana a elección con el FreJuLi con el 49,6% de los votos, frente al caudillo radical Ricardo Balbín que saca el 21%. Quizás el gobierno de Cámpora fue uno de los gobiernos electos más cortos de la historia, pero en sus 49 días ocurrieron miles de cosas como el indulto y amnistía a los presos políticos el mismo día de asumir, como la firma del Pacto Social dirigido por su ministro de Economía Bel Gelbard, hasta la preparación de la fuerza parapolicial de la Triple AAA desde el propio ministerio de Bienestar Social dirigido por José López Rega. Perón vuelve al país en forma definitiva en 20 de junio de 1973 cuando sucede la conocida Masacre de Ezeiza, Cámpora es obligado a renunciar y un Perón que en los papeles venía a pacificar el país gana las elecciones del 23 de septiembre de 1973 con el 62% de los votos, nuevamente contra Balbín-de La Rúa que no llega al 25%. El viejo líder no llega a gobernar un año. 1° de julio de 1973 muere, pero dos meses antes en la Plaza de Mayo echa a los Montoneros que ahora pasarían a enfrentar a la AAA y las fuerzas de seguridad del Estado. Al fallecido General lo sucede María Estela Martínez de Perón, que lo había acompañado en la fórmula presidencia. Son los tres años más largos de la historia argentina, pero en ese intervalo se produce un hecho que marcará a fuego la historia argentina: El Rodrigazo, nombre puesto en “honor” al ministro de Economía Celestino Rodrigo tras a la caída del Pacto Social. Con él inician los planes de ajustes modernos, devaluación de la moneda, aumento de las tarifas de los servicios públicos y un módico aumento de los salarios.

1989-1999. Tras casi ocho años de dictadura militar un radicalismo renovado con Raúl Alfonsín le gana a un peronismo que no podía superar el trauma de 1976. Era la primera elección desde 1946 con Perón muerto. No pocos decretaron ese día el final del peronismo. Sin embargo, el gobierno de Alfonsín se mostraba débil al no poder domar la fuerte inflación, las dificultades para afrontar la deuda externa dejada por la dictadura y las asonadas militares que exigían el abandono de los juicios a los militares involucrados en la represión ilegal entre 1976 y 1980. El peronismo comenzaba una renovación

interna encabezada por Antonio Cafiero quien ganaba la gobernación de la provincia de Buenos Aires en 1987, pero la “cafieradora” pierde al año siguiente contra un riojano no muy conocido: Carlos Menem. El peronismo da una vuelta en el aire y Menem gana la elección nacional adelantada por Alfonsín que no pudo evitar la hiperinflación, saqueos de comercios y una situación social muy deteriorada. Tras un año de tropiezos (plan Bunge y Born) Menem pone de ministro a Domingo Cavallo quien lanza el plan de Convertibilidad. A partir de ahí y por una década 1 dólar valdría 1 peso. Menem revolucionaría al país introduciendo la economía de mercado: privatizaciones, desregulaciones, descentralización y reducción del Estado son los emblemas. También se otorgan los indultos a militares y a la cúpula guerrillera. La deuda externa aumenta de escala proporcionalmente a los argentinos que veranean en las playas brasileñas. La Constitución Nacional se vuelve a reformar, se incluyen una nueva serie de derechos para disimular lo indisimulable, el mandato se acorta a cuatro años y Menem puede acceder a la reelección. Esta vez se vuelve a discutir: ¿Esto es peronismo o es otra cosa?

2002–2015 Tras agotar sus dos mandatos, Fernando de la Rúa logra vencer al peronismo de Eduardo Duhalde aliado a una fracción del peronismo que había roto con Menem. Pero las mieles de la Convertibilidad habían pasado, Domingo Cavallo es

nuevamente convocado para hacer su “magia”, pero en vez de traer sosiego decide colocar el Corralito, los depósitos bancarios quedan bloqueados generando una furia incontrolable. Ahora se comienza a observar la contracara del 1 a 1: un nuevo tipo de pobreza atraviesa al país y el antiguo radical renuncia hacia fines de 2001 en medio de un caos, cartoneros, piqueteros y caceroleros reclaman que se vayan todos. Ahora más la pregunta es otra: ¿desaparece la Argentina? Tras la caída de de la Rúa se activa la acefalía. Pasan por la presidencia Ramón Puerta y Adolfo Rodríguez Saa que en su semana de gobierno declara la cesación de pagos de la deuda externa, para renuncia por falta de apoyo. Ahora asume Eduardo Caamaño y finalmente Eduardo Duhalde, que había sido consagrado senador en la elección de 2001. Este asume rompe la convertibilidad y declara el Corralón, los depósitos bancarios son forzosamente pesificados. Más furia, ahora contra los bancos. La clase media es confiscada. En medio de la situación llama a elecciones adelantadas para el 27 de abril, estaba dentro de sus atribuciones. Duhalde sondea a varios candidatos,

todos dan un paso atrás en un cadalso casi asegurado. Néstor Kirchner acepta, pero surge un problema: Menem quiere volver, algunos dicen que todo este proceso era un plan urdido por el riojano. Aquí se produce un hecho sorprendente. Menem gana la elección con apenas el 25% de los votos y Kirchner queda a tres puntos de distancia. Pero Menem decide no presentarse a la segunda vuelta y Kirchner asume el 25 de mayo de 2003. Se iniciaba el kirchnerismo, aunque pocos lo sabían en esos días.

2019 – 2023… Ya es historia muy reciente. Con el temprano fallecimiento de Néstor Kirchner, Cristina Kirchner asume la conducción del kirchnerismo. Ahora la discusión es si hay homología entre el kirchnerismo y el peronismo. Sin duda es una adaptación al nuevo ecosistema sociopolítico, en un país donde los pobres reemplazaron numéricamente a la clase obrera. Sin embargo, las rupturas internas al final del segundo mandato de Cristina hacen que ella no tenga asegurado el triunfo en las elecciones de 2019 a pesar que el expresidente Mauricio Macri aparecía débil tras un deslucido mandato. Es que alrededor de la figura de Cristina Kirchner surgió un vehemente antikirchnerismo que tensa políticamente al país en la denominada grieta. En mayo de 2019, ya no muy lejos de las elecciones Cristina da un paso inesperado, invita a Alberto Fernández a encabezar la fórmula presidencia y ella autoinvita como candidata a vicepresidenta. Era una jugada maestra para unir al peronismo bajo un nuevo paradigma. La movida da resultado, la Fórmula Fernández-Fernández le gana a Macri-Pichetto 48 a 40%. Pero surge una duda razonable ¿quién gobierna? La mayoría pensó (y piensa) que iba a gobernar la expresidenta, pero existen razonables dudas para pensar que Alberto Fernández como prenda de unidad tendría una agenda propia, que por ejemplo excluía resolver los problemas judiciales de Cristina. Además, una situación imprevista como la pandemia cambió el escenario de la gobernabilidad. Lo más parecido a un presidente como representante sin votos propios había sido la situación de Héctor Cámpora, pero Perón estaba apartado del proceso electoral, y además contaba con el bastón del mariscal en su mochila. Tras la derrota de las elecciones primarias dónde el Frente de Todos pierde en casi todo el país, el capital presidencial desciende abruptamente. En el horizonte aparece nuevamente unos nubarrones en la sociedad que marcan un cambio de época. Esto también lo sabe Cristina Kirchner que si como se dice “coloniza” totalmente el gobierno ahora ya no será la suerte de Alberto Fernández sino la suya propia. Las dudas emergen por todos lados. Por ejemplo, el festejo del 17 de octubre de 2021. Convocar o no convocar. Toda decisión tiene sus riesgos. Pregunta final: ¿Cómo será la nueva encarnación del peronismo?

Ahora está en juego el capital político de Alberto Fernández y el de Cristina Kirchner

“En la Argentina manda formalmente el presidente. Desde el punto de vista de la legitimidad, la Doctora. En la práctica, hoy dependen todos de Juan Manzur. Y los polos de poder real que tienen que ver con el peronismo le picaron el boleto a Alberto Fernández y al kirchnerismo, que ni siquiera tiene noción de su condición de víctima de algún acuerdo tácito para dejarlo afuera”. La frase fue pronunciada hace pocas horas por Jorge Asís, hoy analista político y “peronólogo”; desde siempre, uno de los grandes novelistas de la Argentina.

Y tiene especial valor en este 17 de octubre, cuyo significado resulta doblemente extraño: en primer lugar, porque es difícil concebir que un partido festeje un “Día de la Lealtad” como si la normalidad fuera la traición; y en segundo lugar, porque no puede haber un año en que esta celebración sea tan frívola como este 2021 socioeconómicamente trágico, en el cual las miserias materiales y la falta de libertad que asolaron a la población convivieron con el espectáculo proporcionado por las feroces internas justicialistas.

Para decirlo más claramente: si en un país normal el líder de un partido mayoritario dijera de su rival de la oposición las cosas que la diputada Vallejo ha dicho del presidente de la República, la crisis institucional sería colosal. Pero en la Argentina estos reproches se los achacan distintas facciones de un movimiento que ha tenido la visión y el olfato popular suficientes para poner al país como rehén de sus enfrentamientos, sin arriesgar su permanencia en el poder.

Acaso esa sea la mayor virtud del peronismo después de Ezeiza, de la Triple A contra la guerrilla, de Menem contra Duhalde, de Kirchner contra Duhalde, de Massa contra Cristina, de Cristina contra De Narváez y de Alberto Fernández contra Cristina Fernández: la capacidad constante de sobrevivir cambiando la piel y las políticas públicas que hagan falta, con un pragmatismo que, aunque vampírico y cínico, en política es siempre una virtud. Una máquina de reciclaje perniciosa, podrán argumentar algunos, pero máquina al fin.

Eso intentará demostrar otra vez, con una movilización que también será el reflejo de la patología de una nación que pasó de una cuarentena brutal a un relajamiento irresponsable, y que con este tipo de muestras de fuerza replica la lógica de los grandes movimientos autoritarios y militares del siglo XX, que confundían la legitimidad de origen con la de ejercicio.

Mientras el Papa llama saludablemente a acabar con la cultura del subsidio y Ricardo Lorenzetti se pasea por los canales de televisión como el señor feudal al que un grupo de plebeyos indignos ha despojado de sus derechos, el peronismo intenta resurgir por decimonovena vez. Y lo más probable es que lo logre, por perverso que sea el diseño de poder según el cual la cabeza del Poder Ejecutivo es una atroz figura de reparto.

Como tantas veces, cambiará la facción dominante, pero el viejo pragmatismo y la monopolización que implica la virtuosa palabra “pueblo” y el temible calificativo de “gorila” seguirá siendo de uso exclusivo de una fuerza cuya mayor manifestación de soberbia mesiánica hoy se llama La Cámpora.

Sin viento de cola económico, Argentina seguramente seguirá siendo víctima del absurdo enfrentamiento entre los ideales de república y justicia social, hermanados hace mucho tiempo en países como Canadá, Noruega y Uruguay, los peronistas seguirán tratando de antinacionales a sus opositores, y los antiperonistas le adjudicarán toda la responsabilidad del fracaso colectivo al justicialismo, como si los argentinos votaran a marcianos y no hubiera en el resto de la dirigencia política líderes tan insensibles e ineptos como Macri, peligrosamente desacatados como Milei o ideológicamente adolescentes como Del Caño.

Podremos tener referentes morales, pero mientras nos permee la pasión por la mafia, por la violencia, por el golpismo y por la falta de autocrítica, cada noticia implicará la triste repetición de una tragedia..

Es difícil concebir que un partido festeje un “Día de la Lealtad”, como si la normalidad fuera la traición

*Periodista uruguayo.

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2021-10-17T07:00:00.0000000Z

2021-10-17T07:00:00.0000000Z

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